
Cómo hemos visto en estas últimas semanas, el Gobierno de Rafael Correa ha estado tomando medidas que muchos no esperábamos ver, sinceramente; en especial, bajo una administración socialista, pero en cambio si hay otras que van acorde a su ideología y demagogia.
Entre las medidas incongruentes con el sistema de Gobierno que se ha vivido en Ecuador durante la última década, se encuentran principalmente las que se tomarán en el ámbito laboral. Estas representan una muy ligera victoria para los que creemos que la “flexibilización” laboral que había nunca debió haberse ido del país.
Es más, debió haber aumentado a medida que en conjunto se incentiva el comercio, el ahorro y la inversión privada, para que cada vez hayan más empresas y emprendimientos en nuestro país; y que se produzcan mejores bienes y servicios mucho más baratos. Esto eventualmente hubiera desencadenado el “efecto dominó de la libertad”, en donde las empresas tendrían que competir entre ellas para darle mayor bienestar a sus trabajadores, con el fin de captarlos y retenerlos para que estos no se vayan a trabajar con la competencia.
La flexibilización laboral es una medida positiva siempre, pero es mucho mejor aplicarla mientras se dan los incentivos necesarios para que las empresas decidan crear cada vez mayor riqueza en el país.
La flexibilización laboral es una medida positiva siempre, pero es mucho mejor aplicarla mientras se dan los incentivos necesarios para que las empresas y emprendimientos decidan crear cada vez mayor riqueza en el país. Hacerlo en época de crisis y en año electoral —como es el caso actual en Ecuador— no es nada más y nada menos que para mejorar ciertos índices, de cara a las elecciones; y muy seguramente, para aplicar un discurso populista y demagogo buscando alcanzar algunos votos.
Prueba de que todo esto sólo son manotazos de ahogado para no seguir perdiendo popularidad, es que incluso el Estado va a subsidiar la seguridad social de los jóvenes de 19 a 24 años que entren a trabajar en la empresa privada —es decir, dinero del Estado yendo al Estado mismo. También se habló de un seguro de desempleo, y casi en la misma época, se habló de igual manera de que el Estado —con el dinero de los impuestos que nosotros pagamos— debe pagar la pensión alimenticia de los padres que no quieren o no pueden pagarle a las madres de sus hijos.
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No discutiré en este artículo sobre las posibles repercusiones sobre las medidas del párrafo anterior, puesto que ver qué tan malas resultan dependería de las leyes que se terminen promulgando, pero sí quiero dejar muy claro que el Gobierno se dio cuenta —bien tarde— de que su sistema fracasó; de que los empleos (en calidad y cantidad), y los sueldos no mejoran sólo porque alguien lo decreta en una ley, sino que hay que crear las condiciones para que esto sea posible; y que casualmente, es posible mientras menos se entrometa el Estado en el mercado y en la realización de contratos voluntarios.
El Gobierno del presidente Correa sólo quiere mejorar su imagen, mas no realizar un verdadero cambio.
El Gobierno del presidente Correa sólo quiere mejorar su imagen, mas no realizar un verdadero cambio. Esto es más que evidente por lo que he mencionado anteriormente y porque mientras se gastan miles (y posiblemente millones) de dólares de nuestro dinero y el de nuestras familias en buena comida para todos sus amigos y en invitar a un cantante, se dice que no hay dinero y que el pueblo ecuatoriano tiene que arrimar el hombro para sobrellevar y salir juntos de esta crisis.
Y para dar la última estocada, uno se da cuenta de que todo es un asunto de imagen. No solamente no se toman medidas de austeridad y se evita el despilfarro, como lo prueba la mencionada cena, sino que a partir de ahora existe una nueva política que establece que “no se permiten grabaciones de video o fotografías con los celulares en la casa presidencial”.