
Atrás quedaron las épocas en las que las principales instituciones democráticas en Colombia tenían una percepción medianamente positiva. De acuerdo con la firma encuestadora Gallup Poll, la última vez que el Congreso de la República y el Sistema Judicial del país tuvieron una imagen favorable que superaba a la desfavorable fue en el lejano año 2008, casi una década atrás.
Durante los últimos diez años la gestión y el liderazgo que han demostrado las cabezas visibles de las instituciones democráticas en Colombia parece que ha sido tan deplorable, que hasta las FARC y el ELN hoy cuentan con una imagen positiva que los partidos políticos del país perfectamente podrían considerar envidiable.
Varios motivos se podrían enlistar para explicar este fenómeno en el cual dos de las organizaciones más brutales y sanguinarias del hemisferio, defensoras acérrimas del totalitarismo, cuenten con un mayor grado de indulgencia por parte de los colombianos, que los partidos políticos, construidos para representar diferentes sectores de opinión y grupos ideológicos.
- Lea más: Bienes de FARC no pueden ser utilizados para financiar desmovilización: procurador de Colombia
- Lea más:Justicia colombiana limita expresión en redes sociales: señalamientos deberán cumplir estándares periodísticos
El nepotismo, la soberbia, la corrupción en todas sus formas y los vicios propios del Estado podrían nombrarse como algunas causas que originan la extrema impopularidad de los partidos políticos. Sin embargo, existe un componente extra que puede explicar la desconfianza que sienten los colombianos por estas colectividades: en este país la política consiste en la defensa de personas, pero no de principios.
Al hablar de esta defensa concentrada en las personas, el partido Centro Democrático es un ejemplo que fácilmente se viene a la cabeza. Más allá del conocido caudillismo de este partido, existen tres episodios cercanos que resaltan el alejamiento de ciertos principios:
En primer lugar, recientemente, la representante Margarita María Restrepo Arango del Centro Democrático radicó un proyecto en la Comisión Primera de la Cámara de ley que pretende controlar lo que se dice en redes sociales, so pena de recibir cárcel o sanciones económicas.
El mismo partido que tanto expresa su rechazo al castrochavismo por representar un peligro a las libertades humanas, no le resulta para nada contradictorio promover una medida que tiene como objetivo establecer un control directo del Estado sobre aquello que las personas expresan en las redes.
En segundo lugar, este partido, que se declara férreo opositor al socialismo, guardó un silencio ensordecedor mientras las protestas de FECODE -organización que en su página web declara abiertamente su lucha por el socialismo- paralizaban al país, privando de educación a más de ocho millones de niños y poniendo en aprietos al gobierno de Juan Manuel Santos.
Pareciera que las organizaciones socialistas solo son peligrosas cuando el Centro Democrático necesita votos, el resto del tiempo no existe ningún problema con su agenda, mientras le ocasione problemas a Santos.
En tercer lugar, durante una entrevista realizada por la W Radio, con los principales precandidatos del Centro Democrático, ante la pregunta por aquellos políticos de izquierda que admiraban, la mención a Jorge Enrique Robledo fue casi unánime. Así es. Desde el Centro Democrático consideran ejemplar a Robledo, líder y principal cabeza del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) cuya misión, literalmente, consiste “en dirigir la lucha de clases del proletariado colombiano por su emancipación definitiva, instaurar el socialismo en Colombia y realizar el comunismo”. No pudieron elegir a una persona de izquierda que por lo menos simpatizara con los principios de la democracia liberal.
La escasez de principios claros abunda en la política colombiana y el Partido Liberal es quizás uno de los que de entrada, con su propio nombre, ya empieza a manifestar las contradicciones que los alejan de los principios del liberalismo.
Desde esta colectividad han nacido proyectos tan iliberales como el referendo promovido por Viviane Morales en contra de la adopción homparental y, más recientemente, la propuesta delirante de Clara Rojas según la cual al castigar la prostitución de alguna manera extraña se acaba con esta profesión.
Habría que sugerirle a Rojas que, si cree fielmente que una ley genera realidad y a través de la prohibición estatal se controla sin efectos indeseados a la sociedad, ella misma podría impulsar con más ahínco la prohibición absoluta de todas las drogas porque, obviamente, así es como en Colombia se acabó para siempre con la producción de cocaína…
El Polo Democrático es quizás una de las colectividades con mayor coherencia. Sin embargo, vale la pena destacar que algunos miembros de este partido de izquierda, que durante más de 18 años apoyaron expresa y tácitamente al régimen venezolano, repentinamente descubrieron que la censura a la prensa, la persecución a los opositores, las expropiaciones masivas, las torturas y desapariciones a críticos, poco tenían que ver con la democracia.
Ahora que las cartas que emitieron desde la dirección del Partido manifestando su apoyo al proyecto totalitario de Hugo Chávez les puede pasar la factura en votos, se vieron obligados a negar y renegar de sus principios socialistas.
Martin Luther King alguna vez lo puso en estos términos:
“La cobardía pregunta si es seguro. La conveniencia cuestiona si es político. La vanidad consulta si es popular. Pero la conciencia pregunta si es lo correcto. Entonces hay un momento en que se debe tomar una posición que no es segura, ni política, ni popular, pero se debe tomar porque es lo correcto”.
Los partidos políticos en Colombia no son consecuentes con sus principios y, mientras se preguntan por lo irresoluto, lo conveniente o lo presuntuoso, con dificultad llegan a la cuestión de lo correcto. Esta última pregunta se la dejaron a la minoría libertaria que insiste en un principio claro: la política que parte del respeto irrestricto por los proyectos de vida de los demás y la propiedad privada como el medio para desarrollarlos.