
Una preocupante situación viven algunos soldados en condición de discapacidad que habitan un peligros barrio de Palmira Valle, al occidente de Colombia, por la presión de las bandas criminales. Los soldados viven en esa ciudad gracias a que el Gobierno les regaló una casa, sin embargo varios han decidido abandonar el sector por temor a perder sus vidas.
- Leer más: Presionan a militares colombianos para que no llamen terroristas a las FARC
- Leer más: Sin FARC, nuevos paramilitares son la principal amenaza a Colombia
Algunas bandas criminales están disputando el control de la comercialización de drogas del sector hecho por el cual se han producido enfrentamientos. Aquellos soldados que habitan en esa zona que se han atrevido a denunciar, han sido asesinados y quienes viven aún viven en el sector en el cual el Gobierno entregó las casas están en permanente riesgo.
La urbanización Bicentenario- Occidente 1 de Palmira, como se conoce al sector en el cual los soldados heridos en combate y las viudas que perdieron a sus esposos en combate han recibido una casa, se encuentra totalmente deshabitada y las 160 familias beneficiadas por ese programa hoy se encuentran sin hogar.
La situación empezó a complicarse cuando un soldado conocido como Darwin Obregón Bonilla, beneficiario de las casas entregadas y quien vivía con una pensión por haber quedado en situación de discapacidad, fue baleado en su hogar después de haber denunciado a un delincuente conocido como ‘Alias Chatarra’ por haber entrado a robar.
Según los beneficiarios el problema radica en que fueron ubicados en zona roja, por lo que piden al Gobierno Nacional ser reubicados. Una de las víctimas asegura que ellos merecen un lugar en donde no corra riesgo su vida, ya que a los guerrillero de las FARC se les garantizará la seguridad y con ellos hasta el momento no ha sido así.
- Lea más: Paraguay: Fuertes críticas al presidente por ataque guerrillero que dejó ocho militares muertos
La urbanización está ubicada en una de las zonas más peligrosas de la ciudad de Palmira y ha sido históricamente una de las más violentas de la ciudad.
Fuente: El Espectador