En Argentina existe miedo a la importación. Son incontables las cámaras empresariales, organizaciones gremiales y partidos políticos que patalean de manera sistemática por los “preocupantes” aumentos de las compras externas.
Los miedos siempre son los mismos. Que la apertura traerá desempleo, que el desempleo hará caer el consumo y -por tanto- el crecimiento, y que eso inevitablemente traerá pobreza para todos. Nada más alejado de la realidad.
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Recientemente estuve en México, un país muy abierto al comercio con el mundo y cuyos datos demuestran que abrirse es netamente positivo para la economía.
La apertura comercial mexicana comenzó en 1986, cuando tras años de fracasada “sustitución de importaciones”, decidieron incorporarse en la Organización Mundial de Comercio. Ese año comenzaron a abrir su economía, reduciendo aranceles y restricciones a la importación. La mayor integración con el mundo le permitió a la economía de México incrementar su dinamismo, lo que se reflejó en una mayor tasa de crecimiento.
Si tomamos los datos disponibles en el Banco Mundial, vemos que en los 26 años anteriores a 1986, el crecimiento promedio del PBI per cápita fue de 6,2 % anual. En los 26 años posteriores, el ritmo subió al 7,1 %.
La diferencia, que puede parecer menor, es importante. Como se ve en el gráfico, gracias a este mayor crecimiento, en 2012 México tuvo un PBI per cápita 23,7% superior al que habría tenido de continuar con la sustitución de importaciones.
Gráfico 1. PBI per cápita de México (1960-2012).
Entre 1986 y 2015, el ingreso per cápita de México se multiplicó por cinco y, desde la entrada en vigencia del TLCAN, por dos. Más libre comercio no generó ni menor crecimiento ni mayor pobreza. Todo lo contrario.
Otro dato importante resultado de la apertura económica fue que México se convirtió en una potencia exportadora. Hoy en día, se ubica en el puesto número 12 en el mundo por sus exportaciones y su comercio representa nada menos que el 70 % de su PIB. A partir de su proceso de apertura, que se consolidó con la firma de 14 tratados de libre comercio, las exportaciones pasaron de representar el 11,9 % del PIB al 35,7 % en el año 2016.
Entre 1991 y 2016, las ventas externas mexicanas se multiplicaron nada menos que por nueve. Lo mismo sucedió con las importaciones. En términos del PIB, pasaron del 14 % al 37 %.
Gráfico 2. El impacto de la apertura en las exportaciones y las importaciones.
Además del salto en las exportaciones, es interesante ver cómo cambió su perfil. Históricamente, México era principalmente un exportador de Petróleo. Casi que era todo lo que tenía para ofrecerle al mundo. Sin embargo, a partir de mediados de los años 80, este perfil exportador se modifica de manera radical.
Gráfico 3. Exportaciones petroleras y no petroleras de México. En % del Total.
Como podrá intuirse, este cambio se debió a que México se trasformó en proveedor de productos manufacturados a los Estados Unidos. Algo de eso hay: del total de las exportaciones no petroleras, los productos manufacturados representan el 94 %.
Pero lejos está México de ser solo un proveedor de bienes manufacturados. En años recientes, la nación mexicana creó 9,7 millones de nuevos puestos de trabajo, siete millones de los cuales son del sector servicios.
Este punto derriba otro mito en torno a la apertura comercial: que destruye los salarios y los puestos de trabajo.
En México no solo se crearon nueve millones de nuevos puestos de trabajo entre 2005 y 2017, sino que la tasa de desocupación oscila entre el 3 y el 5 %, y en los últimos seis años cayó de manera sostenida, desde 5,2 % a 3,4 %.
Las mayores importaciones mexicanas afectaron cero el empleo. De hecho, en la medida que crecían las importaciones, también lo hacen los trabajos. Es una realidad difícil de digerir para para los proteccionistas de siempre.
La experiencia de México ayuda a enterrar el mito de los efectos demoledores de la apertura comercial. El vecino de los Estados Unidos se abrió al comercio, se convirtió en uno de los principales exportadores del mundo y creció su economía, con bajo desempleo y mejora del ingreso per cápita.
No es que todo en México sea una maravilla, pero Argentina debería aprender al menos la lección que ofrece su proceso de apertura económica. Abandonar el proteccionismo de una buena vez.