En “Las epidemias políticas” el doctor en Filosofía en la Universidad de Hamburgo, Peter Sloterdijk, “desentraña el funcionamiento de las sociedades capitalistas modernas”. Ubica el tema en medio del sentido común y las ideas preconcebidas”.
En la lingüística constataríamos que los sinónimos de “epidemia” son “peste, plaga, azote”. Y, en lo concerniente a la palabra “políticas”, puntualizamos en “la actividad de quienes nos gobiernan o aspiran a serlo”. La mixtura induciría, por tanto, a preguntarse si el filósofo ha podido titular su libro “La peste, plaga o azote de los políticos”. Se calificaría una dura expresión en el debate de hoy, tal vez, cómo lo fue ayer y será mañana? La contestación, difícil, como lo refleja una ligera visión del mundo.
En Paul Krugman se advierte con respecto a Biden, “valoraciones económicas negativas”, a juicio del académico resultado del “partidismo extremo alimentado por “the media de derecha”. Se refiere al “elefante”, capaz, inclusive, de afirmar que la economía hoy es peor que la de l980, con un desempleo doble y la inflación en el 14 %. También, hay una tendencia dirigida a “condenar toda idea progresista en marxista”.
Las apreciaciones del filósofo Sloterdijk y el profesor de Harvard, evidencian “el mundo de la incertidumbre” en el cual vivimos, generando dudas con respecto a qué hacer, induciéndonos, hasta con cierta racionalidad, a imaginar la eficiencia de gobiernos ajenos a nuestros propios escenarios. Entre ellos, la del “Estado socialista con economía de mercado dirigido por un único partido”, como en China. Una inversión de capital, aunada a una eficiente productividad, para convertirse en “la economía más importante de Asia”, modelo que Deng Hiaoping denominó “socialismo con características chinas”. Para unos cuantos “Voluntad política manejada unilateralmente”. ¿Sería eso lo que necesita, por ejemplo, en América Latina?
La mirada hacia Rusia no es tan alentadora, tanto por su etapa revolucionaria, la construcción del Estado soviético y la imperial, en las últimas décadas bajo las apreciaciones de Jrushchov y Gorbachov, “aperturistas” y las “un comunismo blando”, por Brézhnev. Hoy una Federación en manos de Vladimir Putin, en vísperas de entrar en un conflicto mundial por la invasión a Ucrania, tal vez, en demanda de temas pendientes a raíz del fin de la URSS. Para Beatrice Rangel “un nuevo balance del poder mundial”. No tan lejos, Alemania, con el excanciller Gerhard Schroder en la directiva del gigante gasista Gasprom. España, camino a una explosión del Partido Popular, el arrinconamiento del PSOE y “la derecha a extrema derecha” representada en el Vox de Santiago Abascal. Y finalmente Italia, por fortuna con Mario Draghi, quien a pesar de no haber sido electo presidente, con preseas suficientes prosigue como Jefe del Gobierno. El escenario, pues, problemático y de interés para el gobierno de Biden, dado el rol histórico de los EE. UU. en la marcha del mundo. Y teniendo en cuenta que los países débiles no se cansan de demandarlo.
Al proseguir con respecto al presidente Biden, algunos ponen en tela de juicio hasta su idoneidad para la alta posición. Y más de uno anhela el regreso de Donald Trump. En la defensa del vicepresidente de Obama, la voz más categórica es, sin dudas, la del nobel Krugman, para quién “el partidismo extremo y la inflación explican las malas valoraciones económicas a pesar del crecimiento real”, Y la periodista Antonia Laborde desde Washington destaca que EEUU creció un 5.7 % en 20021, la tasa más elevada desde 1984. También se reporta que las ganas de consumir han incrementado los precios en un 7 % en diciembre del 2021, por lo que Biden no ha podido disfrutar del rédito político por el crecimiento económico y el empleo (Antonia Laborde, 12 Ene 2022). Krugman adiciona estar aterrado, como cualquiera debería estarlo, ante la amenaza que el radicalismo de derechas representa para la democracia estadunidense. Y titula “El EEUU empresarial presiona a favor del desastre climático”, agregando que “es irresponsable torpedear los esfuerzos por evitar una crisis que amenaza a la civilización por ahorrar en la factura fiscal”. El nobel concluye que la política impositiva, si se pretende ver en ella la solución, no sería políticamente factible en un futuro próximo.
Finalmente, cabría preguntarse si Paul Krugman considera descartable que Donald Trump sea el candidato republicano en las próximas elecciones presidenciales, con respecto a lo cual pareciera oportuno acudir nuevamente a Peter Sloterdijk en su referido ensayo “Las epidemias políticas”, pues en el afirma que “el populismo es la fase actual del malestar en la cultura”. Y consecuencialmente prosigue “Donald Trump formará parte de la historia reciente de la civilización como ejemplo de como el cinismo de arriba se encuentra con el de abajo. Sus apariciones publicas provocan entusiasmo en sus seguidores porque pasa como una piedra rodante por encima de las demandas de la civilización”. El filósofo alemán recuerda que a Rasputín se atribuye la máxima “la fuerza es la verdad, pero “The Real State Developer”, como Putin, es partidario de que “la verdad es aquello que se puede hacer de la mentira”. Sloterdijk menciona como racional la apreciación del profesor de Yale Timothy Snyder, autor de “Sobre la tiranía”, quien habla de Trump como “cabeza de misil en la guerra cibernética rusa contra la democracia occidental”.
A la luz de los comentarios expuestos afirmaríamos que Paul Krugman es “el defensor de Biden”. ¿Será ello suficiente para salir airoso en el escenario crítico que confronta?