¿Quién en el Gobierno de Venezuela se ha distinguido por hacerle un aporte importante al país? ¿Cuántos ministros pueden mostrar un currículo que los califique para el cargo que ocupan? ¿Cuáles han sido los éxitos del Gobierno que apunten al desarrollo del país? ¿Como se pueden medir el retroceso y la mediocridad en términos positivos?
Las respuestas las conocemos todos y sin embargo, mientras el país se hunde en la crisis política, económica y social más importante posiblemente de toda su historia. Y aquí no pasa nada. Lamentablemente el que calla otorga a favor de todo lo que no hace falta y de lo que no quiere que suceda.
Desde el 2 de diciembre del 2007, cuando el país le dijo contundentemente “no” al objetivo comunista del entonces presidente Hugo Chávez, el Gobierno se ha dedicado a consumar ese proyecto por la vía legislativa. Es decir, que en pleno uso del poder que le fuere otorgado, el Gobierno se ha burlado abiertamente de la Constitución y del pueblo venezolano.
Luego de decenas o tal vez centenares de denuncias, la Fiscalía no ha levantado un dedo para paralizar la avalancha de corruptela que embarga la administración pública —al contrario, se ha empeñado en buscar culpables donde no existen, con lo que transmite una confusión bestial de movimiento y acción.
Con los pésimos resultados de su política económica y en vez de rectificar, el Gobierno profundiza la crisis imponiendo su criterio equivocado y caduco en la esperanza de que abriendo un compás de espera la economía pueda responder positivamente al maltrato político.
Lo que está muy claro ante el país y el mundo es que este modelo no va producir el paraíso terrenal que pretenden dibujar
Ante la escasez y el desabastecimiento la respuesta es más control. Ante la inseguridad personal que embarga a todos los sectores del país no hay respuesta, pues a lo mejor consideran que es una moda importada pasajera, o una estrategia del Imperio para debilitar la muy justa, trasparente y popular revolución Bolivariana. Lo cierto es que el hampa tiene control absoluto de la sociedad en general.
Las deudas acumuladas por el Gobierno no se pagan pero el gasto público se mantiene en niveles de un ingreso petrolero de $140 por barril, como si el fantasma de Chavez estuviera diciendo: “¡no le paren bolas, pa´lante!”
Ante la falta de divisas para mantener andando el aparato productivo del país la respuesta es elevar la criminalización del empresario y ante la falta de electricidad la solución es que el gobierno reduzca su actividad a la mitad. Esta última es una de las genialidades revolucionarias que nos hemos venido encontrando en el camino que, de paso, posiblemente ni nos daríamos cuenta si sucede.
Finalmente, ante todas las promesas incumplidas la respuesta es más promesas. Lo que está muy claro ante el país y el mundo es que este modelo no va producir el paraíso terrenal que pretenden dibujar.
¿No es hora, entonces, de que se produzca un cambio?
Nota del Editor: “Pujinche”: sin fuerzas, con dificultad, con debilidad. Fuente: Tubabel.com. Este localismo venezolano no ha sido aceptado por la Real Academia de la Lengua Española (RAE).
Editado por Pedro García Otero.