Los medios, las encuestas, resultados a boca de urna y tantas otras maniobras intentaron influir en una elección que nunca fue reñida y que tenía un claro favorito. Dijeron que se demorarían cuatro días en tener resultados oficiales y que sería voto a voto. ¡Sí, claro! Hay que ser muy inocente para creer que se trató de un error metodológico. Donald Trump obtuvo 312 delegados del Colegio Electoral y Kamala Harris solo 226. ¿Muy reñido? ¿Nadie pudo predecir este resultado?
El resultado electoral fue una verdadera paliza del expresidente Donald Trump contra la vicepresidente Kamala Harris. Ganó los siete estados bisagra, ganó el voto popular, los republicano aseguraron una contundente mayoría en el Senado y están a punto de lograr mayoría en la Cámara de Representantes.
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Ahora, el análisis posterior a la elección que hacen los demócratas de izquierda dura y algunos “analistas” es que las personas votaron mal, se equivocaron y un ninguneo propio de la izquierda en todo el mundo. Si se vota por ellos se escuchó la voz del pueblo, si no, los votantes son idiotas, fascistas, racistas, xenófobos, homofóbicos, etcétera. Ese es el respeto que tienen por la democracia.
También es curiosa la teoría de quienes dicen que los ricos votaron por Trump, lo cual es completamente falso. Los estados más ricos siempre votan y han votado mayoritariamente por los demócratas, como California y Washington .
Claramente, el progresismo sin progreso y las izquierdas vienen en caída libre, ya que no se puede vivir en un mundo mágico, lleno de frases y buenas intenciones, cuando la inmensa mayoría de los electores quiere trabajar, mejorar sus salarios, controlar la delincuencia y que sus hijos tengan más y mejores oportunidades. A la mayoría no le interesa la Agenda 2030 del progresismo.