En el año 2009, frente a la crisis financiera que atravesaban los clubes de fútbol argentinos, el Gobierno decidió estatizar la televisación de los partidos del torneo local. En concreto, el Estado compró los derechos de televisación a la AFA por AR$600 millones.
La movida serviría a dos objetivos. El primero, rescatar a los clubes que estaban al borde de la quiebra. El segundo, utilizar la amplia difusión de los partidos como herramienta de propaganda política a favor del Gobierno kirchnerista.
Durante las transmisiones del programa “Fútbol Para Todos” se lanzaron campañas contra políticos opositores, medios de comunicación independientes y siempre se ensalzó la figura de la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Se trató de un negocio redondo. La AFA recibía una colosal cantidad de dinero; el Gobierno, un nuevo dispositivo de propaganda; los televidentes, entretenimiento gratuito.
Sin embargo, el elevado déficit fiscal y el análisis serio del rol cumplido por este programa, están llevando a que el Gobierno actual reconsidere su continuidad. De hecho, se divulgó que el negocio del fútbol podría volver a manos privadas.
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A continuación, tres motivos por lo que esto debería concretarse lo más rápido posible.
Fútbol Para Todos nunca fue “para todos”
El programa Fútbol Para Todos nunca fue un programa verdaderamente “para todos”. Claro que cualquier interesado podía ver los partidos por la televisión abierta y sin cargo directo, pero la realidad es que no todos lo hicieron.
Por mucho que se diga que el fútbol es un deporte que despierta pasiones en Argentina, o que es un hecho cultural y popular, lo cierto es que no todos los argentinos disfrutan de ver fútbol por TV. En ese sentido, el programa gubernamental no es más que un sistema de transferencias en donde toda la sociedad se ve obligada a pagarle el entretenimiento a una parte de ella.
Si se decidiera privatizar la televisación del fútbol en Argentina, el Gobierno se ahorraría unos ARG $6.630 millones.
Así, cualquier persona no interesada en el supuesto “deporte nacional” tiene que igualmente pagar por su televisación, ya que el Gobierno utiliza el dinero de los impuestos para financiarlo. La diferencia entre Fútbol Para Todos y que una persona nos robe dinero para pagar su entrada a un estadio de fútbol es más pequeña de lo que se cree.
Representará un ahorro fiscal de AR$6.600 millones
A principios de año, el Gobierno anunció que el primer semestre pagaría por el programa $761 millones. Si este monto se repitiera durante la segunda mitad del año y si, año tras año, se actualizara al ritmo de la inflación prevista por el Ministro de Hacienda y Finanzas, entonces en 2016 la televisación del fútbol representaría un gasto de $1.522 millones, en 2017 uno de $1.780 millones, en 2018 uno de $1.994 millones; y en 2019 uno de $2.094 millones.
En total, el monto ascendería a $7.391 millones. Sin embargo, si se decidiera privatizar la televisación, entonces el Gobierno se ahorraría unos $6.630 millones, resultado de restarle al monto total lo pagado por el primer semestre de este año.
Este monto es poco representativo si se lo compara contra el gigantesco déficit que dejó el Gobierno anterior, pero definitivamente se trata de un buen lugar para comenzar a recortar el gasto público.
El Estado no tiene nada que hacer en el negocio del fútbol
El rol del Estado en las sociedades modernas es el de asegurarle a sus ciudadanos los derechos individuales de la vida y la propiedad privada. Como adicional, los Gobiernos suelen ofrecer, además de seguridad ciudadana, prestaciones básicas de salud y educación.
En este marco, destinar recursos públicos a televisar el fútbol representa un verdadero despilfarro. La televisación de cualquier deporte no puede ser tomada como otra cosa más que un entretenimiento.
Como tal, no aporta ni a la seguridad personal de los argentinos, ni tiene efecto alguno sobre su salud y educación. Por lo tanto, no existe fundamento alguno para que los gobiernos intervengan directamente en lo que, en esencia, es un negocio privado.
[adrotate group=”7″]En conclusión, la privatización del fútbol servirá directamente a tres fines. En primer lugar, hará más directo el vínculo entre quien paga y quien disfruta del servicio en cuestión. Segundo, representará un bienvenido ahorro fiscal en tiempos en que el déficit está desbordado. Por último, restringirá las funciones del Estado, volviéndolas más compatibles con su verdadero rol en la sociedad.
Teniendo en cuenta estas tres ventajas, le damos la bienvenida a la privatización del fútbol en Argentina. Además, pensamos que, cuanto más rápido comience el proceso, mejor será para todos.