El presidente Gabriel Boric se jugó como se dice en el poker un “all in” en el plebiscito de salida. Dejó de lado su tarea de gobernar y asumió un rol protagónico cómo líder de la opción “Apruebo”, para modificar la carta magna, con intervención electoral incluida.
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Con una votación histórica con más de 13 millones de personas, la opción “Rechazo” se impuso con un 62 %, ganando en casi todas las comunas del país y en todas las regiones. El actual mandatario quedó sin programa, sin piso político y con una evidente debilidad.
Boric se vio obligado a realizar un cambio de gabinete, pero es más de lo mismo. El Partido Comunista pone la música en este gobierno y el liderazgo del jefe de Estado chileno se tambalea en solo seis meses de gestión. Quedan más de tres años y el actual gobierno se ve completamente acabado.
Cómo si esto fuera poco, Chile experimenta una inflación del 14 %, un crecimiento económico nulo para el próximo año o negativo. Se avizoran también déficit fiscales permanentes y una importante deuda. La poca o nula certeza jurídica de jugar a la refundación le está costando muy caro a los chilenos.
Esto sumado a un problema realmente serio con la seguridad y el orden público. Ahora, en la macro zona sur, en el norte, en la región metropolitana (encerronas, homicidios) hacen que el actual gobierno no cumpla con principal mandato: dar seguridad y mantener orden público. Hay un creciente malestar social y el gobierno no dimensiona.
El actual presidente fue muy irresponsable cómo diputado. Validó la evasión del metro, romántizo la violencia y las protestas, y fue uno de los principales críticos de la administración anterior en temas relacionados con el orden público.
Ahora que él debe poner orden, no puede, ya que ayudó a la creación de un monstruo que no controla. El Partido Comunista le está haciendo una revolución en la calle, pero también es parte de su comité político. Por eso, el presidente no reacciona.
Gabriel Boric tiene aún la oportunidad histórica de hacer un gobierno de unidad nacional y poder terminar su mandato, para lo cual debe sacar al Partido Comunista y reformar su gabinete de manera inmediata con la izquierda moderada, independientes e incluso cruzar la frontera y convocar a la derecha.
No tiene mayoría en el Congreso, no podrá hacer reforma alguna de nada sin el apoyo de la oposición, que no es solo la derecha. Tiene una fortísima oposición dentro de su propio conglomerado.
El presidente debe comenzar a gobernar, olvidarse de la Constitución y trabajar en las prioridades del país. Quedan más de tres años y si sigue en esta dinámica de gobernar con el 38 % que perdió, si no acusa recibo y no cambia, veo muy difícil que su gobierno pueda terminar con normalidad. Por el contrario, será una larga agonía que pagaremos los 18 millones de chilenos.