La BBC publicó un interesante artículo respecto a las razones por las cuales Colombia es indiferente al desarme de las FARC. En mi opinión, las dos principales son (a) que eso no fue lo que Santos y sus aliados le prometieron al pueblo colombiano y (b) porque ellos y las FARC nos traicionaron al desconocer el resultado del plebiscito e imponernos un acuerdo ilegítimo. A continuación, desarrollo estos dos puntos.
A) Eso no fue lo que prometieron
Sin lugar a dudas, la entrega de 7132 de las armas de las FARC es una excelente noticia para el país. Sin embargo, al pueblo colombiano no le prometieron el desarme parcial de las FARC. Ni siquiera el desarme total de las FARC. En cambio, lo que le prometieron fue la paz de Colombia.
El discurso de año nuevo en 2015 del presidente Santos sintetiza su ofrecimiento. “En el año que está a punto de empezar Colombia podrá ver un nuevo amanecer: el amanecer de un país sin guerra, sin conflicto, en el que nuestra nación avance hacia su máximo potencial”.
Lo anterior, se complementa con su discurso durante la firma de acuerdo en Cartagena, en plena campaña por el plebiscito. Allí señaló que “nos ayudará a fortalecer nuestra democracia”, “hará más efectiva la lucha del Estado contra el narcotráfico” y “por primera vez en la historia de la solución a los conflictos armados los crímenes internacionales y de lesa humanidad no son amnistiados, sino investigados, juzgados y sancionados”.
Los hechos han demostrado que nada de ello ocurrió, sino que, por el contrario, empeoró. Más aún, cada vez es más claro que de no hacerle ajustes de fondo al acuerdo ilegítimo y, en general, al rumbo trazado por el Gobierno Santos, la situación del país continuará empeorando.
Así, el periodista Mauricio Vargas demostró que “la reducción en los homicidios [como resultado del cese al fuego con las FARC] se volvió casi marginal: “de 25 por cada 100.000 habitantes en 2015 cayó a 24,4 en 2016”. “Una baja valiosa pero de apenas seis décimas”. Además, varios grupos se han fortalecido o emergido con fuerza. Por ejemplo, el ELN, el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC, “Los Pelusos” y el MRP.
Ello ocurre porque los fundamentales de violencia se han fortalecido. Así, por ejemplo, los narcocultivos se han multiplicado (el narcotráfico es el combustible de la violencia en Colombia), la fuerza pública está desmoralizada y la impunidad es infame. De esta forma, siempre habrá un grupo que haga terrorismo y cometa crímenes de lesa humanidad.
Y es que la paz sin impunidad ha sido una exigencia de los colombianos desde hace varios años. Sin embargo, en los últimos dos meses, y al amparo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se liberaron a dos de los peores criminales de la historia de Colombia: al autor de la bomba al Club El Nogal y a quien tuvo secuestrados en la selva durante años, y en condiciones inhumanas a civiles, a políticos, militares y extranjeros.
Además, Colombia sufre una situación económica y de pesimismo que no vivía desde hace 15 años cuando en influyentes escenarios era considerada un Estado fallido.
Adicionalmente, al mismo tiempo que soportamos niveles de impuestos sin precedentes en nuestra historia, el gobierno expide un decreto para lavar los narcobienes de las FARC y anuncia que cumplir el Acuerdo ilegítimo costará $129,5 billones de pesos (cerca de 44.000 millones de dólares).
Y sin duda la incertidumbre política y jurídica, resultado de la imposición del acuerdo ilegítimo, tampoco ayuda. Ciertamente, estar regidos bajo la Constitución de las FARC inspirada en el Socialismo del Siglo XXI que, entre otras, amenaza la propiedad privada, y estar cogobernanados por los terroristas mediante la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final (CSIVI) no es el mejor incentivo para la confianza inversionista.
B) Al pueblo colombiano lo traicionaron
Santos y sus aliados, posando de demócratas y de liberales, pusieron a consideración del pueblo un plebiscito para que dijera SÍ o NO a su Acuerdo con las FARC. A ese complejísimo acuerdo de cientos de páginas, que es un esperpento desde la democracia liberal y el Estado de Derecho, el pueblo, en su sabiduría, le dijo NO.
Sin embargo, Santos, sus aliados y las FARC decidieron desconocer su resultado. De este modo, dieron un golpe a la voluntad popular y, por lo tanto, a la democracia y el Estado de Derecho en Colombia.
¿Se imaginan qué hubiera ocurrido en el Reino Unido si quedarse en la Unión Europea hubiera ganado en el Brexit y el gobierno hubiera desconocido el resultado imponiendo su salida?
Lo que ocurrió en Colombia fue una canallada democrática. Y en desarrollo de esa canallada, nos lo están imponiendo arbitrariamente mediante el dictatorial fast-track. Y para justificarla, para traicionar sus principios, acudieron al argumento de que por la paz de Colombia todo vale.
Sin embargo, los colombianos nos sentimos traicionados y no les creemos. Por el contrario, vemos que nuestra libertad y democracia está en peligro yendo hacía al camino totalitario y de miseria de la Venezuela de Chávez y Maduro.
El resultado de todo lo anterior no podía ser otro que el reflejado en la última encuesta Yanhaas: el 77 % de los colombianos desaprueba la gestión del gobierno en la implementación del acuerdo ilegítimo. Ojo: no solo la mayoría que votó NO en el plebiscito, sino la mayoría de los colombianos.
Así las cosas, para los colombianos el desarme de las FARC es solo una mentira más. Por ejemplo, Santos primero dijo que eran 14.000 armas y luego entregan 7132. Al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa dice son por lo menos 11.000 y el ejército señala que durante las negociaciones las FARC habrían canjeado entre 4000 y 8000 armas por cocaína. Además, no han entregado ni los misiles tierra-aire, ni las 900 caletas.
Por lo tanto, por más que la entrega de las 7134 de las armas de las FARC sean una buena noticia, ante la mentira, la traición, el autoritarismo, la inseguridad, el empobrecimiento y la amenaza del totalitarismo castrochavista y su Socialismo del Siglo XXI, es poco lo que los colombianos tenemos para celebrar.