Donald Trump abandonó la Casa Blanca el pasado 20 de enero. (Archivo)
El contexto en el que nació el momento trumpista
Nada proviene del azar en política. Los discursos en tarima se alimentan de lo que resuena en las calles y por más que muchas ideologías hayan nacido de cerebros acomodados detrás de amplios escritorios, sin el contraste ante gente de carne y hueso no tendrían opción de supervivencia argumental.
Estos casi cuatro años en Estados Unidos fueron la respuesta en clave nacionalista conservadora al enfoque predominante del partido demócrata de un progresismo político —y de una forma de unir al capitalismo financiero y a la producción de bienes y servicios— bajo el paraguas chino.
Asimismo, debemos destacar que la agenda de los valores sigue estando viva y en tensión creciente frente a la ruta de la perspectiva LGBT/Transhumanista, versus la familia tradicional biológica. Todo esto en términos propagandísticos simples sería entendido como la disputa “patriotismo versus globalismo“. Ética, libertad, cuerpo y economía, son los nuevos campos de batalla de la Cosmópolis que nos toca vivir.
Del momento al movimiento
Grandes preguntas deben hacerse desde el momento de aparición del outsider Donald Trump al día de hoy: ¿pasaremos de un momento electoral a un movimiento social y político?… ¿Ese movimiento se cristalizará —en el peor de los sentidos— en un nuevo partido?… ¿Las emociones y las voces que allí se agruparon encontrarán una plataforma nueva acorde a su forma de ver el mundo… o se diluirán entre la censura, lo políticamente correcto o la persecución silenciosa de autoritarismos invisibles?… ¿La pandemia y su encierro ciudadano habrá logrado que la naturaleza humana —gregaria y deliberativa— siga fragmentándose… o se reencontrará en novedosas formas de pedagogía y reflexión política novedosa?… ¿Podrá el partido republicano incorporar algo de esa agenda y que cierto electorado ve desvanecerse dentro de la organización?… ¿Las otrora alianzas internacionales del ensayo de proyecto trumpista correrán con la misma suerte de su compañero de maratón, sepultando cualquier intento de llegar a una meta propia?…¿Vivimos una moda o asistiremos a la reinvención del republicanismo político que los ciudadanos requieren?
Avances y retrocesos
Insisten elementos de éxito y fracaso. Muy claro se presenta el lenguaje y el estilo populista como vehículo y correa útil de transmisión… Muchos fueron los aciertos para la conexión de Trump con su audiencia y lograr —al menos superficialmente— cierta cohesión temática.
Siempre ha de dudarse como politólogo —y como ciudadano tocado por la maquinaria de la uniformización de un país franquicia del modelo alterglobalizado— de las intenciones de todo político. Es allí cuando entra el tema del voto latino.
La campaña latina
Como actor atípico, Trump se vendió en la campaña latina como un anti comunista e individuo pro sanciones contra funcionarios venezolanos, con el fin de asegurar… de amarrar el voto del estado de Florida. Así como en la práctica se le dio fuerza a la creación de poderes públicos paralelos para el caso venezolano, no hubo un seguimiento racional a las tareas, procesos y fondos del interinato criollo.
Esto generó en la vida real una crisis de legitimidad y un desaguadero de dinero fácilmente rastreable, pero que difícilmente se pudiera encauzar de regreso. La corrupción gubernamental tiene así en bandeja de plata a la corrupción opositora para desviar toda la atención que desee.
Nuevos fuegos, viejos humos
El evento del Capitolio fue para muchísimos analistas un episodio doble. Por un lado, pensado para ganar tiempo burocrático para Trump, terminó siendo aprovechado —¿y por qué no diseñado?— para sepultar en la memoria colectiva la violencia de Black Lives Matter. El nuevo fuego ocultaría los viejos humos. Ese es el propósito, Así como también pretenden dejarse de lado los cuatro grandes picos de la campaña: primero, Trump arriba en las encuestas; segundo, llegada de la pandemia; tercero, asesinato de Floyd y violencia política organizada; cuarto, primer debate con Joseph Biden y; quinto el escándalo ruso-ucraniano de Hunter Biden.
Vivimos en tiempo real un desarrollo milimétrico de narrativas, creación de silencios y ruidos estratégicos en medios Mainstream y redes sociales, un asertivo montaje por cadenas —todo en línea con la censura de Twitter, Instagram y Facebook a la figura presidencial—.
Así las cosas, lo que presenciamos fue una estrategia Transmedia en donde se unieron contra todo pronóstico enemigos naturales —pero socios originarios y sistémicos como Romney o los Bush, junto a los Clinton, los Obama, la fiscal Warren y Nancy Pelosi—. Todo ello, mientras, se iba desmarcando institucionalmente Mike Pence y se dejaba en “mute” el evidente rechazo a las incongruencias electorales denunciadas por los 20 fiscales generales liderados por el fiscal general de Texas.
El caso de Pensilvania con más votos que personas llama la atención, al igual que otros más difíciles de probar en tiempos de fraude digital. No admitir la causa en los tribunales fue —a partes iguales— una evidente muestra del resbaladizo sustento de la denuncia, así como un claro sesgo de interés al denegar justicia.
Hechos concretos versus propaganda
Desde investigaciones económicas y divulgativas —Véanse los datos de Bloomberg, Forbes o publicaciones académicas ajenas a políticas trumpistas— se tienen claros algunos éxitos en la economía: esta subió 4 % y cae a 2.3 % con la pandemia.
En tres años se crearon 6.5 millones de empleos; se concretó la reducción del impuesto corporativo del 35 % al 21 %; creció el PIB; la bolsa cerró con buenos números, en el caso del Dow con 30 % y el Standard And Poors con 19.4 %.
Casi concluyendo
En conclusión, Trump no construyó el muro, sí derogó algunas leyes y desestructuró el famoso Obamacare. Asimismo, logró separar a Estados Unidos del acuerdo climático de París; y en relación a los números de la inmigración supuso un descenso de 85000 a 15000 personas dentro del territorio norteamericano. No pudo vencer al eje del mal agrupado en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua… y China fue el único ganador económico post pandemia.
Poco a poco, veremos si las opciones ejecutivas de Biden insisten en desmontar decisiones para volver al punto cero antes de Trump. Quedan en evidencia los usos y abusos del electoralismo, el ventajismo, los complots y silencios acordados entre el establishment norteamericano, sus medios de comunicación, las corporaciones armamentísticas y la propia autonomía de juego que pretende hacerse Sillicon Valley.
El alto voltaje político no es para todo el mundo
En tiempos de prácticas políticas demoledoras y en donde lo que vemos nunca es lo que realmente lo que se exige, los actores oficiales deberán elegir cuanta energía ciudadana son capaces de soportar.
¿El modelo descentralizado de la nueva economía afectará al poder creando una poliarquía o simplemente la omnipresencia corruptora del modelo chino nos debilitará totalmente para percibir su totalitarismo intangible? El Trump post mortem puede ser el inicio de unas prácticas que ya se han adelantado con éxito en Venezuela y que apenas empiezan a doblarle la espina al mundo.