
La “cautela” del Gobierno de Brasil frente a la invasión rusa en Ucrania no convence. El paso inédito que dio Suiza de unirse a las sanciones de la Unión Europea (UE) contra Rusia, rompiendo con su histórica neutralidad, parece opacar la posición de Jair Bolsonaro. La visita oficial a Moscú en días previos ya levantaba críticas. Pero ahora no son solo sus detractores quienes piden explicaciones. En el palacio de Planalto hay dos razones de peso para mantenerse al margen: la soberanía sobre el Amazonas y la dependencia de los fertilizantes rusos. Es aquí donde la delgada línea de la neutralidad se rompe.
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Para Ernesto Araújo, exministro de Relaciones Exteriores de Bolsonaro, la libertad está por encima de todo. En su canal de YouTube, Logopolítica, el excanciller explicó los dos motivos por los cuales el mandatario brasileño se ha inclinado por la neutralidad. Él los comprende pero no los comparte. Además pone en duda que Brasil esté asumiendo realmente una posición neutral y lamenta que se esté desplazando la defensa de las libertades en la región.
“La posición de neutralidad (de Brasil) está siendo bastante débil en este momento. En primer lugar, porque no está siendo transmitida la neutralidad; y en segundo lugar, porque todos los países democráticos del mundo están apoyando a Ucrania. La neutralidad del presidente Bolsonaro, cuando la verdad es una preferencia hacia Rusia, se divide en dos argumentos”.
De acuerdo con Ernesto Araújo, el presidente Jair Bolsonaro le estaría pagando a su homólogo ruso, Vladímir Putin, el apoyo que le brindó en 2019 cuando la soberanía brasileña sobre el Amazonas fue puesta en duda por países de la Unión Europea –sobre todo por Francia– alegando la importancia para la humanidad del principal pulmón del planeta. Y por otra parte, habría en Brasil una dependencia de los fertilizantes rusos, dada la aparente escasez que podría tener un impacto sobre la agricultura.
Por la soberanía sobre el Amazonas
En cuanto al primer factor, vale recordar que el antagonismo entre Emmanuel Macron y Jair Bolsonaro surgió precisamente cuando ambos estaban a punto de pactar un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea que ponía a Francia en una situación de desventaja, pues al ser Brasil más grande que toda Europa, comprometería a los agricultores franceses.
En ese momento PanAm Post entrevistó al doctor en relaciones internacionales, Alberto Hutschenreuter, quien alertó sobre “el riesgo de que el poder desmesurado”, invocando distintos grados de amenazas globales, pueda volver “muy relativas las soberanías nacionales”. En esto no hay discusión. Pero de ahí a ser “neutral” frente a la invasión de Rusia a un país soberano por el apoyo recibido en el pasado hay un trecho que Araújo cuestiona.
“Decir que tenemos que recurrir a la Rusia de Putin para defender la soberanía sobre el Amazonas me parece desbocado y también incongruente, porque cómo es que vamos a confiar la defensa de nuestra soberanía a un país que está justamente violando la soberanía de un país vecino, violando la soberanía de Ucrania. No parece que exista un compromiso de Rusia con el principio de soberanía. Entonces, tenemos que pensar en soberanía como principio y no como una conveniencia momentánea”.
Los fertilizantes “como moneda de cambio”
Con relación a la dependencia de los fertilizantes rusos la crítica del excanciller va en una dirección similar. Citando un informe de la FAO en el que se muestra que para el año 2022 en el mercado se prevé una capacidad mundial de producción de fertilizantes de varias especies de 318 millones de toneladas y una demanda mundial de 254 millones de toneladas, Araújo plantea una interrogante: “¿Por qué está ocurriendo esta situación de dificultad de importación de fertilizantes justamente en este momento en que Rusia tiene como aliados a China y Bielorrusia, y está enfrentando a la comunidad democrática internacional?”
El exministro de Exteriores recuerda que Brasil es el principal importador de fertilizantes y entre los grandes productores destacan los tres países mencionados. “Es necesario preguntarnos si Rusia, China y Bielorrusia están intentando arrinconar el mercado de fertilizantes para usar eso como moneda de cambio, digamos en alguna negociación o arreglo allí que involucre inclusive a Ucrania”.
Al anunciar la visita oficial a Rusia, que inició el pasado 14 de febrero, el presidente brasileño puso sobre la mesa su principal interés. “Fui invitado por el presidente Putin. Brasil depende en buena parte de los fertilizantes de Rusia”, dijo en ese momento Bolsonaro en declaraciones recogidas por DW.
Entre el expansionismo o la libertad
Es un tema espinoso. Las necesidades comerciales parecen ahora enfrentadas con los intereses geopolíticos de Rusia y la bandera de la defensa de las libertades que ha enarbolado Brasil bajo la presidencia de Jair Bolsonaro. Es aquí donde Ernesto Araújo contrasta los discursos del presidente y sugiere hacer correcciones.
