“El Táchira es tierra de valientes, pero también de melancolía”
Emmanuel Rincón, La Trivialidad del mal.
En agosto del 2015, a los colombianos, Nicolás Maduro y su mafia de Miraflores, “nos echaron como ratas”, “nos echaron como perros” del Táchira. En ese momento, periodistas de Univisión describían en evento como “un éxodo obligado jamás visto ni en Colombia, ni en Venezuela”. Miles de familias fueron expulsadas sin misericordia, de sus hogares, de sus sueños, de sus afectos. Sus casas destruidas en medio de un bombardeo de señalamientos y misiles de injusticia.
Santos y su criminal negligencia binacional
Juan Manuel Santos no quiso defender a nuestros compatriotas y hemos pagado la impunidad frente a esa canallada con la impotencia de ver también expulsados a los venezolanos. Hay mucho que reclamarle a Santos en lo político y en lo judicial frente a sus acciones y las repercusiones en la degradación de la realidad venezolana.
En lo político, desde el espaldarazo a Chávez declarándolo su “nuevo mejor amigo” en el 2010, cuando el pueblo venezolano ya había acumulado demasiados oprobios del “comandante”, por lo menos se habría esperado que como miembro de una familia insignia del periodismo pudiera tomar distancia por el cierre de RCTV en el 2007. Ni eso.
En lo judicial, claramente hay un lugar para que Santos responda por el infame secuestro de Lorent Saleh en septiembre de 2014, a pocos días de su segunda posesión presidencial, y las violaciones derechos humanos que sufriría de ahí en adelante.
La necesidad de Santos de congraciarse con la mafia dictatorial venezolana en su segundo periodo para que se le facilitaran las negociaciones con las FARC, lo convirtió en cómplice. Y con semejantes precedentes, con razón se tomó tanta confianza Nicolás Maduro para masacrar en el 2015 la cotidianidad de miles de colombianos en Táchira marcando con ese primer nivel de destierro la suerte que habrían de seguir millones de venezolanos.
Lo que Colombia con Santos no hizo por Táchira, lo terminó padeciendo Norte de Santander, el resto del país, y, finalmente, todo el continente. Venezuela se perdió, en parte (en gran parte) cuando los colombianos en Táchira se quedaron sin defensor, cuando Táchira se quedó sin respaldo.
Venezuela será tan libre como Táchira lo sea
El bloqueo, el real bloqueo que destruyó la economía venezolana, el bloqueo comercial del socialismo del siglo XXI, comenzó cuando Chávez bloqueó las relaciones comerciales con Colombia. Aplaudieron los proteccionistas, los traficantes de favores y privilegios. Y toda suerte de nacional-socialistas.
Y con todo y eso se pudo vivir hasta que ya no se pudo. El descontento se tomó a la población y el valor de un pueblo reseñaba otra vez su talante legendario. El Táchira se convirtió en trompeta y puño alzado contra el socialismo del siglo XXI. Por eso la represión grotesca siempre lleva sangre “gocha”, la mordaza del terror revienta más fuerte en la frontera. Ya lo vivió incluso el mismo Fernando del Rincón al que censuraron en el 2014 y pudo comprobar como las tragedias en esas tierras tienen el sello estalinista.
Por lo mismo, tenía que pasar que después de la visita de la “Alta” Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, la represión se intensificara justo allí dónde se encarnan los miedos del régimen. Una posible rebelión militar, que reprimieron vejando con brutalidad serial el cuerpo del Capitán de Corbeta Acosta. Y algún tipo de alzamiento social en Táchira, obviamente en Táchira, el pavor de la tiranía frente a la dignidad de ese pueblo es proporcional a la brutalidad que usan para reprimirlo, por eso tenía que pasar que representantes del régimen cobarde dispararan a los ojos, el rostro y el alma a Rufo Chacón.
