
Todas las vidas cuentan. Esto era lo que alegaba el presidente Donald Trump y sus seguidores cuando la muerte de George Floyd generó una comprensible indignación pero que derivó en un desproporcionado caos y violencia que no hizo más que aumentar el número de muertes. La búsqueda de justicia se convirtió en una bandera política. Así ha quedado demostrado este miércoles, cuando cientos de manifestantes irrumpieron en el Capitolio de EE. UU. en apoyo a Trump, un acontecimiento vergonzoso e igual de repudiable como la destrucción de las ciudades por parte de los activistas del movimiento Black Lives Matter (BML), pero con una marcada diferencia en la indignación por las vidas perdidas.
El balance de muertos por el violento episodio ocurrido en Washington se elevó a cinco. No se trata de un simple número. Son cinco personas que perdieron la vida, indiferentemente de su inclinación política o su color de piel. Pero el debate va mucho más allá. ¿Tuvieron un comportamiento indebido? Muy probablemente sí. ¿Merecían morir? Por supuesto que no.
Cinco muertos en Washington
Destaca el caso de Ashli Babbitt, una mujer de 35 años de California, quien recibió un disparo en el cuello de parte de un oficial de policía vestido de civil, de acuerdo con el reporte del jefe de la Policía de Washington D.C., Robert Contee, reseñado por BBC. Un video divulgado en las redes sociales muestra el momento en el que le dispara, dejando muchas dudas sobre si la situación ameritaba esa respuesta.
Momento en que Ashli Babbitt, veterana de guerra de la Fuerza Aérea, pierde la vida tras el disparo de un miembro de seguridad del capitolio en Washington. Video censurado en #YouTube que publicamos por ser noticia de interés público
Twitter había suspendido su cuenta #Qannon pic.twitter.com/U1HkUEJ7NJ
— Gustavo Rugeles (@GustavoRugeles) January 8, 2021
Ashli Babbitt, veterana de la Fuerza Aérea de EE. UU., fue descrita por su abuelo Tony Mazziott como una “excelente patriota” y una “persona cariñosa”, según publica CBS. “Hizo muchas misiones en Afganistán para nuestro país y fue asesinada por alguien en nuestro país”, agrego.
Para The New York Times Babbitt era tan solo una seguidora de Trump y QAnon que “se estaba preparando para este día”. Su muerte, así como la de Benjamin Phillips, de 50 años, Kevin Greeson, de 55, y Rosanne Boyland, de 34, han quedado como una simple cifra. El quinto fallecido confirmado fue el oficial Brian D. Sicknick.
La jornada dejó además un saldo de 14 heridos y 52 detenidos, según el balance del jefe de la Policía Metropolitana de Washington DC, reseñado por Euronews. Cuatro de los arrestos ocurrieron por porte de armas sin licencia, uno por posesión de armas prohibidas y otros 47 relacionados con violaciones al toque de queda e ingreso ilegal al Capitolio.
El desorden civil más costoso de la historia
Por el otro lado, la repudiable forma en que murió George Floyd el 25 de mayo de 2020 a manos de un agente de policía en Minneapolis no pasó por debajo de la mesa para la izquierda, que desplegó sus habilidades para aprovechar cualquier circunstancia que hiera la sensibilidad humana.
Con el resurgimiento de movimientos como Black Lives Matter y Antifa, se desató un caos que solo trajo más muerte y destrucción. Tan solo en los primeros 14 días de protestas se registraron 19 muertes, de acuerdo con una reseña de Forbes.
En lo que respecta a pérdidas materiales, el Insurance Information Institute calculaba para la segunda semana de disturbios un monto preliminar que superaba los 1000 millones de dólares, según estimaciones de The Property Claim Services (PCS) en 20 estados con pérdidas significativas. PCS calificó los destrozos tras la muerte de Floyd como el desorden civil más costoso en la historia de Estados Unidos.
George Floyd, una sobredosis y COVID-19
Si bien la brutalidad policial al momento de la detención de Floyd causó natural indignación, existen pruebas que refutan el hecho de que su muerte haya sido producto de un crimen por motivos raciales.
El diario británico DailyMail divulgó fotos y videos reveladores de la detención de Floyd. Incluyen más de 18 minutos de la cámara corporal del oficial Alex Kueng y 10 minutos del oficial Thomas Lane. Fueron los primeros dos policías en llegar la tienda Cup Foods, donde George Floyd intentó pasar un billete falso de 20 dólares para comprar cigarrillos, lo que motivó su detención.
Adicionalmente, en la autopsia se determinó que Floyd tenía en su sangre 11 nanogramos por milímetro de fentanilo. “Los signos asociados con la toxicidad del fentanilo incluyen depresión respiratoria severa, convulsiones, hipertensión, coma y muerte. En las muertes por fentanilo, las concentraciones en sangre son variables y se han reportado tan bajas como 3 nanogramos por milímetro”. Esta información se desprende del informe de 20 páginas de la autopsia que señala que Floyd padecía problemas respiratorios por sobredosis antes de haber sido tocado por la policía. La autopsia también reveló que había dado positivo por COVID-19.
Una bandera política
Las protestas violentas tras la muerte de Floyd tomaron un tinte político. La lucha contra el racismo se convirtió en una bandera de campaña del presidente electo, Joe Biden, al punto que evitó en todo momento condenar a BLM y Antifa por los destrozos causados. El resultado: la comunidad afrodescendiente fue la que dio el mayor apoyo al candidato demócrata, acaparando 87 % de los votantes negros, según datos mostrados por BBC.
Entonces, los hechos demuestran que Estados Unidos se ha polarizado en dos bandos en los que se da un valor distinto a la vida. Los movimientos que promovieron las protestas tras la muerte de Floyd insistieron en defender únicamente las vidas negras. Su slogan y el nombre de esta organización así lo demuestran: Black lives matter. La respuesta de la sociedad conservadora que rechaza las etiquetas sociales fue evitar sectorizar la defensa de la vida con una consigna más amplía: All lives matter.
Los hechos recientes en el Capitolio en los que murieron cinco personas evidencian que la polarización se agudiza, y si los estadounidenses no logran superar estas diferencias y valorar la vida de todos por igual, se impondrá entonces como lema el título de aquella canción de inicios de los 90 de la banda de rock Metallica: Nothing else matters.