En Colombia, como en casi todos los países del mundo, el fútbol es el deporte que convoca el mayor número de aficionados. Como en todas partes, la liga profesional se encuentra suspendida y, tratando de seguir los pasos de las ligas de Alemania e Italia, los directivos de la División Mayor del Fútbol Colombiano (DIMAYOR) adelantan conversaciones con Ernesto Lucena, cabeza del recientemente creado Ministerio del Deporte —que sustituyó a la entidad gubernamental Coldeportes— con el propósito de definir protocolos que permitan reanudar los partidos.
En el partido jugado el 10 de marzo, Edis Ibargüen del ‘Deportivo Pasto’ le marcó a ‘La Equidad’ el último gol de la liga. Hoy, dos meses y medio después, los equipos acumulan —según el presidente de la DIMAYOR, Jorge Enrique Vélez— ochenta mil millones de pesos en pérdidas, unos veinte millones de dólares. Esa pérdida, que para los modestos equipos colombianos es demoledora, resulta irrisoria frente a las que están encajando los equipos de las grandes ligas europeas —como la inglesa con €1 840 millones de euros, la española con €1 170 millones, y la italiana que pierde €1 030 millones—.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez, senador y líder del Centro Democrático, el partido de gobierno, ha sido el impulsor de la reanudación de la actividad futbolera. En reuniones sostenidas con dirigentes de la DIMAYOR y de los principales clubes se planteó la posibilidad de reiniciar el torneo jugando los partidos a puerta cerrada y con transmisión por televisión en un número limitado de estadios de ciudades en que puedan concentrarse los jugadores de todos los equipos y que no impliquen desplazamientos aéreos.
"En Colombia hay 28 mil equipos, también hemos propuesto que no sea desatendida la Selección de mujeres, el Gobierno puede avanzar en eso" https://t.co/K0a1EtjW6L
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) May 27, 2020
Se ha planteado que las tres capitales de los departamentos del Eje Cafetero —Manizales, Pereira y Armenia— serían los lugares idóneos para reiniciar el torneo, por contar con buenos estadios y lugares de alojamiento adecuados y por estar muy cerca entre ellas lo cual permitiría que los desplazamientos de los equipos se hiciera por vía terrestre.
Como inicialmente los partidos se disputarían sin presencia de público, los únicos ingresos que tendrían los equipos serían los provenientes de los derechos de televisión. Esto plantea una dificultad para la reanudación del torneo, pues por decisión mayoritaria tomada en el seno de la DIMAYOR esos ingresos se distribuyen de forma igualitaria entre todos los equipos, sin que importe que algunos de ellos, los de las mejores y más costosas nóminas, son los que más público llevan a los estadios y atraen a las pantallas.
El Gobierno Nacional ya autorizó la reanudación gradual de la actividad futbolera, comenzando con los entrenamientos individuales de los futbolistas que se iniciarían el 8 de junio. En julio se reanudarían los entrenamientos colectivos, con la expectativa de retomar la competencia en el mes de agosto. Sin embargo, advierte el ministro del Deporte, Ernesto Lucena, que ello está condicionado a que la DIMAYOR con ayuda de una firma especializada diseñe los protocolos para ser aprobados por el Ministerio de Salud y también a lo que ocurra con la expansión de la pandemia.
Con excepción de tres o cuatro —Nacional, Junior, Millonarios— que cuentan con buenos patrocinadores, los equipos colombianos son extremadamente débiles financieramente. Por fortuna, ya está lejana la época en la que cada uno de los grandes narcotraficantes de Colombia era dueño de algún equipo, invertían grandes sumas en la adquisición de jugadores y apostaban duro a los resultados. El fútbol colombiano es hoy más pobre, pero más decente. En todo caso, es deseable que los equipos se fortalezcan desde el punto de vista empresarial para bien de un deporte que ha producido jugadores internacionales de primer nivel como James, Falcao y otros más, un deporte que da distracción a millones de colombianos.