El triunfo de la oposición en Barinas tiene dos lecturas. Por un lado, no se puede desconocer la hazaña épica de haberle arrebatado al chavismo la gobernación del estado natal de Hugo Chávez –donde su familia impuso una hegemonía desde 1999– sobre todo por las artimañas judiciales para repetir la elección, la manipulación del registro electoral y el despliegue del aparato estatal de la dictadura. Por el otro, tampoco se puede olvidar que el chavismo sigue en Miraflores, desde donde arrebata funciones y recursos a las regiones e impone los límites de la cohabitación a una oposición que ahora ilusionada, tras recobrar la confianza en el voto, será presa fácil para caer en la trampa del revocatorio que solo usará el régimen para recuperar la legitimidad perdida.
El resultado oficial ofrecido por el Consejo Nacional Electoral (CNE) pasadas las 11:00 de la noche (hora de Venezuela) confirmó la victoria del opositor Sergio Garrido con 172.497 votos (55,36 %) frente al oficialista Jorge Arreaza, quien obtuvo 128.538 votos (41,27 %). Una diferencia que entre la votación anulada del 21 de noviembre y la de este domingo se amplió de menos de 1 punto porcentual a más de 14 puntos.
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Un par de horas antes de que el organismo electoral anunciara el resultado, el abanderado del chavismo reconoció su derrota mediante un mensaje en su cuenta de Twitter. Un gesto democrático que no es precisamente lo que caracteriza al régimen dirigido por Nicolás Maduro, pero que así busca vender al mundo con la ayuda de una oposición que durante más de dos décadas se ha conformado con pequeñas parcelas de poder.
Barinas querida. La información que recibimos de nuestras estructuras del PSUV, indican que, aunque aumentamos en votación, no hemos logrado el objetivo. Agradezco de corazón a nuestra heroica militancia. Seguiremos protegiendo al pueblo barinés desde todos los espacios.
— Jorge Arreaza M (@jaarreaza) January 10, 2022
Y no hubo cese de la usurpación
Se trata de la misma oposición que en 2019 prometió el “cese de la usurpación” como primer requisito para luego conformar un “gobierno de transición” y finalmente poder celebrar “elecciones libres”. Nada de esto ha ocurrido. Sin embargo, sigue haciendo comparsa a la tiranía con su participación en procesos electorales organizados por el mismo árbitro designado por los poderes legislativo y judicial al servicio del régimen que no eran reconocidos como legítimos.
“Linda Barinas. Donde empezó, termina. Unidos vamos a defender la voluntad de una poderosa mayoría que no se rinde, ni lo hará, hasta ver de nuevo la democracia en Venezuela”, con estas palabras, Juan Guaidó asomó la intención de seguir apostando por la participación en elecciones con el régimen.
Linda Barinas,
Donde empezó, termina.Unidos vamos a defender la voluntad de una poderosa mayoría que no se rinde, ni lo hará, hasta ver de nuevo la democracia en Venezuela. pic.twitter.com/loeDNHZleW
— Juan Guaidó (@jguaido) January 10, 2022
La oposición que el régimen necesita
Pero el régimen no ha perdido nada. Solo está moralmente herido por el peso simbólico de esta entidad. Pero de los 23 estados del país sigue teniendo el control de 19. E incluso con esta derrota el chavismo gana, pues montó nuevamente en la ruta electoral a la oposición que necesita para mostrar al mundo una aparente normalidad democrática.
La nueva ruta del voto apenas comienza. Superada la mitad del periodo presidencial, ya son varios los movimientos y dirigentes políticos –la mayoría exchavistas– que están impulsando la convocatoria a un referendo revocatorio contra Nicolás Maduro. Uno de ellos es el politólogo Nicmer Evans, quien militó en los partidos oficialistas Movimiento Quinta República (MVR) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para posteriormente alejarse de la dictadura y crear su propia tolda política Marea Socialista, que tuvo una corta vida de cuatro años. Actualmente dirige el Movimiento Democracia e Inclusión (MDI). Apenas circuló la información sobre el triunfo opositor en Barinas no tardó en vender la ilusión del revocatorio.
Soplan vientos de revocatorio en los cielos de Barinas para Venezuela… @rrmover @mdi_venezuela
— Nicmer Evans (@NicmerEvans) January 9, 2022
Entre triunfos y “protectores”
No se puede olvidar que si bien la oposición ha ganado algunas elecciones, cuando se trata de procesos de trascendencia nacional que pongan en riesgo la continuidad del régimen la historia es otra. Así por ejemplo se pueden mencionar el ajustado resultado que dio la victoria a Nicolás Maduro en 2013, las denuncias de fraude en el revocatorio contra Hugo Chávez en 2004 y las elecciones de la Asamblea Nacional en 2015, cuando la coalición opositora consiguió una mayoría calificada de 112 diputados, pero haciendo uso del Tribunal Supremo de Justicia, el régimen rompió esa súper mayoría con la impugnación de tres parlamentario, lo que empujó a la declaratoria de un supuesto desacato para así neutralizar al Poder Legislativo en manos de los adversarios.
De igual manera, desde el poder central se inventó la figura de los “protectores” para designar desde Miraflores gobernadores paralelos en estados gobernados por la oposición, quitándole funciones y recursos al legítimo gobernador electo. Y retomando el tema del revocatorio, en 2016 ni siquiera se logró convocar al referendo para someter a prueba el primer periodo presidencial de Maduro debido a la larga lista de obstáculos puesta por el régimen haciendo uso del Poder Electoral y del Poder Judicial a su servicio.
La ilusión del revocatorio
Ahora la oposición se ilusiona otra vez. El triunfo en Barinas es simbólico. Y a Nicolás Maduro le conviene que así sea. Tampoco se descarta la purga interna para finalmente quitarle el poder de este estado a la familia Chávez. Evidentemente se buscaba que quedara en manos de Arreaza, quien reportaría directamente a Miraflores. Con el opositor Garrido tampoco cambia mucho.
Con la amenaza de negar la asignación de recursos y abrir procedimientos judiciales –que suelen incluir inhabilitaciones y cárcel– a Maduro le basta. Lo único que los opositores deben hacer es seguir participando en elecciones para mostrar al mundo una aparente normalidad democrática y parece que así será. Y nada le vendría mejor al régimen que un referendo revocatorio con una alta participación opositora para legitimarse.