Previamente mencionamos que sólo la Asamblea Nacional puede abrir la puerta a la expulsión relativamente ordenada del Cartel de la Habana de tierras venezolanas. Si la AN decide mantener su discurso legalista, a Venezuela lo único que le queda en el panorama son 60 años más de colonización cubana y opresión narcoterrorista acompañada por muerte, persecución y hambre –o un largo y trágico conflicto armado que finalmente nos lleve a la libertad.
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¿Cómo se puede afirmar semejante locura? Veamos:
Escenario 1: Las Protestas continúan hasta que eventualmente el cansancio acaba con ellas
El primer escenario sería inofensivo para el régimen: las protestas continúan y no escalan. Estas pueden durar semanas o meses incluso. Eventualmente, si no escalan a algo más, el cansancio será, en definitiva, su fin. Entretanto los puntos de financiamiento del Castro-Chavismo quedan intactos —el petróleo y el narcotráfico— mientras los sectores que aún son semi-independientes en la sociedad se debilitan aún más o quedan destruidos. El riesgo para la narcotiranía en este escenario es que la prolongación de las protestas finalmente lleve a que sí escalen en cuyo caso entramos al cuarto escenario.
Por eso el Cartel de la Habana en Miraflores busca enfriar las protestas con el menor costo político. Así, presenta una pieza de negociación sobre la mesa: La Constituyente.
El mensaje es claro – a la MUD se le ha colocado una espada de Damocles sobre la cabeza. O acaban con las protestas o su coexistencia con el régimen deja de serle útil, y quedarían eliminados de su juego político.
Escenario 2: Miraflores siembra una victoria para la MUD
De esta manera, el escenario ideal para el Cartel de la Habana en Miraflores es sembrar la idea de que la MUD se ha encargado de negociar una “victoria” —que sin duda luego terminará siendo pírrica—. La Asamblea Nacional Constituyente queda descartada; pero se queda Maduro ó incluso puede ser sacrificado para colocar a algún otro peón de la Habana como Tarek el Aissami. Para satisfacer a los escépticos el régimen puede llegar a aceptar algunos Magistrados del TSJ, Elecciones Regionales, etc. (además, puestos para todos). El discurso de la MUD será que hemos ganado porque se ha evitado un mal peor y podemos entrar en una nueva ronda de frenesí electorero.
Todas estas migajas son absolutamente inaceptables porque serían tan estériles como lo ha sido la Asamblea Nacional, sólo sirven para limpiarle la cara al régimen, darle tiempo, y apagar el espíritu rebelde.
Por otra parte, al igual que en las principales oleadas de protestas anteriores, luego de que estas se apagan, el régimen mantiene y aumenta la persecución a los principales cabecillas que ha identificado durante las protestas. No se trata de los líderes políticos de gran renombre, sino a aquellos que puede silenciar sin problemas. Los líderes de grupos de 10 a mil personas. Estos son los que pueden ocultar en las estadísticas de homicidios, los que pueden forzar al exilio amenazando a la familia, los que pueden encarcelar sin causar mayores problemas mediáticos.
Atacando a estos líderes —acusados de radicales por la misma oposición colaboracionista— se imposibilita un nuevo resurgir de la resistencia. Por supuesto, también se asegura el liderazgo de la MUD como único referente opositor: una oposición conveniente para la metrópolis del narcotráfico.
Escenario 3: Persecución Total
Ahora, si la MUD tiene suficiente coraje para rechazar la oferta de la narcotiranía, pero no lo suficiente para desconocerla, la orden sería: temporada de cacería. Si las protestas continúan sin escalar, este escenario es el más probable.
Aún falta mucho para ver lo peor.
Hasta ahora sólo hemos visto cómo el régimen manda a su primera y segunda línea. Aún tiene varias cartas bajo la manga y fichas que no ha puesto en juego, no con el nivel sangriento del que es capaz.
