La cumbre del G20 que se celebra en Río de Janeiro, Brasil, con temas como el hambre y el cambio climático en el centro del debate, termina siendo un acto simbólico cargado de buenas intenciones que nada resuelve. En esta oportunidad se ha sumado además la dificultad para alcanzar el consenso por posiciones encontradas entre los países miembros. Sin embargo, el evento ha servido a algunos presidentes de la región para sostener encuentros bilaterales e intentar cosechar un liderazgo que traspase sus fronteras.
Luiz Inácio Lula da Silva ha sido sin duda el más interesado en aprovechar su condición de anfitrión a pesar de las dificultades que enfrenta en el tablero internacional por su posición frente a la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza, así como los aprietos en la política interna tras la derrota sufrida en las elecciones municipales celebradas el mes pasado. Su contraparte es, evidentemente, el presidente argentino, Javier Milei, con quien estrechó por primera vez la mano pese a las diferencias y condiciones que llegaron para complicar el éxito personal del mandatario brasileño en la cumbre.
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Así, la reunión del G20 se planteó como una oportunidad para pulsear ambas posiciones, que según el analista internacional Gustavo Segré no son excluyentes, tal como explicó en entrevista con PanAm Post. “Yo creo que los dos van a terminar siendo líderes para públicos diferentes”. Recuerda que mientras Argentina está claramente alineada con Estados Unidos, Italia e Israel; Brasil mantiene sus alianzas con China y Rusia. “Me parece que van a tener que convivir”, subraya.
Sin embargo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca es un elemento importante que puede terminar inclinando la balanza a favor del mandatario argentino. “Si Trump, aliándose Milei a él, consigue un mejor resultado frente la invasión de Rusia a Ucrania –muy probablemente lo consiga– y también en la situación de Israel en Gaza, que también probablemente consiga inclusive la devolución de los secuestrados, esto va a dejar muy bien posicionado a Trump primero, Milei junto a él como aliado, y muy mal parado a Lula, que intentó pero no lo consiguió”.
La presencia de Milei en la cumbre del G20, con apretón de manos con Lula incluido, Gustavo Segré lo compara en términos coloquiales con “pisarle el cayito a Lula en su casa”. Además, califica como “grandioso” el interés del presidente electo de Estados Unidos en emular las políticas económicas de Milei con miras a reducir el gasto público en la primera potencia mundial, tomando como ejemplo el éxito del gobierno argentino.