Que la Argentina es uno de los países con mayor cantidad de recursos naturales en el mundo ya lo sabemos, pero también sabemos que es el país cuyo funcionamiento interno y toma de decisiones es el más difícil de explicar, aun suponiendo que sus autoridades persiguen solamente sus intereses personales.
Para entender a la Argentina hay que repasar ciertas cuestiones. Se encuentra sin acceso a financiamiento del exterior, ya que no hay podido resolver su situación de default desde hace ya 13 años. Hoy se encuentran en lucha con los denominados “fondos buitre”, no acatando fallos de la corte del juez estadounidense Griesa y con un discurso antiimperialista y provocador al mejor estilo de Hugo Chávez.
Déficit fiscal
A pesar de una carga tributaria confiscatoria sobre el ciudadano de a pie, el Gobierno gasta más de lo que ingresan a sus arcas: un gasto público que no se traduce en una mejor educación, en mayor seguridad o en servicios de salud de calidad, sino que sirve para mantener el aparato político clientelar con miras a las próximas elecciones.
Por supuesto, al gastar más de lo que uno tiene y no poder obtener financiación del exterior, y desde ya no pensar en achicar este gasto, la única solución al problema es la emisión de moneda. Se emite moneda por encima de la producción de bienes y servicios y de la demanda real, lo cual hace que el peso argentino pierda su valor y genere una inflación por encima del 30%, la segunda más alta a nivel mundial, que afecta en mayor parte a los ciudadanos con menos recursos.
Fuga de divisas
A pesar de sus políticas proteccionistas, Argentina, en términos comerciales, pierde más divisas de las que le ingresan por el comercio. Por un lado, debido a su ineficiente política energética que la llevó en menos de una década, de encontrarse en autoabastecimiento energético a tener que importar energía; por otro lado, por las grandes retenciones a la agricultura, principal actividad económica del país, que ocasionaron un desincentivo a este sector.
Como toda bola de nieve que se genera al intentar intervenir un mercado, siempre llega un punto de quiebre en el cual las intervenciones son insostenibles, y ese momento llegó.
Existen intentos de controlar una economía que ellos mismos descontrolan, tales como un plan de “Precios cuidados”, así como restricciones a la compra de divisas extranjeras, prohibiéndole al ciudadano común la única forma de resguardar el valor de sus ahorros. Existe un precio oficial inaccesible para cualquier persona común de AR$8.50 por dólar estadounidense; y en el mercado negro, denominado dólar blue, puede llegar a valer por encima de AR$15 por dólar: una brecha de más del 75%.
Como toda bola de nieve que se genera al intentar intervenir un mercado, siempre llega un punto de quiebre en el cual las intervenciones son insostenibles, y ese momento llegó. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) está dejando de proveer de dólares a empresas argentinas para que puedan importar los insumos necesarios para producir.
El control de divisas, la ruina de la producción nacional
Como la mayoría de los países del mundo, Argentina tiene una postura proteccionista respecto a su industria nacional. Existe un mercado regulado a través de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) que autoriza o no a importar bienes del exterior, con el fin de hacer crecer la industria nacional y proteger las reservas de divisas del Banco Central.
El problema es cuando hay insumos en la cadena productiva que por una cuestión de rentabilidad no se pueden producir en Argentina y es necesario importarlos. Para estos casos, la AFIP normalmente autorizaba estas importaciones y el BCRA otorgaba los dólares al precio oficial (AR$8.50) para comprarlos.
En días anteriores, empezaron a dificultarse estas autorizaciones para hacerse de bienes indispensables para la producción. El BCRA quiere reducir a toda costa la salida de divisas de sus arcas. Pero esto es matar a la gallina de los huevos de oro: sin estas importaciones no se puede producir, sin producción las empresas tendrán que cerrar sus puertas y miles de empleados quedarán sin trabajo.
Hace tiempo que el razonamiento del equipo económico del Gobierno argentino va más allá del sentido común.
¿Existe alguna otra manera de hacerse de dólares de manera legal? Sí, a través de la operación llamada “contado con liqui”, que consiste en comprar en el mercado de valores argentino títulos públicos o acciones en moneda local pero que a la vez coticen en el exterior. Una vez obtenidos estos títulos, se los transfieren a una cuenta en el exterior y se venden por dólares.
El “contado con liqui” tiene su propia cotización, ya que esta depende del precio del título en pesos en el mercado argentino versus el precio del título en dólares en el mercado extranjero. Teniendo en cuenta los valores de los últimos días, la cotización es de AR$14 por US$1, es decir, un 65% más del valor oficial. Es decir, los importadores deberán afrontar el incremento de sus costos debido a la suba del precio de los insumos que necesiten traer del exterior.
Como si esto fuera poco, las miradas del Gobierno están puestas sobre el último método disponible, el “contado con liqui”. Si estas medidas avanzan y llegan a la prohibición, anularían cualquier método para que cualquier importador en Argentina pueda traer cualquier bien desde el exterior. Se imposibilitaría así la producción, con el obvio cierre de fábricas y pérdida de empleos.
Hace tiempo que el razonamiento del equipo económico del Gobierno argentino va más allá del sentido común. Aun suponiendo que lo hacen en interés propio, si cierran las puertas al comercio exterior estarían cometiendo un suicidio político-económico: arruinarán indefectiblemente el comercio interior, convirtiéndonos en una nueva Venezuela o Cuba, pero esta vez con un bloqueo autogenerado.