Por los momentos, la resistencia sólo se ha enfrentado —heroicamente— a los Guardias Nacionales (GN), que si bien son salvajes, en general, son de la categoría más baja de salvajes que integran al cartel. Con mayor salvajismo, el cartel también ha enviado a parte de sus sicarios, o colectivos como son conocidos en Venezuela, para atacar y matar a algunos jóvenes de la resistencia.
Vale recordar que el Cartel de la Habana en Miraflores cuenta con todas las armas institucionales: la Policía Nacional, Policías regionales, la Guardia Nacional y también las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) cuyas filas están completamente infiltradas y controladas por el régimen. Se sospecha que gran parte de éstas últimas —más de la mitad— podría rebelarse ante una ruptura institucional. Por ello las FAN son el último recurso del régimen, pero uno que estaría dispuesto a mandar.
Sobre esta base abrumadora se suman los más de 5 mil sicarios-colectivos entrenados por la G2, más de 4 mil guerrilleros terroristas de las FARC, 10 mil efectivos en armas de la G2 Cubana y 40 mil más de reservas en territorio venezolano. Además cuenta con por lo menos 100 mil milicianos descerebrados dispuestos a matar a cualquiera por sus fantasías comunistas y decenas de miles más en reserva.
En este escenario la masacre sería total, la narcotiranía utilizaría las fichas necesarias para que la represión escale a tal nivel que ni los más bravos y feroces guerreros de la resistencia se atreverían a persistir.
Aniquilada la rebelión y descartada la coexistencia con la oposición, el régimen procedería con la Constituyente. Sería el fin del capítulo. La consolidación total del estado comunal modelado en el sistema cubano. Se formalizaría el control absoluto del poder ejecutivo sobre todas y cada una de las instituciones del Estado forajido. La hazaña hoy titánica de derrotar al régimen pasaría a ser directamente cuasi-imposible.
Escenario 4: Las protestas continúan a pesar de la MUD y finalmente escalan
El escenario que aterra al Cartel de la Habana en Miraflores.
Ante el vacío de liderazgo coherente y la única alternativa de sumisión total, las protestas continúan y escalan de una manera atomizada y un tanto caótica.
Los familiares escenarios del Táchira y Barinas se hacen cada vez más comunes. No hay dirección, no hay un rumbo claro, es una insurrección total e impredecible. Indudablemente el régimen las combatirá con todo su arsenal intentando instaurar el escenario anterior, y en cualquier fase de este escenario lo podría lograr.
Si tiene éxito esta insurrección, lo más probable es que lo haga con una progresiva (y lenta) adquisición de armamento tomado por la fuerza del Cartel de la Habana en Miraflores. Redadas a pequeños arsenales del régimen con poca protección, empezando por guarniciones de Policías locales ó pequeños cuarteles. Eventualmente algunos jóvenes oficiales cuyos familiares padecen los mismos males que la población en general podrían verse inspirados por los guerreros de la resistencia y alzarse en armas contra sus superiores tomando alguno que otro cuartel.
Sin ánimos a ilusionarse, lo más probable es que el régimen retome la mayoría de sus primeras posiciones en caer, dejando un saldo trágico de mártires de la libertad.
Entretanto, la resistencia ya habría entrado en una mentalidad de guerra. Reconociendo que las guerras se ganan más en la logística y no tanto en el campo de batalla, algunos grupos procederían a atacar las fuentes de suministro del imperio cubano opresor: el petróleo y la droga. No sería extraño ver camiones de bomberos enviados a apagar los fuegos de refinerías.
Mientras los lacayos de cuba apagan fuegos (literal y figurativamente) en diferentes puntos del país, siguen surgiendo explosiones de rebelión: caen más cuarteles, más arsenales son redados, cargamentos de cocaína son incinerados, suministros de petróleos desaparecen en humo.
En las diferentes facciones que integran la alianza del Cartel de la Habana en Miraflores se comienza a sentir por primera vez el miedo real: miedo por sus vidas.
