EnglishUna poderosa causa de la persistencia de la pobreza y el subdesarrollo es que las sociedades con estas características se resisten a la exploración de nuevas ideas, insistiendo tercamente en la aplicación de aquellas que han fracasado una y otra vez.
En Colombia, en lugar de debatir esta idea, tan simple como provocadora, el gobierno presenta una plataforma virtual, un Mapa Social, para acabar con la pobreza. En otras palabras, el gobierno decidió continuar la alternativa que solo lleva al fracaso.
Esto es así porque la plataforma la diseñaron todos los actores posibles menos los realmente importantes: Los más pobres. Estuvieron involucrados el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) de la Presidencia de la República, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y Microsoft. A través de esta palataforma, los usuarios se conectarán con entidades gubernamentales, militares, empresas, corporaciones y hasta la academia. Pero los más pobres no aparecen por ningún lado.
De igual manera, como se considera que los programas contra la pobreza han fallado porque no existe cuantificación suficiente del fenómeno, la plataforma ofrece el servicio de mostrar los indicadores de poblaciones específicas, las necesidades de la región, los tipos de proyectos que se podrían desarrollar y las iniciativas ya vigentes.
Claro está, todo esto definido por los actores que crearon la plataforma y los expertos que los asesoraron. Los beneficiarios, los más pobres, fueron dejados de lado.
Además de los problemas antes mencionados, esta plataforma, tal como ha sido pensada, es una herramienta que en lugar de acabar con la pobreza, lo que logrará es perpetuarse en el tiempo y aumentar la burocracia. En una entrevista con la revista Semana, el director del Departamento para la Prosperidad Social, Gabriel Vallejo, afirma que además del servicio de cuantificación, la idea es tener consultores que asesoren a aquellos que quieran hacer proyectos. O sea, no solo se desconocen los derechos de los más pobres, sino que también se considera que los empresarios o los filántropos de Colombia son incapaces de adelantar sus proyectos por ellos mismos, sin necesidad de contar con el apoyo del Estado.
Todo lo anterior se basa en la persistencia de ideas equivocadas y de lugares comunes en cuanto a la comprensión de la naturaleza de la pobreza y, en consecuencia, en cuanto a cómo resolverla. Por ejemplo, en la misma entrevista, el señor Vallejo afirma que “está comprobado que la responsabilidad social sí repercute en el éxito de las empresas”. ¿La demostración? No la aporta. Hay que creerle. Y mientras hacemos el esfuerzo para creerle, olvidamos que las empresas, por el mero hecho de existir, cumplen con su responsabilidad social.
Frente a esa afirmación, el periodista le pregunta al señor Vallejo —también desde una concepción errada— que si eso es así, por qué continúa la pobreza. En lugar de reconocer que la pobreza es resultado de la intervención del Estado, de los privilegios que éste le otorga a unos pocos y de las trabas que le impone a los demás (al mercado), el señor Vallejo responde que el problema es que la gente no sabe cómo ayudar y que, por lo tanto, el Mapa Social soluciona ese problema. De nuevo, sin el Estado colombiano y sus plataformas virtuales, los ciudadanos seríamos incapaces de hacer bien cualquier cosa en beneficio de nosotros mismos o para ayudar a los demás.
Como si fuera poco, el señor Vallejo, consistente con la larga tradición de los funcionarios de lavarse las manos, afirma que aunque la responsabilidad de acabar con la pobreza sea en principio del gobierno, las características de Colombia hacen que esa responsabilidad sea de todos. Por “responsabilidad” este señor no se refiere a trabajar, cada uno, por sus intereses y metas y así satisfacer los deseos y necesidades de los demás. No. A lo que se refiere es a invertir en proyectos según las prioridades identificadas por su plataforma.
Por último, como también es costumbre de los funcionarios, tanto el señor Vallejo como el presidente Juan Manuel Santos presentaron esta plataforma como algo innovador, único. Así, no solo persisten en aproximaciones equivocadas a los problemas sociales, sino que se sienten orgullosos y creativos por hacerlo (!).
Los más pobres no necesitan de la caridad ni de mapas virtuales que dibujen sus problemas. Tampoco necesitan que se les obligue a participar en una feria en la que puedan ser observados y utilizados por los filántropos para satisfacer su necesidad de sentirse “mejores seres humanos”. Como demostró W. Easterly, los más pobres quieren y pueden decidir por ellos mismos. Lo único que necesitan es que el Estado se los permita.