“Confieso que me dio mucha angustia ver ayer al presidente diciendo que el ‘fertilizante es sagrado’ porque recuerdo al presidente diciendo –no recuerdo bien las palabras exactas– pero fue algo así como: ‘La libertad es una cosa sagrada y la libertad es más preciosa que la vida’. Escuché muchas veces al presidente decir esto y ahora veo que el fertilizante es sagrado, es decir, renunciando a toda la esfera de los valores, a toda una columna ética fundamental que era la columna vertebral de la propuesta de gobierno del presidente Bolsonaro. Veo esa frase como un alejamiento de eso. Y en consecuencia de esa sacralización del fertilizante, que Brasil abandone el principio de defender países de una agresión injustificada”.
Su preocupación va incluso un poco más allá. “Ese es el tipo de cosas que un país como Brasil tiene que tener presente, no podemos ver apenas un hecho allí frente a nuestra nariz. Tenemos que ver todo el conjunto. Entender si al enfatizar tanto esa cuestión de los fertilizantes con Rusia estamos haciéndole el juego expansionista, cayendo en ese juego. Preguntar si no hay otras fuentes posibles de fertilizantes entre países democráticos que no nos hagan depender de países con un proyecto totalitario que ahora está violando la soberanía de Ucrania”.
“Todo lo que quería Rusia”
Ernesto Araújo ha sido un fiel aliado del presidente Jair Bolsonaro. Ahora le preocupa en pleno año electoral las consecuencias de la política exterior de su gobierno cuando el Foro de Sao Paulo amenaza con retomar el poder en su cuna con uno de sus mayores precursores, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Teme que la posición a favor de Rusia que ha asumido Bolsonaro en esta guerra lo convierta en una figura funcional al bloque socialista.
Para el excanciller, Brasil ha fallado en su intento de parecer neutral. Con el deseo de que haya una pronta corrección, enumera las razones que lo llevan a afirmar que Bolsonaro tomó partido abiertamente por Putin. Brasil no defiende “ninguna sanción o condena al presidente Putin”, dijo Jair Bolsonaro para justificar la posición asumida por su gobierno sobre la resolución de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en declaraciones reseñadas por la Agencia Brasil. Ante esto Araújo señaló que se hizo “todo lo que quería Rusia” y que “los esfuerzos de Brasil fueron para convertir esta resolución en una inútil que no afectara a Rusia”.
Además lamentó que el trato hacia los mandatarios de Rusia y Ucrania haya sido muy diferente. “En un momento en el que el presidente Putin está demostrando no tener mucho cariño por el pueblo ucraniano, el presidente Bolsonaro mencionando que Putin tiene gran cariño por el pueblo brasileño, creo que eso puede ser visto incluso como una manifestación ofensiva contra el pueblo ucraniano que está en las calles, luchando en armas junto a su ejército contra la invasión rusa”. Y aquí agrega que Bolsonaro se refirió al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski como “un comediante al cual el pueblo ucraniano entregó su destino” y “en ningún momento reconoce la legitimidad de la lucha de Ucrania por su soberanía e independencia”. Esto lo lleva a preguntarse si el discurso del presidente Bolsonaro se ha convertido en “una repetición de la propaganda rusa”.
Preocupación por el avance del bloque chino-ruso y el Foro de Sao Paulo
La conclusión del excanciller pone sobre la mesa una preocupación geopolítica. Recuerda que Brasil planteó frente al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) la necesidad de reducir la dependencia económica de EE. UU., mientras China pasaba a ser el principal socio comercial y Rusia hacía a Brasil dependiente de sus fertilizantes.
“Brasil está relativizando el principio de la soberanía, diciendo que cuando parte de otro país habla tu misma lengua, entonces puedes invadirlo, todo eso porque el fertilizante es sagrado, cuando la verdad es que el presidente siempre dice que la libertad es sagrada. Al considerar que el fertilizante es sagrado, la verdad de lo que estamos haciendo es la siguiente: aquí en América Latina el Foro de Sao Paulo está avanzando con apoyo ruso y chino, amenazando con tomar el control sobre toda América Latina. Si entonces pensamos que el fertilizante es sagrado, y que por eso nos tenemos que acoplar a Rusia y al bloque chino-ruso, en el fondo estamos diciendo que no nos importa más la libertad de los países vecinos en la región, ni la propia libertad de Brasil, lo que me parece totalmente incompatible con el programa de gobierno del presidente Bolsonaro”.
Frente a la polémica posición asumida por Brasil, Ernesto Araújo, quien manejó durante dos años la política exterior del gigante sudamericano, ve dos opciones: “O existe una estrategia consciente, deliberada, de la política externa brasileña de alejarse de la democracia y acoplarse al bloque ruso-chino, y allí el pueblo brasileño debe saber que existe esa estrategia, –no sé si el pueblo brasileño concuerda con eso en su inmensa mayoría– o entonces las cosas ocurren por casualidad y los errores también son casuales, lo que es muy difícil imaginar porque los errores apuntan a la misma dirección. Si ese es el caso, entonces se necesita corregir esos errores”.