
La libertad de expresión se enfrenta a una nueva disputa en redes sociales, el usuario de la escritora Activist Mommy (Mamá Activista) fue eliminado de Twitter y YouTube le quitó la capacidad de recibir dinero a cambio de sus publicaciones.
La polémica se desató porque la madre se quejó por una publicación que aparece en la revista para adolescentes Teen Vogue. Se trata de “La guía para el sexo anal“. Es un instructivo detallado sobre cómo hacerlo.
Una de las críticas llega porque el artículo no habla de los riesgos que conlleva dicho acto. Si bien habla de la importancia del uso de profilácticos para prevenir enfermedades de transmisión sexual, no indica cómo se contraen y cuáles son.

Pese a que la publicación fue realizada por una activista feminista y educadora sexual, hubo críticas desde el feminismo. Un artículo en el diario inglés The Independent así lo expuso. Pues el manual divide a las personas entre quienes tienen próstata y quienes no, dado que existen distintos estímulos en esa zona. Así la autora propone que manual exhibe a la mujer como un “no-hombre”.
Pero la mayor activista contra la publicación fue Activist Mommy, una madre cristiana, que quemó un fascículo de la revista y publicó dicha quema en redes sociales. La publicación logró tanto la remoción de Twitter como la pérdida de la capacidad de recaudar fondos a través de YouTube. Inicialmente fue en Twitter, donde la madre activista dijo: “Una revista sodomita te premió por enseñar la sodomía a niños” y etiquetó al editor digital de la revista Teen Vogue, Phillip Picardi, ya que fue premiado como unas de las personas LGBT con más influencia en los medios.
Aunque no se sabe a ciencia cierta por qué fue retirada de la red social, la plataforma conservadora PJ Media supone que posiblemente fue por el uso del término “sodomita”. Cita a la Biblia, que resalta como el libro más comprado, como fuente tanto del término como su aplicación la práctica. Es el origen bíblico lo que comúnmente genera incomodidad respecto al uso del término. Pues se remonta a Sodoma y Gomorra.
En respuesta a las múltiples críticas de padres de familia, Picardi editor digital de Teen Vogue, publicó en Twitter una foto besando a otro hombre donde muestra su dedo medio, cuya uña tiene pintada la bandera del arco iris que representa a grupos LGBTQIA+. Este gesto, sobre todo en EE. UU., simboliza el acto sexual; una forma de decirle al otro que debe ser penetrado.
El contenido de la publicación de Picardi podría ser considerado como altamente ofensivo, como lo fue el uso del término sodomita. Sin embargo, a diferencia de la crítica de Elizabeth Johnston, la madre activista, el tuit permanece intacto en redes sociales.
Respecto al impacto del texto, consultamos con Gloria Bermúdez, doctoranda en psicología. Sostiene que la conclusión del artículo —”El sexo anal y la estimulación anal pueden ser increíbles, y si quieres hacerlo, hazlo. Más poder para ti”— tiene una finalidad clara: dejar una huella en el adolescente. El enunciado opera como un imperativo categórico: si lo haces, tendrás más poder.
De este modo, indica Bermúdez, deja de ser un texto expositivo. Cuando un postulado pretende ser informativo, no lleva al lector a coincidir con tu punto de vista, menos aún de convencerlo que si hace algo, tendrá una ganancia; en este caso de poder. Es como la voz de una propaganda, no de un comercial, una propaganda.
Al tratarse de menores, esta insinuación cobra un carácter aun más complejo. El manual habla de la importancia del consentimiento. Pero, al tratarse de una revista que apunta a menores de edad, la mayoría aún no tiene edad para consentir. Entonces, más allá de la moral de cada cual, entra en un territorio gris desde lo legal.
En resumen, el análisis tanto del texto de origen como las reacciones que ha causado tienen una serie de interpretaciones subjetivas que apelan e incomodan a los estándares de varios. Lo que sí es unánime, es la libertad de poder expresar lo dicho. Sin embargo, en las redes sociales, al ser de gestión privada, las ideas que se expresan quedan sujetas a las normas establecidas. Ahora cabe preguntarse si todas las ideas tienen la misma apertura y sobre todo a partir de cuándo algo es ofensivo hacia las creencias de otros y si esa ofensa es digna de censura.