¿Deben morir los pobres soldados colombianos en nombre de los venezolanos ricos del exilio?
A Daniel Raisbeck uno no le puede decir que le falta solidaridad con la causa de la libertad en Venezuela, ni se le puede señalar de ignorancia frente a la tragedia humanitaria que la tiranía ha desencadenado.
Tampoco se le puede acusar de falta de valentía a la hora de denunciar al socialismo del siglo XXI y confrontarlo, o de ser tolerante con situaciones graves porque asumir una postura difícil sea impopular.
Lo digo porque ante el complejo debate que se plantea sobre la liberación militar de Venezuela su posición crítica en contra de la misma, que comparten también otros muy importantes libertarios colombianos, merece una profundización argumentativa. Este es el momento de las objeciones, una vez inicien las operaciones será muy tarde.
Sobre todo porque Raisbeck interpreta en su crítica a un sector más amplio que pide razones más que descalificaciones. Y el primer escollo efectivamente lo ha sintetizado muy bien en uno de sus tuits que iría como pregunta más o menos: ¿por qué tienen que morir los pobres soldados colombianos en nombre de los venezolanos ricos del exilio?.
La pregunta apunta a dos temas claves, el primero es de intereses, ¿Quiénes serían los mayores beneficiados con el fin de la tiranía de Maduro? En principio pareciera que los que más ganarían con la salida de Maduro serían los venezolanos ricos del exilio. O bien tienen importantes patrimonios todavía en Venezuela, o tienen los contactos tanto adentro como afuera para aprovechar la reactivación económica que surgiera a partir de la restauración de la libertad e incrementar sustantivamente sus activos.
El segundo de los temas apunta a las responsabilidades. ¿Qué tan responsables han sido los venezolanos ricos del exilio con la degradación socio económica venezolana? ¿Su acción o su omisión qué tanto le ha sido útil al régimen? Es obvio que en algún momento de la historia esos venezolanos ricos del exilio lograron sus fortunas, o bien antes de la aparición de Chávez, también al amparo de los recursos petroleros, o en medio del chavismo cohabitando con la compleja situación política y moral, pero aprovechando la bonanza, o simple y llanamente siendo cómplices y testaferros de la nueva oligocracia que reemplazó a la anterior.
Uno no puede dejar de recordar en esa reflexión de Raisbeck la crítica que la misma Gloria Álvarez hacia a un empresario venezolano que en un foro en Bogotá le decía que no fuera tan radical, que había que hacer negocios en medio de la dictadura, y al referirse a eso asumía la necesidad de adaptarse a los niveles de corrupción que alimentaban la represión.
O para no hablar de cómo en esa cultura de algunos empresarios venezolanos, que quizás repitiendo patrones aprendidos como forma de hacer negocios en Venezuela, le hacían la corte a políticos de otros países, por ejemplo los de Pacific Rubiales a Santos en el desafortunado pero célebre incidente de la Copa Mundial Brasil 2014.
En particular, el caso de Pacific Rubiales es bastante grotesco, porque es claro que fue una de las empresas más importantes de Colombia y que fue fundamental para Santos, el mismo líder político que se declaró “nuevo mejor amigo de Chávez”, el que buscaba el apoyo de la que después llamaría dictadura, para su proceso de paz, esos venezolanos ricos del exilio como los de Pacific Rubiales son los que con razón hacen preguntar a Raisbeck si vale la pena que pobres soldados colombianos expongan sus vidas para recuperarles el país que con ese tipo de comportamientos ayudaron a enterrar.
Y claro empresarios de esos abundan en latinoamerica, contratistas estatales y traficantes de favores presupuestales hay en todos lados, y en nuestra región abundan, pero con tanto cinismo como el de algunos venezolanos ricos del exilio, quizás no, porque no aprendieron de lo que hizo que su sociedad colapsara, porque pretendían mantener una vela al diablo y un quejido al ángel. Hablar mal del chavismo afuera, pero alimentarlo adentro.
Sin embargo, no son todos los venezolanos ricos del exilio los que pueden ser calificados de esa manera, y aunque lo fueran todos, tampoco su existencia y comportamiento puede servir para mantener bajo condena precisamente a los que ni son ricos ni están en el exilio.
Y en todo caso, cuando se quiere liberar a un secuestrado lo relevante no es que sea rico o pobre, mal padre o buen abuelo, se le libera porque es un ser humano. Si la conducta previa al estado de indefensión fuera la razón para no buscar la justicia, claramente no habría forma de justificar el por qué se tendría que arriesgar la vida de un policía o un soldado para liberar a un congresista corrupto o un alcalde maltratador o un finquero abusivo.
