El 4 de febrero de 1992 comenzó el derrumbe de la democracia venezolana. “Días antes, horas antes, éramos el sistema político más estable de toda Latinoamérica”, narra en la película Amaneció de golpe la reportera interpretada por la actriz Rudy Rodríguez. La producción cinematográfica de 1998 cuenta cómo la madrugada de aquel nefasto día un grupo de militares dirigido por un desconocido teniente coronel intentó derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez.
Luego de ganar las elecciones el mismo año del estreno de la película –gracias a la difusión en los medios de su amenazante “¡Por ahora!”– Hugo Chávez instauró una supuesta revolución a la que puso como fecha de caducidad el año 2021. Ese año llegó. Y nada parece terminar. Los venezolanos amanecen este 4 de febrero de 2021 con otro golpe. Un golpe a la esperanza con la noticia de que se estaría fraguando un pacto que garantizaría la permanencia en el poder hasta 2025 a Nicolás Maduro, el heredero del militar golpista que inició hace 29 años la destrucción de la democracia.
Biden, la UE y los noruegos
“Maduro ofrecerá elecciones regionales libres a cambio de seguir hasta 2025”. Así tituló el diario español ABC un artículo publicado en la edición de este jueves 4 de febrero, pero que por diferencia horaria comenzó a circular en las redes desde la noche de este miércoles 3 en Venezuela.
Se trata de una negociación “más o menos directa” entre chavismo y oposición que se está planteando con la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca, en la que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) jugarían el rol de mediadores. Para tal fin se habría iniciado desde hace varios meses “una intensa y muy directa ronda de contactos indirectos y preliminares”, asevera el medio español.
Esta afirmación coincide con la noticia que circuló sobre el viaje de una delegación noruega a Caracas el pasado martes para “sondear la situación sobre el terreno”. Según la información que agrega ABC, los noruegos se habrían reunido ese mismo día con el interlocutor oficial de Europa y presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó.
Las gestiones de Capriles
Otro nombre que sale a relucir en este nuevo intento de diálogo es el de Henrique Capriles. El excandidato presidencial sería, junto con Guaidó, uno de los hombres clave para llevar adelante otra negociación entre chavismo y oposición con el aval de la Administración Biden y la UE.
No es la primera vez que Capriles busca relanzar su desgastada imagen asumiendo un rol protagónico en negociaciones estériles que solo dan oxígeno al régimen. Para el fraude electoral del pasado 6 de diciembre, Capriles asomó su participación pero luego recogió sus palabras alegando que no estaban dadas las condiciones, en vista de que Maduro se había negado a aplazar los comicios. Esta era la condición que ponía la UE para enviar una misión de observación a Venezuela que avalara la elección írrita de origen, ya que fue convocada por una Asamblea Nacional Constituyente ilegítima y organizada por un Consejo Nacional Electoral (CNE) conformado por rectores electos sin respetar los procesos establecidos en la Constitución.
Henrique Capriles ya comenzaba a interceder por Maduro desde el pasado mes de octubre, cuando en un encuentro virtual con empresarios les pidió que “a través de Fedecámaras, Consecomercio, hablen con Washington”, con el fin de buscar una flexibilización de las sanciones impuestas por el expresidente Donald Trump. Capriles recomendaba a los empresarios “esperar al 3 de noviembre”, lo que indicaba que tenía la vista puesta en el eventual cambio de administración.
Adicionalmente, en declaraciones ofrecidas a El País, el jefe de la diplomacia chavista, Jorge Arreaza, reveló que desde inicios de 2020 el propio Nicolás Maduro se había reunido con un sector de la oposición liderado por Capriles. Fue a raíz de estos encuentros que Maduro accedió a conceder 110 indultos a opositores presos y exiliados a cambio de “encaminar a la oposición a las elecciones”.
Elecciones y diálogos
Si de elecciones se trata, son más de 20 procesos electorales los que se han celebrado en los últimos 21 años, la mayoría de ellos altamente cuestionados. Las escasas victorias opositoras han sido simbólicas. La reelección indefinida que se logró frenar en el referendo de la reforma de 2007 se terminó aprobando dos años después con una enmienda sometida a una consulta similar. En 2015, la oposición logró su mayor avance al hacerse con el control de la Asamblea Nacional, pero el régimen consiguió neutralizarla y los partidos opositores perdieron una valiosa oportunidad. El 5 de enero se instaló nuevamente el chavismo en el parlamento y todo parece haber vuelto al punto de partida.
Todo comenzó en abril de 2002, cuando la oposición salió a las calles en medio de una huelga convocada por la cúpula empresarial y los sindicatos para pedir la renuncia de Chávez por la aprobación de un paquete de leyes habilitantes que atentaba contra la propiedad privada. La caída del chavismo y el retorno en pocas horas al poder, así como el fracaso del paro petrolero de 2002 – 2003 trajeron consigo el primer intento de diálogo.
La lista de negociaciones infructuosas es larga. Haciendo memoria aparecen como primeros mediadores el expresidente estadounidense Jimmy Carter y el exmandatario colombiano César Gaviria, cuando se encontraba al frente de la Organización de Estados Americanos (OEA). Posteriormente le tocó el turno de mediar a la Iglesia. Y recientemente han jugado este rol el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero y el equipo negociador de Noruega. El resultado: el chavismo sigue en el poder y el país enfrenta la mayor crisis humanitaria de la historia. Solo el régimen se ha beneficiado de estos intentos de negociación que le han permitido ganar tiempo.
El cuento de nunca acabar
Este 4 de febrero de 2021, cuando se cumplen 29 años del intento del golpe de Estado que desencadenó la tragedia que hoy vive Venezuela, otra negociación toca la puerta. El objetivo del régimen seguirá siendo el mismo: ganar tiempo. No hay que olvidar que Hugo Chávez ponía como fecha de caducidad a su revolución el año 2021. Ahora Nicolás Maduro estaría pidiendo que se garantice su permanencia en el poder hasta 2025 a cambio de permitirle a la oposición participar en unas elecciones regionales libres en las que podría ganar algunas gobernaciones para recuperar ciertas parcelas de poder.
Para quienes viven como parásitos de la política esta sería una oferta tentadora para volver al esquema de coexistencia sin salir del régimen y manteniendo el mismo fracasado sistema político. El país vuelve al punto de partida. Nada ha cambiado. Y en 2025, cuando se cumplan 33 años del nefasto 4 de febrero, nada cambiará bajo este círculo vicioso de negociaciones infructuosas.