EnglishLas nuevas acciones del Gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela plantean un gran dilema sobre la narrativa de los hechos, no sólo para la Casa Blanca, sino también para la oposición venezolana.
Durante muchos años, tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro han utilizado a los Estados Unidos como su gran enemigo. Para Chávez, fue un tanto más fácil la narrativa: Bush no gozaba de popularidad nacional e internacional y tenía encima la invasión a Irak. Con Obama el tema había sido más complicado. Ya ni siquiera lo podían acusar de ser un “gringo blanco” en contra de América Latina.
Con estos recientes anuncios, Maduro “demuestra” que efectivamente “los gringos” están detrás de un intento de golpe de Estado que, además incluye guerra económica y demás.
Las acciones de Estados Unidos son absolutamente correctas. El gobierno venezolano se sostiene sobre una coalición poderosa que incluye narcotráfico y lavado de dinero, tal y como lo reporta la Financial Crimes Enforcement Network, sobre los US$2.000 millones provenientes de Pdvsa y utilizados en un esquema de lavado en un banco en Andorra. Antes, también se habían reportado depósitos en Suiza por el orden de US$ 14.000 millones.
La existencia de esta poderosa y criminal coalición es la mayor barrera para que la oposición pueda acceder al poder en Venezuela. En anteriores publicaciones he comentado que para poder romper dicha coalición era necesaria la participación de un actor con poder y credibilidad que pueda ofrecer a sus miembros un beneficio que sea mayor al que perciben manteniendo el apoyo al actual gobierno. Todas estas acciones, sin duda, aumentan los costos individuales de seguir sosteniéndolo.
Lo que debe poner la oposición en agenda es que en Venezuela no hay alimentos ni medicinas por culpa de un modelo económico que favorece a los “enchufados”
Ahora bien, el dilema está en el hecho de que estas acciones refuerzan la narrativa de Maduro sobre la agresión del Imperio. La excusa perfecta para justificar la escasez y la inflación. La “guerra económica” denunciada, que hasta ahora casi nadie se cree.
Esto supone un nuevo reto para la oposición venezolana. No pueden rechazar de plano las acciones de Obama, porque eso supondría apoyar de manera indirecta las atrocidades de Maduro. Por otro lado, deben ser muy cuidadosos en “apoyar” la “injerencia”.
Lo que debe poner la oposición en agenda es que en Venezuela no hay alimentos ni medicinas por culpa de un modelo económico que favorece a los “enchufados”. Ya lo había denunciado desde el chavismo el propio ex ministro Jorge Giordani: “desfalcaron más de $25.000 millones de Cadivi”.
El gobierno venezolano, en lugar de aprovechar el enorme boom petrolero, permitió un modelo económico que enriqueció a su coalición a cambio de la más absoluta lealtad. Es hora de que los venezolanos que hacen largas colas para comprar algo de comida se enteren que la escasez es consecuencia del desfalco a la nación.
Estas acciones aumentan el costo de seguir apoyando a Maduro y llegan justo a tiempo para que al menos una fracción del chavismo negocie con la oposición un proceso democrático
¿Cómo es posible que existan más de US$ 16 mil millones solamente entre el banco Banca Privada d’Andorra y el HSBC de Suiza mientras las madres escarban en los supermercados alimentos para sus hijos? ¿Cómo es posible que estos militares venezolanos sancionados tuvieran cuentas en dólares en los Estados Unidos mientras el resto de los ciudadanos mendiga un minúsculo cupo en dólares?
Porque si no se han enterado, las sanciones están dirigidas a congelar cuentas bancarias y propiedades en el territorio de los Estados Unidos. Ahí están miles de venezolanos muriendo por la ausencia de medicinas para la hipertensión arterial, el HIV, el cáncer y cualquier cantidad de enfermedades, mientras otros disfrutan de bienes y dinero robados al país.
Creo firmemente que estas acciones aumentan el costo de seguir apoyando a Maduro y llegan justo a tiempo para que al menos una fracción del chavismo negocie con la oposición un proceso democrático que pase por las elecciones parlamentarias y conduzca a un referéndum revocatorio u a otra salida electoral y democrática. Sin embargo, me preocupa que no se sepa manejar adecuadamente la narrativa y termine ocurriendo un vuelco en la opinión pública que le dé la razón a Maduro.
Ahí están los retos y tanto el liderazgo como los activistas deben asumirlos. En esta época de censura de medios, divulgar el mensaje puerta a puerta, persona a persona será crucial para alentar un cambio democrático.