Al no considerar suficiente la noción de justicia en el debate sobre la liberación militar de Venezuela y enfocar el problema en el sacrificio de quienes tendrían capacidad económica, también Raisbeck dejó de preguntarse por los que más han perdido con la dictadura: los pobres venezolanos. Claramente los que más ganarían después de la caída de Maduro serán los venezolanos ricos del exilio, pero los que más pierden mientras se mantiene en el poder son los pobres venezolanos que al ver roto el sentido de justicia alrededor exponen su vida, su libertad y sobre todo su sentido de dignidad humana.
Son los pobres de todo el mundo los que primero deberían rebelarse contra tiranos como Maduro para nunca ser tratados de la forma en que lo han hecho en Venezuela. Humillados. Abandonados. Proclamados como bandera para ser usados como papel higiénico.
¿Cuál es la mejor estrategia para que los venezolanos ricos del exilio ayuden en la caída militar de la tiranía?
Raisbeck, en medio de sus cuestionamientos obviamente planteó caminos para aquellos venezolanos ricos en el exilio que de manera coherente y épica quieran alentar la liberación militar, para que pongan su sacrificio económico y personal en consonancia con sus ideas e intereses y de esa forma los animó a montar una resistencia seria.
Raisbeck sabe que gran parte de la dificultad de la salida de Maduro no radica solamente en la infinita torpeza, mezquindad y pusilanimidad de la mayor parte de la oposición venezolana, y cada una de sus vertientes con sus respectivas representaciones de ricos venezolanos en el exilio.
Raisbeck sabe que la mayor dificultad de la salida de Maduro se debe al control cubano de Venezuela y otros nefastos aliados. Y sabe que la amenaza principal proviene de La Habana. Él mismo en su primera candidatura al Congreso denunció frente a la embajada de Cuba el esfuerzo del régimen de la isla por impedir el asilo en Colombia de 6 refugiados. ¿Si tocaba hacer plantón para que no presionaran a 6 refugiados, cuánto más no habría que hacer para lograr que los comunistas de Cuba saquen sus parásitas redes de Venezuela?
Y es importante conectar el núcleo del problema: el rol de Cuba en Venezuela con la dificultad principal de crear una resistencia seria. El G2 cubano se niega a facilitar el criterio de Raisbeck de que los venezolanos puedan “arreglar” sus propios problemas precisamente porque el G2 cubano es el mayor problema que tiene Venezuela.
Los refugiados de Venezuela salen de Venezuela, pero son desterrados por Cuba a través de lo que ha hecho el G2. Y eso lo reconoce el mismo Luis Almagro cuando denunció el “management” cubano de la represión política en ese país.
Luego lo que pide Raisbeck es una resistencia capaz de enfrentar al G2. Esa resistencia no se arma con lógica de guerrillas, especialmente cuando ha sido el G2 el principal responsable de crear quintacolumnas en toda América Latina, empezando por Colombia. Las técnicas de mando, el entrenamiento militar, la formación política comunista, tanto de las FARC como del ELN y en su momento del M-19, han tenido la escuela cubana. El G2 sabe de guerrillas porque ese ha sido su negocio.
Y por lo mismo indigna escuchar a los líderes guerrilleros y exguerrilleros, hablar de la soberanía de los pueblos cuando no han hecho otra cosa que conspirar para expandir el control parasitario en el continente, tanto insistieron que finalmente el G2 logró tener su primer territorio continental dónde expandirse: Venezuela. Una colonización de manual.
Por eso, aunque puedo diferir de Raisbeck sobre si en su momento no será desafortunadamente necesaria la liberación militar de Venezuela recurriendo a tropas colombianas, gente pobre pero de talante libertario, como José María Córdova, lo que si recojo es el llamado de que los venezolanos ricos del exilio elaboren mejor su estrategia reconociendo primero que nada al verdadero enemigo: el G2.
Cuando sea la hora de la acción militar, incluso los que podemos estar de acuerdo que tropas colombianas por razones de seguridad y defensa nacional inicien la ofensiva, esperaremos que por lo menos los venezolanos ricos del exilio hayan fondeado más de un equipo de contratistas militares dispuestos a neutralizar a los efectivos del G2.
No es hora de los aficionados, de los mártires, de los bienintencionados, los desesperados o los cansados, para el combate se necesitan profesionales, eso si, los profesionales cobran. Puede ser con recompensas de mayor a menor según el rango que tengan en el G2 o según el nivel de sevicia de los delitos que hayan cometido.
Si los venezolanos ricos en el exilio quieren apoyar la resistencia, que empiecen a planificar y presupuestar operaciones de contratistas militares privados contra el G2 en medio de la liberación. Seguramente los cubanos en el exilio y de otras nacionalidades estarán dispuestos a aportar, porque si cae el G2 en Venezuela también es probable que caiga la dictadura en Cuba… y eso quizás no tenga precio.