Esta semana, el diario independiente del condado de Marín California, Marinij, reportó que varios padres de familia están preocupados porque —bajo el lema de la inclusión— un colegio católico de la zona está retirando no solo símbolos religiosos, sino hasta la palabra “católico” de los textos. Las autoridades sostienen que tienen cada vez menos alumnos católicos y que las figuras incomodan a los nuevos alumnos y sus padres. Aclaran que la ola de exigencias de retirar estatuas históricas por parte de activistas de extrema izquierda no tienen nada que ver. Sin embargo, los tiempos coinciden.
La plataforma digital Daily Wire hizo eco de la noticia alegando que el auge de la izquierda en la cultura, academia y política lleva a instituciones como esta a condicionarse para cumplir con la presión imperante y así, argumentando que es por mayor inclusión, quiebra sus preceptos fundacionales. Se refiere a la remoción de símbolos y términos de la institución como una purga.
Asimismo, WND (World News Daily) replicó la noticia como secuela de una publicación previa titulada “La guerra contra las estatuas se extiende a santos católicos“. En medio de las manifestaciones de extrema izquierda que exigían la remoción no solo de estatuas sino hasta de los cuerpos de figuras de la confederación de estados del sur que participaron en la Guerra Civil de EE. UU., se derribaron, marcaron y destruyeron estatuas de santos católicos.
La directora de la junta directiva del Colegio San Dominico de San Anselmo llamó “desafortunada” la coincidencia cronológica de las estatuas, ya que fue simultánea a los disturbios en Charlottesville con la remoción de una estatua del general confederado Robert E. Lee, y sostiene que los temas son “totalmente diferentes” y aclara que “la gente tiene dificultades con el cambio “.
No obstante, los tiempos coinciden y el colegio pasó de tener 180 estatuas y símbolos católicos a apenas 18. La más polémica fue una figura de la Virgen María y el Cristo bebé. De acuerdo a una madre de familia, Kim Pipki, la relevancia de la estatua no era por afinidad religiosa sino por la tradición que representó durante más de un siglo. Era la figura central del patio de la primaria. Comenta que los niños jugaban a ponerle una corona a la virgen y anhelaban la llegada de ese momento en su vida escolar, como lo hicieron sus hermanos mayores. Ahora declara estar “en shock”, ya que una figura que fue parte de la comunidad por más de un siglo está en un sótano.
Pero ese destino, aunque desafortunado para muchos, es poco para lo que sufrieron otros santos alrededor del país. En el mismo estado, días antes, una imagen de San Junípero Serra fue bañada en pintura roja y pintada sobre su cuerpo la palabra “asesino”. Otros santos fueron marcados con esvásticas, derribados y decapitados. Ese mismo destino lo sufrió Juana de Arco, la santa de (Nueva) Orleans, cuya estatua hoy indica “derríbenla”.
Sin embargo, según las declaraciones, tanto de los padres de familia inconformes como de las autoridades del colegio, la desaparición de símbolos y tradiciones católicas no comenzó con las protestas sino que ha sido parte de un proceso. En un correo electrónico a la junta directiva de la escuela, las Hermanas Dominicas de San Rafael, el director de la escuela y la madre de una alumna de 8 años, Shannon Fitzpatrick, se opusieron a la eliminación de las estatuas y otros pasos que la escuela ha tomado en un esfuerzo para hacer la escuela más inclusiva.
Declara: “Articular una fundación inclusiva parece significar abandonar la tradición de 167 años de San Domenico como escuela católica dominicana, tener miedo y vergüenza de celebrar la herencia y las creencias”. Agregó: “En nuestro tiempo aquí, la palabra ‘católico’ se ha eliminado de la declaración de misión, los sacramentos fueron removidos del currículo, el plan de estudios de la escuela inferior fue cambiado a las religiones del mundo, el logotipo y los colores fueron cambiados para ser ‘menos católico’ , y el uniforme fue cambiado para ser menos católico”. Exclama que si la tendencia del colegio sigue así, corresponde que el colegio notifique a los padres antes de matricular a sus hijos en el siguiente periodo escolar.
Al respecto, otra madre, Cheryl Newell, con cuatro hijos egresados de San Domenico, dijo: “Estoy extremadamente decepcionada con la escuela y por la dirección en la que han estado yendo. Esto no es algo nuevo que hayan estado erosionando intencionalmente su herencia católica. Están tratando de ser algo para todos y no están haciendo feliz a nadie “.
Es decir, bajo el lema de la inclusión, están excluyendo a las familias que matricularon a sus hijos en una academia justamente porque es católica. Frente a esto, autoridades del colegio aclaran que el colegio opera de manera independiente, no bajo ninguna autoridad eclesiástica y como tal tiene la potestad de adecuar tanto la enseñanza como los símbolos y las tradiciones. Lo cual es cierto, como entidad privada, tienen la libertad de decidir cómo opera la institución. No obstante, ya que ofrecen un servicio, debe ser adecuado a lo que ofrecen. Así indican los padres, que al menos deben ser notificados antes de inscribir a sus hijos.
Queda definir si es hacia el nuevo público que apuntan o hacia quienes buscan la tradición de un colegio histórico y si en efecto los cambios paulatinos se tornaron apresurados en estos días, dada la presión política o incluso el temor que corran la misma suerte sus instalaciones que tantas otras plazas por erguir figuras, como santos católicos, que se han vuelto símbolos polémicos en medio de tensiones partidistas y cada vez más extremistas.