Ya no se enfrentan a estudiantes con manos blancas, ya no se enfrentan a guerreros de resistencia con escudos y guantes para devolver bombas lacrimógenas. No. La Bandera de Guerra a Muerte —hoy un símbolo de la resistencia— ha pasado a tener un significado real y literal.
Las redadas han armado a la resistencia. De cada cuatro batallones enviados a apagar un foco de rebelión, uno es masacrado, otro se une a la resistencia y los otros dos consiguen victorias para el régimen. Son victorias pesadas con un alto costo de vidas para ambos bandos. Los rumores corren entre los uniformados, y las deserciones crecen exponencialmente. Algunos se esconden y otros se unen a la resistencia libertadora que poco a poco se va cohesionando y tomando forma.
La tiranía intenta evitar el uso de las Fuerzas Armadas, ya no confía en ellas y teme seguir enviando soldados y armamento para la causa de su enemigo; pero los milicianos dispuestos a matar, no están tan dispuestos a morir. Intentará combatir a las Fuerzas Libertadoras de Venezuela con efectivos cubanos y guerrilleros colombianos además de las filas más adoctrinadas de las FAN, GN, PNB y los que aún no han desertado de las milicias.
No son suficiente.
Es probable que entre todo el caos el Gobierno pase de manos del peonsucho de Maduro a las de alguien con poder real y entrenamiento militar como Padrino López o Diosdado Cabello. Los dirigentes de la MUD se habrán alineado con alguno de los dos bandos o habrán sido fusilados (por cualquiera de los dos bandos). Ya no hay espacios para legalismos y palabras cobardes.
Ante la amenaza latente y el crecimiento de las Fuerzas Libertadoras, el régimen podría emitir la orden de fusilar a cualquiera que sea sospechado de pensamientos insurreccionales.
A lo largo del conflicto el Imperio cubano seguiría enviando tropas invasoras eludiendo controles internacionales, pero a un alto riesgo. Eventualmente podrían ser descubiertos y una coalición militar internacional amenazaría con intervenir a favor de los rebeldes.
Sin embargo, ya es irrelevante, no importa cuantas tropas manden de Cuba, las Fuerzas Liberadores no se detienen. Han formado un Gobierno paralelo y ya controlan algunas regiones estratégicas con suministros petroleros. Éste Gobierno Libertador recibe el visto bueno de la comunidad internacional y la tiranía está acorralada en Caracas y algunas pocas regiones.
Finalmente, ante la superioridad militar de las Fuerzas Libertadoras de Venezuela y la evaporación de las filas del régimen, el Gobierno Libertador toma Caracas habiendo negociado la rendición (o el asesinato) de las principales figuras del otrora Cartel de la Habana en Miraflores. No todo es color de rosas, quedan algunos chavistas que se niegan a aceptar la derrota y recurren al terrorismo y la guerrilla en su retirada.
Aún así, comienza una nueva etapa en Venezuela, una etapa de libertad e independencia del yugo cubano.
El costo de esta libertad habrá sido caro, trágico. El conflicto no duraría menos de un año y las muertes estarían en los miles –pudiendo llegar a cientos de miles.
No se engañen. Una guerra civil sería una tragedia para Venezuela. De hecho, lo es. Venezuela tiene 18 años en Guerra Civil, sencillamente ha sido unilateral.
El régimen es directamente responsable por la masacre de más de TRESCIENTOS MIL seres humanos con sueños, ilusiones, aspiraciones, madres, familias y futuro robado. En Venezuela no hay crimen desenfrenado. Hay política de exterminación.
Que la oposición no haga nada y —así— ayude a mantener al Cartel de la Habana en Miraflores, la hace cómplice. Si desean ser líderes, lideren hacia una salida. Sino, apártense del camino para que otro lo haga.
Desde que Capriles entregó la presidencia, por la que muchos arriesgaron la vida por darle, van más de 90 mil vidas violentamente ultimadas. Todas vidas que pudieron ser.
