¡Qué tan difícil! Las políticas no se analizan por sus intenciones, sino por sus resultados. No podemos conocer las verdaderas intenciones de los tomadores de decisiones, sino lo que obtienen con esas decisiones. En lo que menos podemos creer es en los discursos políticos, menos tomarlos de manera literal.
Sin embargo, el mundo sigue empeñado en debatir las buenas o malas intenciones del presidente Donald Trump, así como sus características de personalidad (qué tan bueno o malo es).
Mientras perdemos el tiempo en esos aspectos, los hechos evolucionan rápidamente. Desde iniciar su mandato, Trump ha mostrado una preferencia por las medidas proteccionistas. Dentro de ellas, anunció el retiro de su país del acuerdo transpacífico (TPP) y la renegociación del tratado de libre comercio con Canadá y México. Además, inició una escalada de declaraciones en relación con las supuestas pérdidas que representa para su país la apertura comercial, mientras que no recibe el mismo tratamiento de parte de sus socios comerciales, China y la Unión Europea.
Ante estos hechos, muchos son los nubarrones para el futuro económico – y de seguridad – en el mundo. Un mundo en carrera hacia el proteccionismo es indeseable desde todo punto de visto y podría exacerbar las diferencias políticas y potenciar los conflictos, incluso hasta el punto de convertirlos en militares. En este marco, muchos ya están dando como un hecho que el mundo se encuentra en una guerra comercial.
La semana pasada, sin embargo, dos hechos acontecieron en relación con las medidas de política comercial de Trump. De un lado, se anunció un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea que evitaría la imposición de aranceles y que abriría la puerta a la reducción, como nunca antes en la historia entre las dos regiones, de aranceles. Del otro, al siguiente día, el presidente francés, Emmanuel Macron, señaló su oposición al acuerdo debido a la política de subsidios a la agrícola del bloque europeo y que beneficia, en gran medida, a Francia.
En caso se presentarse lo primero, el acuerdo EEUU – UE, más allá de los beneficios directos que un mundo más abierto al comercio internacional, tendríamos que preguntarnos sobre cómo hemos abordado la comprensión de los hechos internacionales. En los análisis de política internacional, existe un predominio de las aproximaciones normativas, políticamente correctas, poco críticas y que privilegian las formas, al fondo.
Así, los análisis tienden a considerar cómo deberían ser las cosas; qué temas deberían ser prioritarios; y cómo deberían tratarse. Muy pocas reflexiones existen sobre si algunos temas deberían abordarse de manera internacional o si la política internacional se agota en lo estatal, por ejemplo.
No obstante, las acciones de Trump y los efectos -que parecen estar teniendo- podrían estar dando una bofetada a esas con concepciones que han plagado los estudios internacionales. Nótese el uso del “parecen”. Esto, debido antes de cualquier revisión de concepciones, sería importante garantizar que los hechos internacionales en los últimos meses (incluido el acuerdo con Corea del Norte) se deben exclusiva – o mayoritariamente – a las políticas de Trump, y no a otras causas.
Ahora bien, en caso de demostrarse la causalidad, tendríamos que reevaluar varias ideas que predominan en el pensamiento de los analistas internacionales. Primero, la existencia de temas vedados. Por lo menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en incuestionable la búsqueda – por lo menos en la retórica – de un mundo con un comercio más libre.
Durante las primera décadas la retórica se vio reflejada en la práctica. Sin embargo, desde finales de los años 1990, los avances fueron cada vez más escasos. Tal vez la retórica proteccionista de Trump renovó el compromiso por el libre comercio e hizo recordar los desastres de un mundo con países cerrados.
Segundo, el cómo no parece ser tan trascendental. Trump no usa ni el lenguaje ni las formas convencionales de la diplomacia; se le ve incómodo en escenarios de negociación internacional. No obstante, parece estar consiguiendo sus propósitos con una forma de negociación dura, tosca y hasta grosera. Esto podría darnos pistas sobre si este tipo de personas se ven como más genuinas y, en el caso de Trump, como más peligrosas.
Tercero, Trump nos puede estar dando una lección de pensamiento complejo. Los hechos no son como aparentan en la mayoría de situaciones sociales. Y sus efectos son, la mayoría de veces, impredecibles. Acciones proteccionistas pueden estar llevando al mundo a una mayor apertura, algo que muy pocos creíamos posible hasta hace poco.
Muchos otros elementos podrían resaltarse, pero los anteriores son tal vez los más evidentes. Las cosas cambiaron tanto la semana pasada que, por ahora, por lo menos en este caso, la cuestión quedó del lado europeo. Y, por las declaraciones de Macron, parece que la retórica europea, tan progresista y pacifista, parece revelarse nuevamente en su verdadera magnitud: hasta ahora el proteccionismo parece estar ganando la partida en ese continente.
El punto es que, si el acuerdo no avanza, esta vez no podrá culparse a Estados Unidos, sino a la contraparte que es incapaz de enfrentar a los intereses de sus grupos de presión.
Puede que ante una reflexión como la que propongo, muchas de las conclusiones que de allí se desprendan no nos gusten (como que la diplomacia y las buenas intenciones sobran). Pero la humanidad debería estar acostumbrada: la ciencia económica nos ha sorprendido de manera consistente con conclusiones que a las mayorías disgusta, pero que explican cómo y por qué nos comportamos de cierta manera, y no de otra, en el ámbito económico.
Ante el disgusto, muchos han preferido la posición normativa, del deber ser. Sin embargo, muchos de los que han preferido esa vía son los instigadores (directa o indirectamente) de muchos de los desastres humanitarios en la historia reciente.
Esto suele suceder cuando preferimos huirle a la comprensión y nos refugiamos en lo que nos gustaría que fuese la realidad. Para muchos, Trump puede estarnos dando evidencia para dejar de lado lo que quisiéramos que pasara y comenzar a reflexionar sobre qué es lo que pasa.