Con todo y eso Táchira vuelve y se levanta a protestar con la sensación de que se quedan solos pero no de que se quedan sin voz. Incluso sabiendo que les han ubicado una sucursal del infierno torturador en la región. El puño sigue, cansado pero en alto, y también por eso la bota sigue encima pero con nervios. Sabe que si afloja en la frontera pierde la capital, que si Táchira, es libre también Venezuela lo será.
Duque: el verdadero prótector del Táchira
El 23 de febrero del 2019, el día del concierto en Cucúta, Iván Duque empezó a graduarse como protector del Táchira. Y uno de verdad, no como el rufián de Freddy Bernal que tiene un cargo Gestapo que necesitaron inventarse para lidiar el odio profundo que se siente contra Maduro y el resto de la mafia de Miraflores. A Bernal lo nombraron “protector del Táchira” como remedio de gobernabilidad cuándo es realmente un síntoma del derrumbamiento del régimen.
A diferencia de Bernal, Duque ha empezado a restaurar la protección de la frontera. Comenzó al propiciar que se enfocaran los ojos internacionales alrededor del punto fronterizo, y es claro, la libertad, cuando entre, entrará por la frontera con Cúcuta. Sin embargo, el mandatario lo hizo con la responsabilidad de tener que proteger los dos lados, los dos pueblos.
“Si nosotros no los reprimimos con gases, más atrás están los colectivos que trajeron de Caracas para chorrearlos a balas”, parecían decir los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana a los jóvenes tachirenses que intentaban con piedras hacerle hueco a los camiones que ya no pasarían con la ayuda humanitaria.
Miembros de fuerzas de seguridad que no terminaban de entender si hacían más por su país pasando el puente o sirviendo de barrera para que no se desbocaran los delincuentes que se encontraban detrás. Nunca hay que olvidar que Iris Varela y sus secuaces fueron la desesperada amenaza irregular de última hora que tuvo que valorar Duque para evitar que esa región se inundara de sangre, lágrimas y desesperanza en medio de tanta emoción por el posible cambio.
Pero Duque había iniciado su camino para que prevaleciera la justicia frente a los crímenes cometidos en Venezuela, mucho antes, ya casi se van a cumplir dos años de la demanda que lideró como senador ante la Corte Penal Internacional. Una línea sobre la que ha vuelto a insistir ahora como Jefe de Estado a propósito del reciente informe de Bachelet.
Freddy Bernal puede seguir amenazando al gobierno de Colombia e intensificar su represión contra el Táchira. Sin embargo, ya no es Santos el que está gobernando en Colombia. La determinación de Duque por el castigo a Maduro es evidente, sus calanchines también están en la mira. Bernal cacarea de cobardía pero seguro sería el primero en rendirse en una confrontación militar directa. Duque lo sabe. Lo sabe todo el mundo en Táchira. Bernal no se puede proteger ni a sí mismo.
Por el contrario, Duque proyecta más su sombra de influencia protectora sobre el otro lado de la frontera, como se proyecta el peso colombiano en cada transacción que ahora se realiza más allá de Cúcuta. Por eso incluso los criminales que huyen desde Colombia se internan en Venezuela como cucarachas ante la luz lejos de la frontera.
El presidente Duque puede capturar por su cuenta a Maduro: lo puede hacer por los crímenes contra los colombianos en el Táchira, contra los venezolanos en el Táchira o contra Colombia. Luego, bastaría entregárselo a la CPI por crímenes contra la humanidad. Mientras que inicia el juicio en La Haya, bien le puede hacer un juicio en Bogotá.
Duque puede o no apelar al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca para tomar la iniciativa bélica. Lo que es cierto, es que desde hace mucho, el mandatario colombiano es quizás el primer Jefe de Estado en ejercer con tanta contundencia frente al riesgo al que está expuesto la responsabilidad de proteger al pueblo de Venezuela.
Táchira tiene un protector, que nadie lo dude. Pero no solamente Táchira. Y se llama Iván Duque.