Hace unos días, en uno de los tantos debates “twitteros” en los que cada tanto me involucro, mi contraparte me decía que si en Argentina bajaba la inflación, eso sería a costa de los pobres, por el menor consumo y la menor actividad económica.
A renglón seguido, protestaba porque el Banco Central, que se fijó una meta de 17 % para este año, no iba a cumplir con su palabra, dejando la inflación por encima de ese umbral.
La contradicción entre una cosa y otra es evidente. Si es malo bajar la inflación porque reduce el consumo y el crecimiento, no puede ser también malo no bajarla tanto como el gobierno lo desea. Si me enojo porque baja la inflación, no puedo enojarme porque no baje “tanto”.
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Ahora bien, ¿bajará?
Luego de décadas de locura monetaria y un gobierno que se desligaba permanentemente de su responsabilidad en el proceso inflacionario, las nuevas autoridades del Banco Central decidieron implementar un esquema de “Metas de Inflación”.
A través de este sistema, que funciona en alrededor de 30 países en el mundo, el Banco Central establece un objetivo para el ritmo anual de aumento de los precios y luego busca alcanzarlo manipulando la tasa de interés.
La medida no es estrictamente “monetarista”, como algunos describen, pero sí es cierto que lo que se busca con esta estrategia es mantener la cantidad de dinero en niveles consistentes con la inflación buscada.
Si la inflación está por encima del objetivo, el Banco Central sube la tasa y la emisión monetaria disminuye. Si está por debajo, entonces reduce su tasa, generando una expansión monetaria.
Para este año, las autoridades del Banco Central argentino fijaron un objetivo de 17 % anual. Como decíamos al principio, la meta no parece fácil de cumplir. Los analistas del sector privado coinciden en que la inflación será de 21,6 % este año, 4,6 puntos más de lo establecido.
Visto así, parece un mal resultado. Sin embargo, no lo es tanto cuando consideramos la historia reciente en el país.
Es que si se cumplen los pronósticos privados, Argentina terminará el año con la inflación más baja desde 2009. Es decir, gracias a la política “monetarista” del Banco Central, los argentinos vivirán la inflación más baja en 7 años.
Gráfico 1. Inflación anual en Argentina.
Los datos recientemente publicados confirman esta presunción. De acuerdo con el INDEC, la inflación anual en junio fue de 21,9 %, 19 puntos por debajo de la que se registró en diciembre de 2016. Nada mal.
Por si esto fuera poco, la drástica caída de la inflación, se dará en consonancia con una economía en crecimiento. Nuevamente, si se cumplen los pronósticos privados, el PIB crecerá este año 2,6 %.
Este avance también parece modesto a los ojos del observador común, pero no deja de ser algo excepcional para la triste historia económica reciente de Argentina. Será la tasa de crecimiento más elevada desde 2011.
El gobierno de Mauricio Macri cumplirá dos años en diciembre. No hizo reformas estructurales de fondo ni generó un cambio de 180 grados en la política económica como algunos esperaban. Sin embargo, sus pequeños pasos hacia una mayor normalidad están mostrando resultados positivos.
La inflación más baja en siete años y el crecimiento más alto en cinco años son medallas que podrá colgarse la gestión “Cambiemos” en 2017.
Esperemos que en 2018 se repita este éxito con menos aumento en los precios y mayor crecimiento todavía.