
El 9 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Libertad en honor al aniversario de la Caída del Muro de Berlín, el cual, por décadas, dividió a Alemania en dos y a Occidente de la cortina de hierro impuesta por el socialismo soviético. Como todos los años, desde la proclamación de la fecha, hace poco más de una década y media, la Casa Blanca emite una publicación al respecto.
Pero esta vez tuvo una carga discursiva más marcada, pues fue publicada apenas dos días después de que la Casa Blanca proclamó por primera vez el Día Nacional de las Víctimas del Comunismo; en vista de que este año fue el aniversario número 100 de la revolución soviética que implantó el socialismo en Rusia y, con el tiempo, en todo el este de Europa hasta Alemania.
Al igual que su predecesor, Obama, Trump habló de las familias divididas por el muro. Dentro de las incontables diferencias existentes entre ambos, tanto partidarias como discursivas, está el hecho que una integrante de su familia estaba del otro lado; su esposa y madre de su hijo menor.
Melania Trump, quien hoy reside en la Casa Blanca, es una inmigrante que nació en Eslovenia, una de las naciones que formó parte del bloque conocido como Yugoslavia que unificó a siete naciones bajo una sola bandera con sangre y fuego que por décadas estuvo bajo el yugo del socialismo soviético como nación satélite, una de las tantas, como Alemania Oriental al otro lado del muro.
En contraste con las dictaduras vitalicias de los regímenes socialistas, Trump destaca en su proclamación la importancia de poder elegir a los gobernantes y que su poder sea limitado. Haciendo referencia a los alemanes que derribaron el muro dijo:
“Mediante elecciones democráticas y un fuerte compromiso con los derechos humanos, estos hombres y mujeres decididos se aseguraron de que sus conciudadanos y futuros ciudadanos pudieran vivir sus vidas en libertad. Hoy, se nos recuerda que la función primaria del Gobierno es precisamente esto, asegurar preciosas libertades individuales”.

Para muchos será irónico que Trump celebre el derribamiento de un muro cuando él elaboró su campaña electoral basándose en la construcción de uno. Aunque siendo históricamente honestos, sería la prolongación de uno; pues ya existía la cerca que divide a México de EE. UU. No obstante, los propósitos de ambos muros son distintos. El uno pretende controlar quién entra, mientras que el otro controlaba que nadie saliera. Aun aclarando esto, los muros fronterizos generan mucha incomodidad, pues no dejan de ser una limitación.
Si se aplica la metáfora a una casa, cuando alguien toca la puerta, el dueño pregunta quién es antes de abrir; mientras que quienes viven en su interior son libres de salir cuando quieran. Cosa que no sucedía en Alemania oriental y tampoco en los regímenes socialistas de hoy como Cuba, de dónde huyen hasta en balsas.
Al igual que una casa que ha sido construida, el presidente de los EE. UU. no se refiere a algo dado, sino a algo que debe ser cuidado:
“Si bien vivimos en un tiempo de libertad sin precedentes, el terrorismo y el extremismo en todo el mundo continúan amenazándonos. El triunfo final de la libertad, la paz y la seguridad sobre el totalitarismo represivo depende de nuestra capacidad para trabajar codo con codo con nuestros amigos y aliados. Cuando las naciones trabajan juntas, hemos asegurado, aseguraremos y promoveremos la libertad y la estabilidad en todo nuestro mundo.
En el Día Mundial de la Libertad, nos volvemos a comprometer con el avance de la libertad sobre las fuerzas de la represión y el radicalismo. Continuamos dejando en claro que los regímenes opresivos deben confiar en su gente y otorgar a sus ciudadanos la libertad que merecen. Eso hará mejor al mundo”.
Apenas dos días antes, en el aniversario número 100, por primera vez la Casa Blanca declaró el aniversario del día del fin de la Revolución Bolchevique en Rusia como el Día Nacional de las Víctimas del Comunismo. En la página oficial dice lo siguiente:
“La revolución bolchevique dio origen a la Unión Soviética y sus oscuras décadas de comunismo opresivo, una filosofía política incompatible con la libertad, la prosperidad y la dignidad de la vida humana.
Durante el siglo pasado, los regímenes totalitarios comunistas en todo el mundo han matado a más de 100 millones de personas y sometido a innumerables más a la explotación, la violencia y la devastación incalculable. Estos movimientos, bajo el falso pretexto de la liberación, privaron sistemáticamente a personas inocentes de los derechos que Dios les otorgó de culto libre, libertad de asociación e innumerables otros derechos que consideramos sacrosantos. Los ciudadanos que anhelan la libertad fueron subyugados por el Estado mediante el uso de la coacción, la violencia y el miedo.
Hoy recordamos a los que han muerto y a todos los que continúan sufriendo bajo el comunismo. En su memoria y en honor al espíritu indomable de aquellos que han luchado valientemente para extender la libertad y las oportunidades en todo el mundo, nuestra Nación reafirma su firme determinación de hacer brillar la luz de la libertad para todos los que anhelan un futuro más brillante y libre”.
Historic. Thank you @POTUS for honoring 100+ million people killed by communism since 1917 & those who suffer still. https://t.co/gb3firwFi4
— Marion Smith (@smithmarion) November 7, 2017
No tardó en pronunciarse el presidente de la Fundación por la Memoria de las Víctimas del Comunismo, Marion Smith. Agradeció a “POTUS”, abreviación del presidente de los Estados Unidos de América por sus siglas en inglés, por honrar a las más de 100 millones de personas que fueron asesinadas por el comunismo desde 1917, y por aquellos que todavía sufren.
Pues el ideal pregonado por el marxismo a través del socialismo científico que conduciría al comunismo, se sigue manifestando en el mundo e incluso en nuestro continente, particularmente en Cuba y Venezuela.