Chile experimentó el 2019 un tremendo malestar ciudadano y la izquierda, por medio de la violencia, trató de derrocar el gobierno del presidente Sebastián Piñera (electo democráticamente por una inmensa mayoría). Todo orquestado por la extrema izquierda, apoyo internacional y un ” estallido social” nada espontáneo, de manual tipo el “Caracazo”.
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Si bien había un creciente malestar social, debido al débil crecimiento de los últimos 10 años, luego del frenazo del gobierno de Michelle Bachelet, Chile creció entre 1,8% – 2% los últimos 8 años, es decir estos índices subieron en menor escala que el crecimiento de la población, el cual se ubicó en 2,3%. Esto sumado a carteles de empresas, colusión de precios, empresarios delincuentes y políticos corruptos, quienes generaron protestas como NO + TAG, condonación de la Carga Anual Equivalente (CAE), eliminación de contribuciones y muchas otras demandas. Nadie pidió una nueva Constitución.
Ahora, como los políticos se vieron completamente arrinconados y la derecha chilena, cobarde y cómoda, decidió cumplir el sueño a la izquierda de regalar la Constitución, entonces, los políticos entre gallos y medianoche inventaron un proceso Constituyente, un “Acuerdo por la Paz”, el cual jamás se cumplió.
Hicieron un plebiscito de entrada, donde votó una cantidad significativa de chilenos, con un resultado de que 78 % de las personas creían que Chile debía tener una nueva Constitución y el mecanismo sería una convención. Luego de terminado el texto, existiría un plebiscito de salida, donde en el caso de ganar la opción apruebo se comenzaría la implementación de una nueva Constitución y de ganar rechazo, quedaría vigente la carta Magna actual y el proceso terminaría.
La incertidumbre fue tremenda, hubo una fuga de capitales pocas veces vista, y nadie sabía que pasaría si ganaba el Apruebo. Existió mucho temor en el sector privado, y en el Plebiscito de salida votando con voto obligatorio una mayoría abrumadora voto rechazo, el proceso debía terminar y se debía mantener la actual Constitución.
Lamentablemente, una vez más y como de costumbre, los políticos de izquierda quieren seguir con el proceso Constituyente y muestran sus nulas credenciales democráticas cuando pierden las elecciones. La sorpresa es que a esto se sumaron los políticos idiotas, canallas y sinvergüenzas de derecha, es decir una vez más, han validado un nuevo proceso Constituyente. Ganó el rechazo, pero la Constitución hay que modificarla sí o sí. ¿Hasta cuándo? Hasta que gane la que le guste a la izquierda.
Gracias a la UDI, RN, EVOPOLI, independientes y los partidos de izquierda, además de la aberración comunista, entraremos en un nuevo proceso Constituyente. Un país con una inflación descontrolada, en recesión, con una delincuencia desbordada, y problemas muy complejos que a los políticos no les interesa legislar.
Mientras tanto, en La Moneda el inútil de Gabriel Boric acumula desaprobación y se niega a gobernar. Curiosamente, hoy no están los mismos que llenaban las calles de manera organizada todos los viernes en Santiago por el alza de 30 pesos en el pasaje del metro, a pesar de que con Boric subirá 100 pesos. Ahora, no pasa absolutamente nada, nadie protesta y debemos creer que todo fue espontáneo. También con los retiros de las AFP y un largo listado.
Tampoco se sabe si habrá un nuevo plebiscito de entrada o lo resolverán los mismos políticos. Vulnerando de manera grotesca la democracia, haciendo caso omiso del triunfo del Rechazo. Y vuelta financiar esta estupidez de eterno proceso constituyente.