Se cumple la primera semana desde que se desató el choque en las calles de la extrema izquierda contra la extrema derecha en EE. UU. A lo largo del sur de EE. UU. grupos de extrema izquierda están derribando y pidiendo que las autoridades gubernamentales derriben estatuas de personajes históricos a quienes llaman racistas. Incluso removieron la tierra que cubre a algunos y amenazaron con desenterrarlos para que retiren sus cuerpos. En contraposición, grupos de extrema derecha responden en defensa de dichas estatuas.
En medio de esta tensión social, racial e ideológica surge el tema del aborto, un fenómeno que sucede mayormente en comunidades de poblaciones minoritarias; esto hace que uno de los organizadores de la marcha de la extrema derecha apoye este acto, ya que ayuda a reducir el número de dichas poblaciones. Mientras tanto, desde la izquierda, el apoyo al aborto legal es una medida casi unánime; sin tomar en cuenta el origen de la medida, por quién fue fundada y hacia quién estaba orientada.
Se trata de la organización más prominente en lo que a abortos en EE. UU. respecta, Planned Parenthood. Actualmente esta entidad recibe fondos públicos y provee 1/3 de los abortos realizados en el país. Lo que muchos de sus simpatizantes desconocen, particularmente aquellos que hoy critican abiertamente el racismo y están dispuestos a demoler monumentos históricos para manifestarlo, es que el origen de esta organización es no solo racista, sino eugenésico. Su fundadora, Margaret Sanger fue citada declarando su deseo de lograr “una nueva raza con alma racial” en los Estados Unidos. Asimismo, en una reunión de mujeres del Ku Klux Klan pidió “cerrar las puertas de la inmigración” a aquellos “cuya condición se sabe que es perjudicial para la resistencia de la raza”, y anhelaba acentuar “los mejores elementos raciales en nuestra sociedad” para borrar de la población a “las poblaciones defectuosas —las hierbas humanas que amenazan la floración de las mejores flores de la civilización americana”.
En torno a un tema tan delicado como es el aborto, existe información no solo sesgada, sino errada y sin duda alguna exagerada tanto de simpatizantes como detractores. Por ejemplo, que Sanger trabajó junto a Hitler. No hay evidencia que lo afirme. Lo que sí existe son varios testimonios de ella, tanto escritos como audiovisuales, en los que —al igual que el Nazismo— proponía políticas eugenésicas. Sanger escribió un manifiesto titulado “Mi camino hacia la paz“. La declaración entera está disponible en el sitio de la Universidad de Nueva York. Proponía que para lograr la paz el Congreso debía regular la población humana. Lo leyó públicamente y sugirió que el Congreso por medio de una comisión aplicara la ciencia a la población humana para lograr los mejores especímenes posibles. Para lograrlo propuso, entre otros puntos:
Este organismo dirige y controla a la población a través de las tasas de natalidad e inmigración, y dirige su distribución por el país de acuerdo a las necesidades nacionales de acuerdo con el gusto, la aptitud y el interés de los individuos. […]
c) mantener cerradas las puertas de la inmigración a la entrada de ciertos extranjeros cuya condición se sabe que es perjudicial para la resistencia de la raza, como los idiotas, insanos, sifiléticos, epilépticos, criminales, prostitutas profesionales, y otros en esta clase prohibidos de entrada por las Leyes de Inmigración de 1924.
d) aplicar una severa y rígida política de esterilización y segregación a ese grado de población cuya progenie ya está contaminada o cuya herencia es tal que los rasgos objetables pueden ser transmitidos a la descendencia.
También propuso en su manifiesto subsidios estatales para esterilizar a quienes tengan genes indeseables, e implementar campos de trabajo para el aislamiento de quienes tengan estas características. Asimismo, fronteras abiertas solo para quienes tengan culturas asimilables y genes deseables. Esto último no dista en absoluto de la retórica de los nacionalistas blancos a quienes hoy se enfrenta y repudia en las calles la izquierda combativa. De hecho, uno de los organizadores de la marcha de la extrema derecha, Robert Spencer, hizo un video de apoyo al aborto. Ahí se refiere despectivamente hacia la “gente que piensa en términos de derechos humanos”, es decir los provida. Continúa: “Las personas que están teniendo abortos generalmente son muy a menudo negros o hispanos o [gente] de muy pobres circunstancias, para ser honesto.” Es decir, así como Sanger sugería el control de natalidad en base a rasgos deseables, Spencer plantea que el aborto afecta mayormente a quienes no desea sean parte de su nación ideal.
En efecto, las clínicas de Planned Parenthood están mayoritariamente en zonas de minorías étnicas. Pero esto no parece ser un conflicto ético para los simpatizantes del aborto que a su vez son detractores del racismo, en parte por desconocimiento, en parte porque atribuyen al aborto una cualidad digna, ya que es una garantía del Estado y los simpatizantes del socialismo exigen un Estado proveedor.
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Irónicamente, pese a que los manifestantes usan su repudio hacia el racismo como inspiración, el día miércoles 16 de agosto vandalizaron la casa del único integrante negro del gabinete de Trump, el secretario de desarrollo urbano, el Dr. Ben Carson (que a su vez fue precandidato a la presidencia por el partido republicano en las últimas elecciones). El Dr. Carson denunció en su cuenta personal de Facebook que grafitearon su casa con consignas contra Trump y causaron destrozos. Ni él ni su esposa estuvieron en casa, sus vecinos se encargaron de limpiar todo antes de que él volviera. El Dr. Carson pide que así como sus vecinos cuidaron de él y los suyos, que aprendamos a ser mejores vecinos, a convivir.
