En la entrega anterior explicaba los conflictos fronterizos en el marco de tensiones políticas y económicas entre la emergente superpotencia totalitaria china y la potencia regional emergente democrática India. En el pasado, India adoptó al socialismo Fabiano británico en clave tercermundista, en una democracia con vicios autoritarios y debilidad institucional. Cómo China, recurrió finalmente a una limitada apertura de mercado que la ha transformado en un gigante económico emergente. A diferencia de China, India no se proyecta como superpotencia, ni como fuerza dominante del comercio internacional. Pero el nuevo capitalismo indio crece velozmente en una apuesta por su propio y gigantesco mercado interno, apoyándose en empresas locales e inversiones foráneas, entre las que destacan las chinas.
Intereses geopolíticos enfrentados
Los políticos indios comienzan a entender que los grandes proyectos internacionales chinos de la nueva ruta de la seda y el collar de perlas pasarían por una India que funcioné como satélite económico y geopolítico del Beijing. Papel que ya está aceptando el liderazgo pakistaní.
Nueva Delhi y Beijing tenían claro que había poco que ganar y demasiado que perder en una confrontación por conflictos fronterizos. Y ante el riesgo de perder influencia económica en India, Beijing debe replantear su estrategia.
Los motivos del gigante rojo
Algunos analistas militares estiman que China simplemente intenta mantener su ventaja en infraestructura fronteriza. India adelantó grandes inversiones en la frontera norte con carreteras, bases aéreas, despliegue de misiles crucero y artillería de montaña. Beijing intentaría detener, o al menos retrasar, ese despliegue Indio. Pero la feroz incursión del lago Pangong carecería de sentido si esa fuera la estrategia china.
Más probable es que Beijing pretenda demostrar dominio estratégico. En el enfrentamiento fronterizo de 2017 en Doklam, próximo a Bután, India forzó a China a detener un proyecto de construcción de carreteras. Y la modificación del estatus constitucional de Cachemira humilló al nuevo satélite Chino, Pakistán. Afectando también el estatus legal de la LAC. Son derrotas que Beijing intenta superar.
Nueva Delhi se aproxima a Washington
La amenaza principal para Beijing es el lento giro de India hacia EE. UU. Nueva Delhi incrementó sus compras de armas estadounidenses y se integró al QUAD, la coalición informal entre India, EE. UU., Japón y Australia que funciona como contención ante China. Los líderes chinos escalaron sus presiones sobre Japón, Australia e India estimando que la administración Trump, concentrada en la crisis de la pandemia y las elecciones presidenciales de noviembre, tardaría en responder tardía e insuficientemente y perdería la confianza de sus aliados regionales claves. El resultado no fue el esperado. Ahora Beijing apuesta a influir en las elecciones de noviembre para obtener una complaciente administración demócrata que desmonte la contención estadounidense de su proyección geopolítica.
El mercado indio comienza a cerrarse para Beijing
En el marco de su acercamiento a un Washington que libra una guerra comercial para someter a Beijing a las mismas reglas comerciales del resto de las potencias desarrolladas, y limitar su influencia en tecnologías estratégicas claves, como la red 5G, ya India alzó barreras informales a la inversión china en su infraestructura crítica. Las sanciones económicas son una herramienta clave de la amplia estrategia India ante China. Los esfuerzos militares y diplomáticos son la otra parte.
Los contratos del Gobierno Indio están casi completamente fuera del alcance de las empresas chinas. Se impusieron barreras comerciales a 1 200 productos chinos de bajo valor. Los ambiciosos planes para bloquear células y módulos solares de manufactura China y atraer la producción de fármacos a India podrían ser en buena parte impracticables. Y atraer empresas que abandonan China para fortalecer la industria electrónica india no será fácil. Pero se intentará sin duda.
India prohibió 59 aplicaciones chinas de Internet a fines de junio. Pero los fondos de capital chinos siguen siendo los mayores inversionistas extranjeros en India. Son accionistas importantes de 18 de las 30 empresas privadas de nueva creación con valor superior a los mil millones de dólares. Lo que queda claro para Beijing es que Nueva Delhi ahora se opondrá abiertamente a los estándares de tecnología digital sinocéntricos en la región. Huawei difícilmente impondrá —como hace poco daba por descontado— su tecnología 5G en India.
Probables escenarios
- Lo más probable —y de hecho lo que parece estar en curso— es que India y China regresen a sus posiciones originales tras varios meses de confrontación. Aunque India cedería en algunas restricciones comerciales, los aranceles se mantendrían. Nueva Delhi se alinearía con Washington en estándares tecnológicos y coaliciones informales como el QUAD. Pero India no apostará muy fuerte por Washington debido a la incertidumbre actual de su compromiso en Asia.
- Si Beijing apuesta por aumentar en algún momento la presión militar en la frontera, Nueva Delhi sostendría el pulso y apostaría por sanciones comerciales muy serias. Grandes inversores tecnológicos chinos, como Alibaba, podrían ser desalojados de India. E India adelantaría esfuerzos serios para socavar a China. Nueva Delhi podría incluso firmar un acuerdo de libre comercio con Taiwán. Y apoyar abiertamente la independencia del Tíbet. Especialmente si noviembre nos sorprende con nueva administración demócrata en Washington, predeciblemente débil ante China, y Beijing confía en la escalada para amedrentar a India. Ante la presión abierta la respuesta más probable sería la inversa a la esperada. En China tienden a subestimar a India, tanto o más de lo que en EE. UU. subestimaban a China.
- Beijing censuró las noticias sobre los incidentes del Himalaya en la prensa China, permitiéndose retroceder sin enardecer al feroz nacionalismo que ha inculcado en su manipulada opinión pública. Pero es difícil que India y China retomaran al statu quo previó al 15 de junio. De no encontrar apoyo en Washington y ver un Beijing apostando por desescalar el conflicto fronterizo, Nueva Delhi debería encontrar una tercera forma de ganar tiempo y fortalecer su posición ante una superpotencia china, con aspiraciones imperiales de mediano y largo plazo cada vez más claras.