
La caprichosa agenda verde del presidente de Colombia, Gustavo Petro, encendió las alarmas en el país casi desde su llegada a la Casa de Nariño por la improvisación y contradicciones que han puesto en riesgo el abastecimiento energético y el ingreso de recursos a una nación cuya economía tiene como principal motor la explotación y exportación de hidrocarburos, todo esto con el único objetivo de alimentar un discurso político con el que la mal llamada izquierda “progresista” seduce a seguidores ingenuos prometiendo salvar el planeta del temido cambio climático sin los debidos estudios de impacto económico y ambiental que permitan determinar la pertinencia de sus impulsivas decisiones. Ahora, hasta la revista británica The Economist cuestiona duramente las “promesas verdes” del mandatario colombiano, a las que califica como “cada vez más huecas”, destacando las incoherencias y consecuencias negativas de sus políticas para la nación sudamericana, que a pesar de su enorme potencial energético, el año pasado, por primera vez en casi medio siglo, tuvo que importar gas para hogares e industrias, y en diciembre Argentina le arrebató el tercer lugar como mayor productor de crudo de Sudamérica.
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“En su abierta guerra contra los combustibles fósiles, Petro convirtió a Colombia en el primer gran país productor de petróleo en detener nuevas licencias de exploración de petróleo y gas, y está impulsando la prohibición del fracking en el Congreso”, advierte el medio inglés especializado en economía. Además, critica que mientras por un lado condena la contaminación de los hidrocarburos, por el otro, se ha paseado por varios mercados como Venezuela, Catar y Panamá para importar gas natural. En el primer caso encontró varios obstáculos como el deterior de la infraestructura y las sanciones de Estados Unidos a la dictadura chavista; en el segundo, The Economist explica que la distancia puede triplicar el precio, ya que el gas se debe licuar cerca de su origen, sin contar con que las emisiones aumentan 50 % en comparación con la producción local; y en el tercero, su disparatada propuesta de transportarlo “por los cables de energía eléctrica” solo ha servido para memes en las redes sociales.
Oigan esto es en serio?
Petro dijo que el gas lo podían traer por los cables de energía eléctrica de Panamá 🤣🤭👇 pic.twitter.com/SscUYyE9et
— Mónica Saade (@MonicaSaadeX) April 8, 2025
La contradicción de detener la producción local por razones ambientales para terminar importando el gas es enorme, más aún cuando se ha demostrado que esto no solo aumenta el precio sino también la huella de carbono por la que Petro dice preocuparse, tal como ha advertido el exministro de Hacienda Mauricio Cárdenas. Pero el presidente colombiano no entiende razones cuando se trata de defender con vehemencia su caprichosa agenda verde, al punto que ha llegado a asegurar ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que el petróleo y el gas “son más dañinos que la cocaína”.
Empieza comercialización de gas importado
Mientras tanto, el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, anunció este viernes desde el Congreso Naturgas que desde julio se iniciará la comercialización de 60 Gbtud (giga BTU por día) de gas importado, que ingresará al país por el puerto de Buenaventura, en el Pacífico. Esto después de que Petro le llamara públicamente la atención en el último consejo de ministros televisado por este motivo. “Le solicito a Ecopetrol que importe el gas, así tenga que pagar el servicio en el único barco que existe, porque en Ecopetrol dicen que no hay más barcos en el mundo, y es mentira, sí existen, sino que no han querido importar el gas, dejando el negocito en una sola persona privada”.
The Economist también cuestiona en su análisis la contradicción del Gobierno de Petro de haber celebrado en diciembre el descubrimiento del yacimiento más grande en la historia del país, el cual podría triplicar las reservas, mientras exige a Ecopetrol importar gas y busca desviar la culpa y el foco utilizando “cifras de precios engañosas y argumentos engañosos contra Ricardo Roa” durante los consejos de ministros a los que la revista británica califica como “dramáticas reuniones de gabinete televisadas”, dejando así en ridículo a Colombia ante el mundo con una agenda verde que está siendo desmontada por la prensa internacional.