Tan solo dos años más de este “Gobierno” pueden traer la muerte espantosa de tu madre, tu padre, tu hermano, tus tíos, tus hijos. Incluso la tuya. Cualquiera puede ser la próxima víctima de la exterminación sistemática que es política de Estado.
Dos años más de este mal llamado Gobierno serían más sangrientos que una guerra civil que enfrente a una insurrección libertadora contra los terroristas narcotraficantes castrochavistas (muchos de ellos, también extranjeros). La diferencia está en que en la segunda se puede llegar a una verdadera paz al final del conflicto, mientras que en la primera sólo existe la paz de la sumisión, del rehén que espera tranquilamente a su ejecución.
Por eso, este escenario es el menos peor de todos los que hemos mencionado.
Escenario 5: Asamblea Nacional forma Gobierno Paralelo de Transición
Sólo la Asamblea Nacional puede evitar los escenarios anteriores.
Tiene la singular oportunidad histórica de conformar legítima y legalmente a un Gobierno paralelo. Un Gobierno paralelo y legítimo presentaría un frente cohesionado que convoque y provoque la ruptura dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales, dándole un sostén jurídico nacional e internacional a todos los efectivos institucionalistas.
La propuesta de Juan Carlos Sosa Azpúrua es un buen lugar para comenzar en este camino.
Sin duda, el régimen no entregaría el poder sólo porque a unos diputados se les ocurra armar un Gobierno paralelo, pero en este escenario el conflicto armado sería mucho menos atractivo para el régimen pues desde el comienzo se enfrentaría a una Fuerza Armada Nacional de considerable magnitud.
Su batalla sería esencialmente jurídica y política. De intentar lo contrario, el régimen caería en el escenario anterior con una derrota más temprana casi asegurada.
Además, el nuevo Gobierno Legítimo podría declarar la crisis en Venezuela y solicitar ayuda logística, armamentos, y apoyo armado del exterior. El mundo entero está desesperado por apoyar a Venezuela, y el principal detenimiento es la oposición: lo único que pide es pronunciamientos de voz y papel sin acciones reales. Con un Gobierno legítimo solicitando apoyo internacional la ayuda llovería. Sí, la ayuda armada también. Ésta es clave. Es ingenuo pensar que el régimen se iría sin confrontación.
La única manera de evitar un conflicto armado y lograr la salida del régimen es dejarle a éste el claro mensaje de que si intenta un enfrentamiento armado, sólo puede perder. Al conformar un Gobierno Legítimo, consolidando apoyo militar nacional e internacional y amenazando a la misma Habana con acciones en respuesta a hostilidades en territorio venezolano, se puede disuadir al régimen foráneo de intentar mantener el poder por la fuerza. Así, se podrá dar un plazo para el exilio y ofrecer sentencias reducidas a los funcionarios del régimen que colaboren con el desmantelamiento del Cartel de la Habana en Miraflores.
No sería una transición armoniosa, pero de todos los escenarios sería el menos sangriento y el que mejores probabilidades tiene para recuperar la libertad en Venezuela.
Es por esto que todos los diputados de la Asamblea Nacional tienen la responsabilidad legal, moral, política, ética y espiritual de conformar urgentemente a un Gobierno paralelo legítimo de transición. Por 18 años han llevando a Venezuela cuál ganado al matadero. La paciencia se acabó, y el tiempo también. Lideren o quítense del camino para que otro lo haga.
Es un crimen tolerar a éste régimen criminal.
Seguir convocando a protestas sin norte sólo asegura uno de los indeseables escenarios anteriores llenos de muerte y miseria.
Es hora de actuar. Basta de enviar a jóvenes valientes y heroicos a martirizarse sin antes definir un rumbo que permita la expulsión definitiva de los narcoterroristas colonizadores que usurpan el poder en Venezuela.
La victoria se toma por los cojones.