Si algo nos enseña la experiencia de las campañas electorales es que los debates, en sí, mueven más bien poca intención de voto. Nadie ha ganado jamás unas elecciones por un debate. Pero sí que la gestión del después puede cambiar, y mucho, el sentido de una campaña electoral.
Y si no, que se lo digan a Joe Biden.
Kamala Harris y su equipo tenían mucho miedo del debate. Como lo tenían de dar entrevistas (apenas ha concedido una en cinco semanas, y fue una pantomima preparada). La inseguridad de la candidata era evidente. Y la tiene porque le faltan propuestas, y porque no quiere asumir los problemas de la Administración Biden. Que gane Kamala Harris significa que no cambie absolutamente nada: ni en política interna ni en política exterior. El problema de Rusia y Ucrania seguiría igual y el de Israel con Palestina posiblemente vaya a peor. En política económica no hay nada, y lo único que realmente defiende Kamala es el aborto.
De esto ya hablábamos en un artículo anterior.
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Si algo tiene Donald Trump, y hasta sus más críticos lo aceptan, es que dice cosas. Y que propone cambios. Para bien o para mal, pero si él gana cambiarán muchas políticas públicas de Estados Unidos.
Con estos mimbres se presentaron ambos candidatos al debate.
Cuentan las crónicas que Kamala Harris se pasó cinco días encerrada ensayando para el mismo en un hotel de Pittsburgh, en un escenario simulado, y con un asesor haciendo de Donald Trump.
El candidato republicano, dicen, apenas lo preparó a ratos en Las Vegas.
Esto fue lo que marcó el debate. Y si Kamala ganó no fue por lo que dijo, fue por los gestos. Ella sabía que la cámara iba a partirse y por eso su actuación cuando Trump hablaba fue milimétricamente ensayada. Con eso acertó. También con el inicio, yendo ella decididamente a saludar a su rival.
El resto, lo hicieron los moderadores, que sólo corrigieron al republicano.
Trump jugó a parecer enfadado todo el tiempo. Esto fue un error. La gente necesita algo más que un candidato molesto. Él sabe usar la ironía, y apenas la utilizó.
Por todo esto, pienso que hay un as en la manga guardado. No me creo que ni el republicano ni sus asesores cayeran en todas estas trampas de manera improvisada. Tiene que haber un plan. Y ese no es otro que inflar a Kamala cuando aún queda tiempo.
Recuerden lo que pasó hace ocho años: Hillary Clinton también ganó los debates.
Pero el resultado electoral final, todos lo conocemos.
Ahora las tornas han cambiado: quien parte como favorito, para la mayoría de las encuestas, es el Partido Demócrata. Trump y los republicanos ahora tienen el llamado “efecto underdog”.
Trump está más cómodo yendo por detrás, como el outsider que va frente al establishment y poder establecido.
Recuerden lo que le pasó a Hillary. Las elecciones se ganan el día de las votaciones, no en las encuestas.