Su convicción hacia la preservación de la vida de los niños se refleja en su profesión. Antes de la política, el Dr. Carson ejercía como neurocirujano pediátrico. Por ello en una entrevista con CNN, cuando fue consultado sobre el uso de fondos públicos para Planned Parenthood dijo: “es una organización cuya fundadora creía en la eugenesia… incluso hoy en día, la mayoría de sus clínicas están en un comunidades pobladas por minorías étnicas”, tal como indica Spencer.
De acuerdo con el pastor Clenard Childress, autor de la página Genocidio Negro: “El lugar más peligroso para un afroamericano es el vientre”. Sostiene que hay comunidades donde por cada bebé negro que nace, tres son abortados. En una publicación de la plataforma digital The Federalist esta semana, donde hace un paralelo entre el aborto y la supremacía blanca, y, cómo el apoyo a lo primero contradice la crítica a lo segundo, alrededor de 941 bebés negros son abortados en este país todos los días. En vista que Planned Parenthood provee más de un tercio del mercado del aborto en EE. UU., es responsable de 329 de esas muertes diarias. Al año, esto equivale a un poco más de 120.000 abortos de bebés negros en Planned Parenthood. Esto es alrededor de un tercio de los abortos totales que la organización realiza, tomando en cuenta que es un grupo demográfico que representa alrededor del 13 % de la población total de los Estados Unidos. Según el Instituto Guttmacher, que se especializa en estudiar y formar políticas sobre salud reproductiva, las mujeres negras reciben abortos cinco veces más que las mujeres blancas.
Quien pudo ser la primera mujer presidente de los EE. UU. , la candidata del partido demócrata, Hillary Clinton, dijo que “admira enormemente a Margaret Sanger”. Su historial de figuras cuestionables no termina ahí. Nada menos que en la página de YouTube del Departamento de Estado, cuando ella estaba a cargo de esa oficina, en 2010, bajo la administración de Obama, falleció Robert Byrd, líder del partido demócrata y miembro más longevo dentro del Senado, quien tuvo un alto grado de jerarquía dentro del Ku Klux Klan y a quien Clinton se refirió como su mentor. Incluso circula una foto polémica de ambos, donde él le da un beso de manera paternal.
Durante su tiempo como senador, Byrd dijo que su adhesión al clan fue un error de su juventud. No obstante, en 1944 -cuando tenía ya 34 años- se negó a servir en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y así se lo manifestó en una carta al Senador Bilbo:
Nunca lucharé en las fuerzas armadas con un negro a mi lado… Prefiero morir mil veces, y ver la Vieja Gloria pisoteada en la tierra para nunca más levantarse, que ver a nuestra amada tierra nuestra degradada por la raza mestizos, un retroceso al espécimen más negro de las selvas.
Aclaro que “Vieja Gloria” es un apodo a la bandera de los EE.UU. La carta, junto a otras declaraciones polémicas, tanto de Byrd como de varias figuras polémicas del partido, aparecen en el libro -y la película– La América de Hillary: La historia secreta del Partido Demócrata. También aparece Margarer Sanger anunciando su frase más conocida, de su libro La Mujer y la nueva raza, donde resalta al socialismo y feminismo como necesarios en contraposición al capitalismo “con su tendencia a la sobrepoblación, a la competencia ilimitada, a la miseria social y al desorden”, por ende, “lo más misericordioso que una familia grande puede hacer a uno de sus miembros infantiles es matarlo.” Aquí pueden ver el extracto.
Tres años después de la carta al senador, cuando Byrd tenía 37 años, le escribió una carta al Gran Mago del KKK, la mayor jerarquía dentro del clan, diciendo: “El Klan es necesario hoy como nunca antes, y estoy ansioso por ver su renacimiento aquí en Virginia Occidental y en cada estado de la nación”. El clan tiene estructura jerárquica. Byrd obtuvo el rango de “kleagle”, cuyo rol era reclutar adeptos. Inició a 150 personas. Por voto unánime ascendió al rol de “Gran Cíclope”.
Cabe mencionar que el origen del KKK está vinculado al Partido Demócrata, así lo detalla Carol Swain, profesora de derecho y ciencias políticas en un video para Prager University. Destaca además cómo ha sido quien no solo perpetúa el racismo institucional sino que lo promueve. Pues, en sus inicios el KKK estaba compuesto de terratenientes del sur que se disfrazaban con capas blancas para asustar a los esclavos y así impedir que se escaparan hacia el norte, donde la esclavitud ya había sido abolida.
Irónicamente, este fenómeno que fue uno de los mayores agravantes que desató la Guerra Civil, donde el norte industrial con su maquinaria se enfrentó al sur agrario que exigía conservar su mano de obra esclava, hoy tiene a simpatizantes del Partido Demócrata combatiendo contra el KKK que fue su propia creación. En aversión a la campaña presidencial de Trump, surgió el ala combativa de este partido, conocido como Antifa (antifascista) que ha causado destrozos en todas sus manifestaciones.
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Esto también nos lleva a cuestionar el concepto de izquierda-derecha. Pues, fue el Partido Republicano que representa Trump quien promovió la abolición de la esclavitud y hoy a quien se le reprocha lo contrario. Bajo la premisa del rechazo al racismo, los Antifa y organizaciones afines destruyen estatuas de figuras históricas, incluso una estatua de Juana de Arco fue graffiteada pidiendo que se remueva.
Sin embargo, la tumba de Robert Byrd, miembro del KKK y mentor de Clinton, sigue intacta. Y a pesar del evidente vínculo histórico en la teoría y la práctica de las campañas de aborto, como Planned Parenthood, en contra de minorías étnicas, tampoco hay rechazo de quienes quieren remover no solo de las plazas, sino de la historia a quienes llaman racistas, mientras permiten descansar en paz a quienes lo fueron abiertamente siempre y cuando hayan sido los mentores de sus ídolos.