Durante la conferencia conservadora del 2017 en el Reino Unido que se celebró a mediados de la primera semana de octubre, la primera ministra británica, Theresa May, sufrió un ataque de tos. Esto llevó a las cámaras a enfocar el puño que cubría su boca; lo que puso en evidencia una pulsera con iconografías de Frida Kahlo. Causó furor en redes sociales, dada la militancia comunista de la pintora mexicana.
Hubo indignación por parte de conservadores que cuestionaban la apología al comunismo, mientras defensores de la pintora y sus ideales lamentaban que alguien de ideas presuntamente opuestas luzca su imagen. Pese a las reacciones, se muestra latente cómo el socialismo —en su variante internacionalista— se plasma con normalidad en la cultura, llegando a ser parte de prendas, incluso de quienes expresan ideas —aparentemente— contrarias.
- Lea más: Militarizan y prohíben celulares en hospitales de Venezuela tras imagen de partos en sala de espera
Frida Kahlo es conocida sobre todo por su arte, particularmente por los autorretratos donde reflejaba el dolor que le causaban las secuelas del tranvía que le atropelló y que fracturó su columna, destrozó su abdomen —lo que la dejó esteril— y logrando que pierda paulatinamente el uso de sus extremidades.
Frida decía: “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida… el otro accidente es Diego”. Al equiparar su experiencia en el amor con el accidente, Frida desvincula por completo su responsabilidad en su manera de amar; lo atribuye al azar. No elige el amor, le sucede. Es así como si se enamora de un genocida, no es porque ella lo decidió, le sucedió.
Bajo esa premisa tuvo un amorío con un genocida. Pues, aunque muchos conocen su estética, ignoran la militancia política que tuvo, al igual que su esposo y por supuesto su amante, León Trotsky; a quien se le atribuye directamente el fusilamiento de más de 2.000 rusos solo en el levantamiento de Kronstadt, donde lideró al ejército rojo para suprimir a la insurgencia y al menos 5.000 personas perdieron la vida. Como gestor de la revolución rusa, indirectamente se le atribuyen decenas de miles más.
Pese al legado de sangre y miseria, en 1928 Frida Kahlo formó parte del Partido Comunista, donde conoció a Diego Rivera. A raíz de esa alianza política, él retrató a Frida en su cuadro ‘Balada de la revolución’. Ahí aparece Frida con una estrella roja repartiendo armas, de fondo está la bandera comunista.
Pero la represión de Stalin, líder de la Unión Soviética, logró que muchos artistas y filósofos de la época se desvincularan del partido comunista. Frida y Rivera lo hicieron en 1937. Pues entre 1936 y 1938 sucedió la Gran Purga, donde el régimen reconoció haber eliminado —sea por fusilamiento o condena a campos de labor forzada en Siberia— a al menos 600.000 disidentes dentro del partido. Extraoficialmente, e incluyendo a civiles, las purgas superan los millones.
En esa época la pareja albergó a Trotsky, dada su persecución por el régimen que él mismo ayudó a forjar.El evidente amorío entre Kahlo y Trotsky hizo que sea insostenible que sigan viviendo bajo el mismo techo con sus respectivos cónyuges. Entonces Trotsky se fue de la Casa Azul -que hoy es el Museo Frida Kahlo- y se mudó a las cercanías donde, finalmente, en 1940, se ejecutó la orden de Stalin, fue asesinado.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética —que luchó en el bando aliado— se proclamó heroica y sus crímenes de décadas pasadas quedaron temporalmente exculpadas. Así que siguiendo los pasos de Rivera, Frida volvió al Partido Comunista en 1948.
A pesar de que fue el verdugo de su amante, Kahlo retrató a Stalin; autor intelectual del Holodomor, “el hambre artificial”, cuando los terratenientes y campesinos ucranianos que se negaron a entregar sus tierras al régimen que iba a redistribuir la riqueza fueron condenados a cosechar durante un año sin poder comer lo cosechado. Quien comía o se resistía era fusilado o enviado en tren a Siberia, donde 1 millón y medio de personas murieron congeladas. De acuerdo con la fundación en memoria a las víctimas del comunismo, murieron hasta 10 millones de ucranianos sumando el hambre, frío y la labor forzada. Sin embargo, en su retrato “el marxismo dará salud a los enfermos”, Frida sostiene que la ideología que mató —y, a través de los regímenes que aún pregonan dicha ideología, aún mata— trae salud.
Así como buena parte del mundo olvidó los horrores del socialismo internacionalista soviético —en buena medida por haber ayudado a derrotar al nacionalsocialismo (nazismo)—, Frida perdonó a Stalin y se retrató junto a él. De la misma manera, un ícono conservador como la primera ministra británica Theresa May usa una pulsera que representa a una comunista convencida que albergó y amó a un asesino que gestó y perpetuó una de las peores dictaduras de la humanidad.
Ambas mujeres evidencian cómo culturalmente no existe el mismo rechazo por ambas vertientes del socialismo que han causado tantas muertes y atropellos contra las libertades individuales al colectivizar y posteriormente socializar culpas hacia grupos que consideran enemigos del pueblo. Sería inimaginable portar el rostro de Eva Braun, por ejemplo, que fue amante de Hitler (no se casaron hasta horas antes de la presunta muerte de ambos); tampoco podría estar libremente expuesto un cuadro con una esvástica en un museo, pero con la hoz y el martillo sí sucede.
Theresa May usa un brazalete de Frida Kahlo y las redes la condenan por llevar la imagen de una comunista. https://t.co/KfJUHE1y6P pic.twitter.com/YVgreiY9py
— Univision Noticias (@UniNoticias) October 5, 2017
Can I just point out that Theresa May is wearing a bracelet of Frida Kahlo, a member of the Communist party who LITERALLY DATED TROTSKY pic.twitter.com/CR13geaO7n
— Hannah Jane Parkinson (@ladyhaja) October 4, 2017
Un periodista del diario inglés The Guardian pregunta: “¿Puedo señalar que Theresa May está usando una pulsera de Frida Kahlo, integrante del partido comunista que literalmente salió con Trotksy?”.
Comrade May is a sleeper agent, tasked with destroying the conservatives from the inside. ✊?
— Jake Callaghan (@JakeCallaghan) October 4, 2017
En respuesta, otro Tweet hace una sátira diciendo: “La Camarada May es un agente silencioso, su tarea es destruir a los conservadores desde adentro”.
En su discurso frente a la conferencia conservadora, la primera ministra británica dijo que no es conocida por ser una persona muy emotiva. Usó una expresión en inglés “no llevo el corazón en la manga”. Pero a milímetros de su manga, en el puño, portaba un ícono comunista que no solo militó en el partido, sino que honró en su obra a los promotores y gestores de las dictaduras más sangrientas de la humanidad. Esto no —necesariamente— significa que tenga adhesión por las ideas de Kahlo.
Lo que sí exhibe es que el marxismo ha sido normalizado en la cultura; al punto que hasta una líder —aparentemente— conservadora adopta la estética de sus apologistas no solo en su vestimenta, sino en medio del evento anual de su partido que es abiertamente adverso a las ideas que promovía la artista comunista.
Por ello, es tarea de quienes repudiamos enfáticamente todo tipo de socialismo visibilizar la doctrina autoritaria, empobrecedora y asesina detrás de estos supuestos idealistas hasta que tengan su propio Nüremberg.