La era digital nos ofrece métodos de pago automático y la libertad de salir sin llevar dinero encima, algo que muchos latinoamericanos hacemos por prudencia; ante los índices de criminalidad en las calles.
Sin embargo, hay quienes eligen usar dinero en efectivo porque así no dejan rastro. La misma lógica aplica para las monedas virtuales, como el Bitcoin.
Pero el anonimato incomoda a múltiples economistas que pregonan la intervención estatal, al igual que los políticos que respaldan dichas medidas.
Así lo manifestaron figuras prominentes en las dos grandes cumbres de economía con repercusión mundial en enero, el Foro Económico Mundial 2018 en Davos Suiza y el Club Económico de Washington.
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Ahí, eminencias económicas profesaron su rechazo tanto por las criptomonedas como por el dinero en efectivo por una premisa clara, no se puede rastrear; lo cual dificulta cobrar impuestos.
El más transparente en su crítica fue Kenneth S. Rogoff, de la Universidad de Harvard, economista exjefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), autor del libro La maldición del efectivo (The Curse of Cash).
Dijo: “El gran problema con el papel moneda es que una gran parte se usa para facilitar la evasión de impuestos y un gran espectro de actividades delictivas”.
Hasta ahí, su postura era moderada. Escaló en cuanto dijo: “el derecho del gobierno a gravar, regular y hacer cumplir las leyes supera las consideraciones de privacidad individual”.
Es decir, de acuerdo a este economista renombrado en la academia, que tuvo un cargo primordial en la mayor entidad financiera a nivel estatal, el FMI, y sobre todo supraestatal, denota un procedimiento claro: el control gubernamental del dinero, o sea el ente recaudador, está por encima de la libertad individual del productor.
Rogoff también aplica esta misma lógica a las criptomonedas. En una entrevista en Davos, sostuvo que “el bitcoin es una solución si quieres lavar dinero o evadir impuestos. Creo que el gobierno eventualmente tendrá que regularlo severamente y creo que algún día emitirá su propio moneda digital”.
En ambos casos, y para muchos economistas que avalan la intervención del Estado en la economía, al igual que los políticos que respaldan ese accionar, “el anonimato es el verdadero problema”.
Aunque una moneda tenga presentación física y la otra digital, hay algo que vincula al dinero en efectivo con las monedas digitales, ambas son de manejo privado y como tal generan incomodidad para los gobiernos.
No obstante, esta concepción no es unánime entre los economistas; solo entre aquellos que validan el intervencionismo, como quien fue el director del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, que en su afán de validar la economía planificada y centralizada, llegó incluso a defender el Chavismo; además de sugerir la prohibición del Bitcoin por esquivar controles estatales.
En contraste, entre los intelectuales que equiparan la libertad de comerciar con la libertad individual, el dinero en efectivo representa justamente eso: la posibilidad de no dar explicaciones.
Para John Lanchester, periodista de renombre, nacido en Alemania, criado en Hong Kong y con estudios en Inglaterra, un ciudadano del mundo: “El dinero en efectivo es una de las pocas formas en que los ciudadanos comunes pueden disfrutar de una pequeña muestra de la libertad, la privacidad y la seguridad que los ricos toman como algo merecido”.
Sostiene en una columna para el New York Times, en respuesta a la iniciativa de abolir el efectivo, que , “Los ricos tienen muchas formas de ocultar activos y hacerlos a salvo de los estados y del recaudador de impuestos”.
Alude al hecho que para exonerarse de impuestos hay múltiples de maneras, desde montar fundaciones hasta transferir a un paraíso fiscal, lujos que la persona promedio no puede darse.
Por ello han habido manifestaciones en diversos lugares. En Alemania, por ejemplo, hubo protestas para mantener a flote el efectivo, luego que a nivel gubernamental se propuso sacar el efectivo de circulación en el 2015.
De acuerdo a Lars Feld, del Consejo Alemán de Expertos Económicos, “El efectivo es la libertad impresa”. Recalcó que al hablar de”libertad”, se refería a escapar del escrutinio y control total del Estado, según reporta USA Today.
“La razón principal por la que la gente prefiere el efectivo es el anonimato en comparación con los pagos con tarjeta”, comentó al respecto Helmut Hammes, jefe del departamento de efectivo del Banco Central alemán.
Apenas hoy la plataforma financiera Bloomberg publicó una nota titulada “Alemania sigue obsesionada con el efectivo“. Hace ahínco en la privacidad, la confianza y el rol del Estado.
Paralelamente, el secretario del tesoro de los EE. UU., Steve Mnuchin sostuvo en el Club Económico de Washington, hace un par de semanas que junto al G-20 no iba a permitir que el Bitcoin y otras criptomonedas se vuelvan la nueva “cuenta en Suiza”.
Por ello, hace menos de una semana, la plataforma empresarial Business Insider publicó el titular: “Los gobiernos le han declarado la guerra el efectivo“.
Mientras tanto, en lugares como Venezuela donde la devaluación de la moneda nacional —al igual que la incapacidad de pagar las deudas contraídas con diversas naciones y organismos— surgen criptomonedas propias desde el Estado como sustituto a la moneda física.
Si bien no hay un consenso unánime entre los expertos, sí existen en el mercado las alternativas suficientes para que el ciudadano elija. Lo que aun está por determinarse es si el Estado regulará, eliminará e incluso volverá ilegal algunas de estas opciones.