Con 83,5 % de las actas publicadas, Edmundo González derrotó en las elecciones del 28 de julio a Nicolás Maduro por una diferencia aplastante de casi 40 puntos. Así ha sido reconocido por la mayor parte de la comunidad internacional y por observadores acreditados por el propio Consejo Nacional Electoral (CNE) como el panel de expertos de la ONU y el Centro Carter. Sin embargo, el régimen decidió dar un salto al vacío para aferrarse al poder por la fuerza al desconocer el resultado y anunciar cifras fraudulentas sin totalización, sin actas y sin auditorias. Han pasado casi cinco meses y, sospechosamente, la página web del organismo electoral sigue “hackeada”. Nadie sabe de voz del árbitro oficial cómo quedaron los resultados en su centro de votación. Nadie conoce en cuántos estados “ganó” Maduro. Aún así, fue proclamado ganador y asegura que se juramentará el 10 de enero. Fecha en la que el verdadero vencedor de la contienda asevera que regresará al país para tomar posesión del cargo tras haberse exiliado en España. Ambos bloques políticos se enfrentarán nuevamente, pero en un terreno distinto, el de la realidad fáctica, donde la legitimidad puede ser insuficiente para vencer el miedo, la intimidación, la represión y la violencia del poder sostenido mediante la disuasión de las armas.
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¿Quién se juramentará el 10 de enero como presidente de Venezuela? ¿Nicolás Maduro, Edmundo González o ambos? Es la pregunta que todo el mundo se hace tanto dentro como fuera del país. Las intenciones de los dos son ampliamente conocidas, pero “toda expectativa que dependa de un conjunto de cláusulas condicionales de la realidad tiene poca probabilidad de ser cumplida”, advierte el politólogo Víctor Maldonado en entrevista con PanAm Post, a propósito de la promesa del exdiplomático de 75 años de viajar a Caracas para asumir el cargo para el cual fue electo en la fecha establecida en la Constitución, con lo cual ha elevado las expectativas luego de haber negociado con el régimen su salida de Venezuela.
Los dos factores decisivos
Para que Edmundo González logre asumir el poder el 10 de enero necesita que ocurran dos cosas: movilizaciones masivas en las calles y el tan esperado quiebre militar que erosione las bases del chavismo. “Yo no veo ninguna señal de quiebre militar, ni veo ninguna posibilidad que de aquí al 10 de enero eso ocurra (…) tampoco veo a los ciudadanos venezolanos con la intención, la disposición y la organización mínima para salir”, manifiesta Maldonado, quien considera que solo “un milagro” permitiría que ocurriera este escenario.
Su pronóstico va en una dirección más pesimista, o realista, según explica, basándose en lo que hasta el momento tienen ambos para lograr su cometido. “Yo veo aquí en Venezuela a una oposición en resguardo, presa o asilada, escondida, contra la pared, sin posibilidad de activarse políticamente y, por supuesto, temiendo las consecuencias de una represión que no ha cesado”. Al respecto, le cuestiona a María Corina Machado haber creído que había una ruta democrática y estima que la realidad la llevará a tomar una decisión. “Ella no puede estar escondida el resto de su vida”, sostiene.
Una juramentación no democrática
El escenario en el que Edmundo González decida juramentarse el 10 de enero desde el exterior lo califica de antemano como “una parodia”. Aunque él ha descartado esta opción y pese a las diferencias, Víctor Maldonado adelanta que sería la repetición del fracasado gobierno interino de Juan Guaidó. Luego de pasearse por todas las posibilidades llega a la conclusión de que en Venezuela habrá una “juramentación no democrática, de facto”, ya que es Nicolás Maduro quien “tiene la capacidad de plantarse ante la Asamblea Nacional y tomar juramento constitucional para un nuevo periodo”.
Aclarando su posición al respecto, Maldonado responde de manera tajante lo que cree que ocurrirá el 10 de enero: “Aquí en Venezuela se va a juramentar Nicolás Maduro. Y esto para mi, en cuanto a mi opinión, no tiene juicio de valor. No estoy diciendo que eso sea bueno. No estoy diciendo que eso es democrático. No estoy diciendo que eso es legítimo. Estoy aludiendo a la realidad producto de la imposición de la fuerza pura y dura y del control absoluto y total de las instituciones públicas”.