A finales de la década de los 70 los Estados Unidos pasaban por uno de los momentos más difíciles de su historia. Vivían una situación económica muy delicada a la que no le veían salida y su liderazgo global estaba en duda frente al de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En consecuencia, pasaban por una crisis de autoconfianza y había quienes decían que habían llegado a un momento de “decline inevitable”.
Respecto a la economía, pasaban por una estanflación, es decir, que el país no crecía y la inflación aumentaba. La gente y los empresarios estaban asfixiados por los altos impuestos y las excesivas regulaciones.
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Con relación a la paz y la seguridad, parecía que perdían la Guerra Fría frente al bloque soviético que buscaba implantar el comunismo alrededor del mundo. La Unión Soviética parecía invencible y estaba a la ofensiva política, ideológica y militar.
Dentro de ese contexto, llegó a la presidencia Ronald Reagan. El expresidente era un hombre de fuertes convicciones frente a la libertad, sentido común y valor personal e intelectual. También equilibraba ideología con pragmatismo. En consecuencia, llegó a la presidencia con unos principios, visión y hoja de ruta claras, con propuestas sencillas y específicas para sacar adelante a su país.
Como el mismo decía,
“hay quienes dicen que el mundo se ha vuelto demasiado complejo para respuestas sencillas. Están equivocados. No hay respuestas fáciles, pero hay respuestas sencillas. Debemos tener el coraje de hacer lo que sabemos que es moralmente correcto”.
Sus propuestas fueron entonces sencillas pero difíciles, las cuales conllevaron a la “Revolución Reaganiana”.
En lo económico, llevó a cabo la más fuerte reducción de impuestos de la historia de su país, puso en marcha duros recortes al gasto público no relacionado con lo militar y la seguridad social, eliminó numerosas regulaciones y apoyó la dolorosa política monetaria antinflacionaria de la FED. Lo anterior, procurando lograr equilibrio fiscal. Hubo quienes ridiculizaron su plan económico llamándolo Reaganomics.
En lo político, envió mensajes claros a los comunistas respecto a que no les tenía miedo y a la superioridad de la libertad sobre la opresión que, bajo la excusa de la igualdad, le imponían a sus habitantes y a buena parte del mundo.
Y, paralelamente, inició un rearme sin precedentes conocido como el Military Buildup. Así, y al devolverle la confianza a la fuerza pública, aumentó la capacidad de seguridad. De este modo, pudo implementar su exitosa política de “paz mediante de la fuerza”. A Reagan le decían “guerrerista”.
Después de 8 años los resultados fueron impresionantes.
Económicamente logró una prosperidad sin precedentes. Según un reciente artículo publicado en el The Wall Street Journal, mientras entre 1974 y 1980 el crecimiento del PIB creció en promedio un 2.5 %, durante la presidencia de Reagan el crecimiento promedio fue del 4.6 %, una vez sus políticas se implementaron. Asimismo, los ingresos para el Estado crecieron a tasas de doble dígito durante 4 de los últimos 6 años de su presidencia. Finalmente, la inflación pasó del 13,9 % al 4 %.
También dejó un mundo más libre, seguro, pacífico y respetuoso de los derechos humanos y la democracia. Según su Secretario de Estado, George Shultz, al dejar su presidencia la Guerra Fría básicamente había finalizado (con la victoria de su país y de la libertad). Asimismo, acordó con los soviéticos la reducción de armas nucleares más grande de la historia y creó las condiciones para su caída definitiva pocos años después. Y como lo recuerda Dinesh D´Souza, Latinoamérica se vio particularmente beneficiada durante su administración porque varias dictaduras dieron el paso hacia la democracia.
Los éxitos de Reagan ayudan a entender porque los mercados han respondido favorablemente a la presidencia de Donald Trump. Como lo resaltó la periodista Trish Regan, “bajar impuestos funciona”. Lo demostró Reagan, lo cual también se probó en los años 60 al implementarse la propuesta de Kenedy.
¿Cómo aplica esto a Colombia?
La semana pasada el Banco de la República bajó una vez más las perspectivas de crecimiento al situarlas en el 1,8 % (en 2016 fue el crecimiento fue del 2 %, en 2015 fue 3,1 %, en 2014 fue 4,3 % y 2013 fue 4,8 %).
Además, según el Foro Económico Mundial es el sexto país con impuestos más altos del mundo y estos son el principal obstáculo para hacer negocios en el país.
Igualmente, se han vuelto permanentes las quejas de los ciudadanos y los empresarios frente a la inseguridad, la inestabilidad jurídica y regulatorias, lo cual se ha reflejado en importantes indicadores económicos.
Asimismo, el déficit de pie de fuerza en las ciudades es grande, los narcocultivos -el combustible de la violencia en Colombia- se cuadruplicaron y las FARC siguen delinquiendo. El ELN, igualmente, continua con su accionar criminal, entre otros mediante asesinatos y ataques a la infraestructura.
Y, por si fuera poco, tenemos la Constitución de las FARC -arbitrariamente impuesta por Santos, sus aliados y las FARC- que amarra cualquier política de los próximos gobiernos al contenido del Acuerdo ilegítimo populista.
Por lo tanto, Colombia deberá, paralelamente, fortalecer su capacidad frente a la seguridad, bajar impuestos, dar estabilidad a la inversión, recortar el gasto público que no sea para la seguridad social, y eliminar las regulaciones innecesarias.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez, en cuyo gobierno se aplicaron exitosamente múltiples medidas bajo ese espíritu según las circunstancias colombianas y su propio estilo, esta semana comenzó a exponer propuestas económicas al señalar, por ejemplo, que:
“Colombia necesita apoyar al trabajador y al empresario. Ambos están frenados en sus potencialidades por los altos impuestos, el derroche y la corrupción. Lucharemos por una baja sustancial de impuestos y un aumento significativo de salarios”.
Pero para ello también deberemos derogar la Constitución de las FARC. Solo así los colombianos recobraremos plenamente nuestra libertad -usurpada- para escoger las políticas que consideremos nos convienen. Esto independientemente de si a las golpistas FARC con su Socialismo del Siglo XXI de Chávez y Maduro les parece o no.