
Una vez más el presidente de los EE. UU., Donald Trump, se encuentra envuelto en una división social. En redes sociales tiene tanto apoyo como oposición. Se trata de una campaña por parte de celebridades, sobre todo deportistas, que se arrodillan durante el himno nacional como protesta al manejo de los temas raciales en el gobierno. Acciones similares han sucedido desde la lucha de los derechos civiles de los años 60, pero nunca sumó tantos simpatizantes como ahora. Los números están tan influenciados por la capacidad de captación e inmediatez de las redes sociales como del discurso polarizante del mandatario.
En la NFL, la liga nacional de fútbol americano, comenzó en agosto del año pasado —durante la gestión de Obama— en rechazo al trato policial a jóvenes negros. Pero la tensión racial en el país va en aumento. Luego que el presidente dijo que los manifestantes más radicalizados tanto de izquierda como de derecha tienen gente buena y mala, durante las protestas en la ciudad de Charlottesville; donde unos exigían la remoción de estatuas de la Guerra Civil y los otros su permanencia, la situación se agravó.
#TakeAKnee y #TakeTheKnee, arrodíllate, son las consignas de apoyo a la iniciativa en redes sociales. En contraposición, #IStand, yo me paro, es la campaña de apoyo tanto a la gestión del mandatario como de la bandera, el himno y el ejército. Políticamente, la izquierda tiende —más internacionalista— tiende a simpatizar con los manifestantes que se reniegan a cantar el himno, mientras que simpatizantes de derecha optan por el fervor patriótico y seguir de pie ante el himno y la bandera.
El viernes en la noche, en medio de un discurso en el estado de Alabama, Trump respondió a la acción preguntando al público presente: “¿No les encantaría que uno de los directivos de la NFL, cuando vean a estos tipos irrespetar nuestra bandera, le diga: saquen a ese hijo de p*ta del campo de juego,”¡Está despedido!”?”. Quienes sigan la carrera del mandatario desde cuando era empresario y más que eso, una estrella de la televisión, cuando disfrutaba de despedir empleados en su programa cuando no cumplían sus exigencias, recordarán cómo es posible hacer un paralelo. Si bien una empresa tiene derecho a despedir a sus empleados cuando incumplan su trabajo, como sucedió en el caso de quienes se negaron a salir de los vestidores durante el himno, que un presidente cuestione —con tales términos— la libertad de expresión de sus ciudadanos genera incomodidad.
Hoy en día la política se enfrenta a una nueva dinámica: la inmediatez. Sumado a los discursos de los mandatarios, está su interacción en las redes sociales. Para alguien tan efusivo como el presidente de los EE. UU., Donald Trump, esto le gana tantos simpatizantes como detractores.
.@CNN is #FakeNews. Just reported COS (John Kelly) was opposed to my stance on NFL players disrespecting FLAG, ANTHEM, COUNTRY. Total lie!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 25, 2017
Tweet: CNN son noticias falsas. Acaban de reportar que John Kelly, jefe de gabinete, se opuso a mi postura frente a la falta de respeto a la BANDERA, el HIMNO y el PAÍS de los jugadores de la liga nacional de fútbol americano.
El propio canal de noticias CNN aclaró que el jefe de gabinete dijo en una entrevista breve el día lunes:”Creo que cada estadounidense, cuando se toca el himno nacional, debe cubrir su corazón y pensar en todos los hombres y mujeres que han sido mutilados y asesinados”, dijo Kelly. “Cada estadounidense debe ponerse de pie y pensar durante tres miserables minutos”. Dijo estar “abrumado” por semejante falta de respeto. Cabe mencionar que Kelly perdió a su hijo —Robert Michael Kelly— en Afganistán en el 2010 en el frente de batalla, con lo cual no es un tema menor para él.
Al respecto, esta mañana, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, citó al general Martin Dempsey, expresidente del Estado Mayor Conjunto: “Es importante recordar que nuestro ejército está compuesto por voluntarios. Obviamente, se necesita un tipo especial de patriotismo para que las personas se ofrezcan a arriesgar su vida por su país. El suyo no es un patriotismo ciego que finge que no hay nada malo con el país. Cada hombre y cada mujer uniformado sabe que todavía tenemos trabajo que hacer para lograr la igualdad, oportunidad y justicia para todos a los que aspiramos. Pero cada miembro del ejército también sabe que vale la pena defender lo que es correcto sobre los Estados Unidos. Y si vale la pena defenderlo, vale la pena honrarlo”.
Es decir, vinculan el respeto a la bandera con honrar a quienes han muerto en su nombre. Por ello, en lugar de asumir un tono conciliador, que una a sus ciudadanos, el presidente ahonda su postura. Muestra intolerancia hacia quien falta el respecto a un símbolo que él —como jefe de Estado— considera sagrado. Y es esta rigidez la que sus detractores repudian, que le odiarán haga lo haga, y sus simpatizantes admiran. Pues para los unos muestra poca apertura hacia sus ideales, mientras para los otros indica firmeza y convicción. Así mantiene su discurso no cómo alguien que pretende agradar a todos, sino como alguien que dice lo que piensa; moleste a quién moleste, encarnando el mismo personaje que tanto rating ganó en televisión.