En apenas cuatro días, el precio del “agua cruda” se duplicó. El furor por esta bebida, etiquetada como la “fuente de la verdad”, causó que las repisas de los supermercados que la venden amanezcan con un cartel indicando que se agotó y que cuando vuelva, subirá el precio al doble.
Sin embargo, científicos sostienen que no han sido demostrados sus beneficios y que existen riesgos potenciales. Pero sobre todo que no hay consciencia sobre lo que la potabilización representa para la salud. Mientras en zonas del mundo las personas mueren por falta de acceso a agua limpia, ahora surgen modas que lo vuelven tendencia.
Se trata de agua de manantial, sin potabilizar ni filtrar. El último día laboral del 2017, The New York Times publicó una nota sobre esta bebida; indicando que un recipiente de 10 litros costaba USD $37.
Cuando la plataforma digital Business Insider hizo un seguimiento de la nota, apenas cuatro días después, ya había subido el precio a USD $61.
En lugares como San Francisco, California, EE. UU., donde la venta de agua embotellada fue prohibida por ordenanza municipal (en cantidades pequeñas en dependencias públicas), proliferan alternativas. Pero sobre todo exponen una tendencia contra la tecnología y la industrialización.
Esto causa preocupación en la comunidad científica.
“No puedo dejar de pensar que nosotros que vivimos en naciones desarrolladas estamos tan inmersos en nuestros pequeños capullos de tecnología que nos olvidamos de que en gran parte del mundo el agua potable no es algo dado, ni mucho menos. Las enfermedades transmitidas por el agua siguen siendo muy comunes, y las enfermedades diarreicas transmitidas por el agua causan 2 millones de muertes cada año, la mayoría en niños menores de 5 años.
En cuanto a los defensores que afirman que el agua cruda es más “natural” y “viva”, me gustaría señalar que Giardia, disentería amebiana, cólera, salmonela y shigella, E. coli y toda una serie de otras enfermedades transmitidas por el agua que solían causar brotes que matarían a los humanos en grandes cantidades antes del advenimiento de los sistemas de tratamiento de agua y alcantarillado (y aún hacer en países subdesarrollados) son muy “naturales” y “vivos” también”, dice David Gorski, cirujano oncólogo en un artículo para la plataforma digital Science Based Medicine (medicina basada en ciencia).
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, por año mueren 2 millones de personas, en su mayoría menores de edad, por la falta de salubridad del agua.
Según un informe de la UNICEF, el organismo de la ONU destinada a la infancia, sobre agua, saneamiento e higiene: “Alrededor de 4 mil millones de casos de diarrea por año causan 1,8 millones de muertes, más del 90 por ciento (1,6 millones) de niños menores de cinco años” .
La causa de la diarrea es la exposición a una variedad de microorganismos que incluyen virus, bacterias y protozoos. Produce una pérdida de agua y nutrientes, en particular electrolitos. Esto lleva a la deshidratación, que puede conducir a la muerte. En el caso de niños pequeños, hay un agregado de vulnerabilidad, según UNICEF.
Este organismo resalta a la diarrea como el problema de salud pública más importante directamente relacionado con el agua y el saneamiento. Remarca cómo actos tan simples como lavarse las manos con agua y jabón puede reducir la enfermedad diarreica en un 33 %. Para reducir el riesgo aún más, se requiere instalaciones adecuadas de saneamiento, clave para prevenir enfermedades transmitidas por el agua.
Es tal la importancia de la salubridad del agua que la UNICEF tiene una campaña titulada: Agua segura: salvar vidas. Fue parte del Objetivo de Desarrollo del Milenio, reducir en un 50 % la población sin acceso al agua potable para 2015.
Los dos mayores retos a superar fueron y son la contaminación fecal del agua potable, que es la principal causa de las 4.000 muertes diarias por diarrea entre los niños menores de cinco años y la contaminación del agua potable con arsénico natural o fluoruro, que amenaza la salud de decenas de millones de personas.
La intoxicación con arsénico o arsenicosis: la exposición a largo plazo a bajas concentraciones de arsénico en el agua potable provoca queratosis cutáneas dolorosas (lesiones endurecidas) y puede provocar cánceres de piel, pulmones, vejiga y riñones.
Millones de personas están potencialmente en peligro por envenenamiento con arsénico ya que dependen de suministros de agua que están contaminados con arsénico (principalmente de fuentes naturales) y no tienen una alternativa de agua segura o no conocen los riesgos.
Es decir, además de la contaminación causada por la actividad humana, principalmente el vaciamiento de residuos en fuentes de agua, el agua en fuentes naturales tiene en su composición metales corrosivos en mayor o menor grado.
Esto no significa que para que el agua sea buena debe ser fabricada en un laboratorio. La ciencia no es solo lo creado por el humano, es también lo experimentado. Si se logra demostrar que una vertiente de agua natural carece de bacterias y virus nocivos, sigue estando dentro de lo observable, medible y demostrable por la ciencia.
Por ello, para médicos como David Gorski, “Sería una cosa si hubiera beneficios de salud demostrables para “Agua Viva” y otros productos de “agua cruda” en comparación con el agua del grifo o incluso el agua embotellada. En tal caso, uno podría discutir el riesgo de enfermedad versus los beneficios de salud documentados. Tristemente, sin embargo, aún no se han demostrado los beneficios de salud. El agua cruda es todo riesgo alto (y costoso) y de ningún beneficio científicamente demostrable”.
Alega que en la pseudociencia, las apelaciones a la naturaleza están en todas partes. No es sorprendente, entonces, que haya ganancias que se puedan obtener vendiendo agua “cruda” (es decir, sin tratamiento) a precios muy altos por sus beneficios de salud inexistentes, todos esos beneficios se atribuyen a la “naturalidad” del agua.
Entonces cabe recordar que el cólera, parásitos estomacales, la disentería amebiana y una amplia variedad de enfermedades transmitidas por el agua que las modernas técnicas de tratamiento del agua impiden son muy, muy “naturales”.