En medio de la ola mediática de denuncias por abuso sexual contra personajes célebres de la farándula y política, surgen personas que ofrecen recompensas para quienes saquen casos a la luz. Incluso hay quienes pagan cuantiosas sumas a abogados para conseguir testimonios de supuestas víctimas.
El último día del 2017 salió a la luz que una semana antes de las elecciones presidenciales 2016, simpatizantes de Hillary Clinton le pagaron a una abogada enfocada en casos de violencia sexual USD $700.000 para que consiguiera testimonios de abuso sexual que puedan incriminar al entonces candidato a la presidencia de los EE. UU., Donald Trump.
Según informa The New York Times, dos aliados cercanos de Clinton descargaron al menos USD $700,000 a la destacada abogada de acoso sexual Lisa Bloom para financiar a mujeres dispuestas a acusar a su excandidato Donald Trump de mala conducta sexual la semana anterior a las elecciones presidenciales.
Uno de esos aliados es David Brock, un agente demócrata y fundador de Media Matters una plataforma de noticias de izquierda. El informe indica que Brock “está considerando crear un fondo para alentar a las víctimas a presentar demandas similares contra los políticos republicanos”.
Personas “familiarizadas con el acuerdo” le dijeron a The New York Times que un grupo fundado por Brock, American Bridge 21st Century Foundation, “gastó USD $200,000 en secreto en un esfuerzo infructuoso para presentar acusaciones de mala conducta sexual contra Trump antes del día de las elecciones”.
Esa misma plataforma de noticias describe a Brock como “uno de los más fieles seguidores de Hillary Clinton durante su campaña contra Trump”.
La otra donante importante que se descubrió en el informe es la amiga de Hillary, la empresaria de la moda Susie Tompkins Buell. Pagó USD $500,000 para financiar a posibles acusadores contratados por la Sra. Bloom.
Aunque Buell se negó a comentar sobre el artículo publicado en la prensa, “expresó su frustración de que Trump haya escapado de las repercusiones que han tenido otros hombres poderosos acusados de mala conducta similar”.
De acuerdo a The New York Times, Bloom “se aprovechó de la potencia política de los cargos de acoso sexual contra Trump no mucho después de obtener la nominación presidencial republicana”. La abogada admite que contactó al comité de acción política de Clinton “por dinero para ayudarla a investigar una demanda por mala conducta sexual contra el Sr. Trump”.
Sin embargo, Bloom sostiene que la operación fue improductiva. En el informe indica que “Una mujer pidió USD $2 millones, luego decidió no presentarse, lo mismo con otras mujeres”.
Finalmente, la abogada afirma que “no se comunicó con la Sra. Clinton ni su campaña” y que tampoco ofreció dinero a sus clientes para que presenten denuncias. Alega que solo tuvo trato con los clientes con reclamos corroborados.
No obstante, Bloom admitió que debe mantener “algunos fondos para pagar nuestros gastos corrientes” que ella afirma haber acumulado mientras investigaba los casos.
Al respecto, Debra Katz, una abogada de Washington que ha investigado casos de acoso sexual contra políticos de ambos partidos prominentes, dijo en el informe que “en este ambiente existe el peligro de que individuos poco sofisticados que han sido abusados por personas poderosas puedan ser explotados por grupos que buscan ventajas partidarias, o por abogados que buscan un momento en el centro de atención”.
Es decir, hay un aprovechamiento de este “boom” mediático. Sea para aumentar los gastos corrientes o para ventaja política y profesional, se está banalizando el acoso y abuso sexual.