Frente a la prensa el martes y de forma escrita el miércoles, el primer ministro francés, Edouard Philippe, ordenó que la llamada “escritura inclusiva” —un intento de hacer que la gramática francesa sea más políticamente correcta y neutral desde el punto de vista del género— no se use en los textos oficiales del gobierno.
Esta adecuación lingüística va de la mano del activismo feminista. Pretende ponerle fin a la concordancia del idioma francés que prevé que el masculino precede al femenino (por ejemplo: las tres mujeres y el hombre sentados en la mesa eran parisinos) para que pase a adoptar el adjetivo con el sujeto más cercano (por ejemplo: el hombres y las tres mujeres son parisinas).
Admite como única excepción, el uso del masculino y el femenino, en la publicación de convocatorias públicas de empleo; con el fin de evitar una preferencia por el sexo del solicitante.
Bajo el marco elaborado en el 2015 por el Alto Consejo para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (HCE), se fomentaba la escritura inclusiva para contrarrestar los “estereotipos sexistas”.
Un año después, en la edición actualizada, publicaron que: “El lenguaje refleja la sociedad y su forma de pensar sobre el mundo. Por lo tanto, un lenguaje que invisibiliza a las mujeres es un signo de una sociedad donde juegan un papel secundario”.
Por ejemplo, felicitaron a una editorial por adoptar la escritura inclusiva que consiste de dividir el género y el plural de la palabra por medio de puntos llamados “middot” (punto del medio), de modo que, por ejemplo, el plural de la palabra”amis” (amigos) se convierte en “ami · e · s” y “Citoyens” (ciudadanos) se convierte en “citoyen · ne · s”.
Al igual que en el castellano, la forma plural en francés es masculina. Entonces proponen suplantar el modo tradicional que adopta la forma masculina para denominar oficios y agrega nuevos sufijos segmentados.
En el caso de los agricultores, sería “agriculteur.rice.s”; en lugar de lector (lecteur), sería “lecteur.rice.s” (la abreviación de ‘lecteurs y lectrices’). Asimismo, el término aplicado para los senadores (sénateurs) pasaría a ser “sénateur.rice.s”, o sea, el orden pasaría a ser masculino, femenino y plural.
No obstante, para la Academia Francesa esto es una “aberración“. El 26 de octubre de este año, emitió un comunicado oficial donde declara que el lenguaje inclusivo representa un “peligro mortal” para la lengua.
Sostiene que: “Ya es difícil aprender un idioma, ¿qué pasará si el uso lo agrega en segundo lugar y formas alteradas? ¿Cómo crecerán las generaciones futuras en intimidad con nuestra herencia escrita? En cuanto a las promesas de la francofonía, serán destruidas si el idioma francés se impide por esta duplicación de complejidad, en beneficio de otros lenguajes que se aprovecharán para imponerse en el planeta”.
Esta postura es compartida con parlamentarios de un grupo de la derecha tradicional, el Partido Republicano. Le escribieron a la ministra de educación exigiendo que se prohibiera la práctica, comparándola con una forma de totalitarismo imaginada por George Orwell en su novela “1984”; donde el Estado a través del partido determina cuáles son las palabras permitidas y cuáles no.
El Gobierno de Macron se caracteriza por incorporar elementos de ambos lados de la esfera política. Con lo cual la medida tiene tantos simpatizantes como detractores.
Cabe destacar que las relaciones entre los sexos en Francia tienen abordaje estatal a través del ministerio para la igualdad de género, presidido por una mujer; la misma que llama “tiranía sexual” al hecho que el final de las palabras —al igual que el plural— tomen la forma masculina para incluir tanto a hombres como mujeres.
Algunos ministerios y universidades estatales han utilizado formas neutras en materia de género, pero el detonante fue un texto de escuela. Indignó a los 40 miembros de la Academia Francesa —que incluyen un puñado de mujeres— y son conocidos como los “inmortales”.
Dijeron que el movimiento conduce a un “lenguaje fragmentado”, con una “expresión dispar”, creando una confusión donde las fronteras son ilegibles.
“Frente a esta aberración inclusiva, el idioma francés está en peligro de muerte”, escribieron los miembros de la academia, que se convertirían en “immortel·le·s” de acuerdo a la descripción de los usuarios de la “escritura inclusiva”.
De acuerdo a este criterio, el primer ministro Edouard Philippe ha dicho que: “Más allá del respeto del formalismo propio de las actas de naturaleza jurídica, las administraciones dependientes del Estado deben adecuarse a las reglas gramaticales y sintácticas, principalmente por razones de inteligibilidad y de claridad”.
Por escrito, dijo que: “la forma masculina es una forma neutral que debe usarse para términos que aplican a mujeres”. Es decir, no excluye —sino que integra— por medio de los recursos lingüísticos ya existentes.
Desde la oficina de Édouard Philippe han dicho que de esta manera “pone fin a la controversia“. Asimismo, afirman el compromiso del gobierno con “mejorar la igualdad entre mujeres y hombres”.
Según relata EuroNews, aunque la controversia probablemente persista, a través de redes sociales tanto tradicionalistas como modernistas podrían estar de acuerdo con las palabras de un comentarista en alusión a la lengua francesa: “nuestro lenguaje sigue siendo complicado, pero hermoso en su riqueza”.