Aún recuerdo la época en la que la gran mayoría de los ecuatorianos se autoproclamaban correístas y estaban felices porque su Gobierno les prometía no meter “paquetazos” durante su mandato, pues aseguraban que iban a hacer tan bien las cosas que eso no sería necesario.
Esa fue una de las tantas promesas rotas de Rafael Correa, como las casas con paneles solares y el Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 10%. Ahora se ha anunciado un nuevo paquetazo, con el que se subirán los impuestos a las bebidas alcohólicas, a los cigarrillos y a las bebidas azucaradas en Ecuador. Seguramente nuestros gobernantes hicieron una encuesta sobre qué es lo que más consumen los ecuatorianos.
Claro, hay quienes aún se deben escudar en decir que al menos es un paquetazo que puede desincentivar el consumo de estos productos “nocivos” para la salud.
Cuántas decepciones albergan los corazones de las personas que le creyeron a este Gobierno. Claro, hay quienes aún se deben escudar en decir que al menos es un paquetazo que puede desincentivar el consumo de estos productos “nocivos” para la salud.
Lo cierto es que todo en exceso es malo. Diría que el socialismo, con su respectivo exceso en impuestos —que, en este caso, es exceso de correísmo— ha sido lo peor que nos pudo pasar en una época de bonanza como la que tuvimos durante los últimos años en Ecuador.
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El discurso que Correa utiliza para justificar este nuevo paquetazo es interesante. Dice que por lo menos es para productos que hacen daño a la salud. Así, trata de decir que los impuestos, de cierta forma, harán que esos productos se consuman en menor cantidad al hacerlos más caros.
Esa justificación es curiosa porque si seguimos con la lógica aplicada de que los impuestos son un castigo al consumo de los cigarrillos, bebidas alcohólicas y bebidas azucaradas —y que ello hará que las personas no los consuman tanto—, entonces los impuestos que ha creado este Gobierno hacia aquellos que considera que tienen demasiado dinero, buscan asimismo desincentivar el progreso, el crecimiento y el desarrollo de las personas.
En otras palabras, y como todo buen socialista, Correa ha buscado que las personas no quieran tener dinero. Como dicen por allí: “El socialismo ama tanto a los pobres que los multiplica”.
Correa ha buscado que las personas no quieran tener dinero. Como dicen por allí: “El socialismo ama tanto a los pobres que los multiplica”.
Es momento de despertar. Es momento de darse cuenta que el Gobierno de Rafael Correa, con lo único que medio ha cumplido, es con unas cuantas carreteras útiles, un par de hidroeléctricas hechas por los chinos, y unas cuantas escuelas del milenio —muchas menos de las que prometió-. La realidad es que, a cabalidad, no ha cumplido con nada.
La crisis que estamos viviendo pudo ser evitada, o al menos pudo ser amortiguada. El Gobierno de Correa lo está tratando de hacer recién ahora, con algo de flexibilización laboral para disminuir la cantidad de despidos. No obstante, esto de nada sirve sin flexibilización comercial.
El libre comercio tiene muchos beneficios, en especial para los que menos tienen. La libertad económica, sin duda, sería algo que en este momento haría que esta crisis sea solo una ligera molestia, y no el gran problema en el que ahora todos los ecuatorianos nos encontramos inmersos. Sin embargo, estas son medidas que el Gobierno de la revolución ciudadana no tomará, debido a su ideología.
Es por esta razón que necesitamos un cambio de modelo, un cambio de sistema. Necesitamos un cambio hacia mayor libertad.