En Venezuela la dictadura eligió su asamblea constituyente contra la abrumadora mayoría. Una decreciente minoría creyó comprar paz, seguridad y jugosas migajas a cambio de libertad y dignidad. Pero violencia, criminalidad y miseria votaron sin saberlo. Sirvieron a la propaganda para escenificar una falsa mayoría. Con represión, censura y propaganda Maduro cruzó su Rubicon. Las anunciadas sanciones a su dictadura serán una prueba de fuego para la nueva doctrina de política exterior de la administración Trump. Venezuela es clave en la estabilidad del Caribe. La que la administración Obama creyó comprar apuntalando la tiranía en Cuba tolerando la deriva dictatorial en Venezuela y transformando las militarmente derrotadas FARC en privilegiado partido político cogobernante en Colombia. Inaceptable para Trump; detener y revertir el apuntalamiento del régimen cubano fue más que simbólico, Washington sigue teniendo intereses que adelantar en Cuba, los buscaran entendiendo la real naturaleza del régimen cubano y su acelerada dependencia de Rusia.
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En Venezuela el gobierno de Maduro apostó por la dictadura al no poder ganar una elección abierta, pretende institucionalizarla con una constituyente fraudulenta, sin participación opositora ni credibilidad. El pivote entre la Habana y Bogotá es Caracas. Una derrota del desmesurado neocolonialismo cubano sobre una Venezuela hundida en la miseria por el socialismo, evitaría la caída de Colombia y el resurgimiento del parcialmente derrotado proyecto continental del Foro de Sao Paulo, Estabilizaría el Caribe a bajo coste. Requiere cooperación tras bastidores de Moscú –y en menor grado de Beijing– lo que es complejo, pero no imposible para Washington.
Los esfuerzos de Rodríguez Zapatero para apuntalar la dictadura retrasando su constituyente estaban condenados al fracaso. El departamento de Estado ya no apoyará fortalecer la influencia cubana y prolongar la dictadura en Venezuela para desacelerar su radicalización. Es mucho a cambio de nada. Parte del consenso socialdemócrata europeo seguirá apoyando la dictadura socialista en Venezuela. Y a una alianza en torno a las FARC que eventualmente gobernaría Colombia. Parte del socialismo opositor venezolano creé que puede ganar dentro del autoritarismo competitivo. Se equivocan. Un totalitarismo marxista es lo que enfrentarán y su propio socialismo les impide verlo; ingenuamente van a su exterminio político. Sin ingenuidad lo impulsa una izquierda cada vez menos moderada de Europa y los EE.UU., pero daban por hecho una presidencia de Hilary Clinton, no una administración que podría intentar estabilizar el Caribe derrotando a Raúl Castro en Venezuela y que está logrando un frágil equilibrio entre el levante y el golfo pérsico. Intelectuales izquierdistas –posando de realistas– apuestan por la falta de alternativa al chavismo para estabilizar Venezuela, y ciertamente la destrucción económica ya imposibilita un socialismo moderado. Pero una economía realmente socialista es inviable, y el chavismo implica una fractura irrecuperable; Es tan radicalmente destructivo y presuntamente corrupto y criminal, que inevitablemente terminará en Estado fallido; su permanencia garantiza tanta o más inestabilidad que su caída.
Las sanciones contra la constituyente soviética difícilmente serán simbólicas, como apuestan la dictadura y sus afines. En Venezuela el grueso de gobierno y oposición creen que no se llegaría al embargo petrolero. Se equivocan; llegado el momento Washington lo aplicaría sin dudar; refinerías de EE.UU. ya se preparan para el escenario. La semana pasada anunciaron nuevas sanciones contra parte de la cúpula dictatorial. Poder electoral, petrolera del Estado y altos rangos militares. Apenas empieza.
Mucho depende de que comprendan que a marxistas revolucionarios como los que gobiernan Cuba y Venezuela les es indiferente el sufrimiento de sus pueblos; las hambrunas son comunes en tiranías marxistas; si mantener la influencia neocolonial de Raúl Castro en Venezuela cuesta una hambruna en Cuba, así será. Con Maduro ya empezó. Mientras una minoría de brutales esbirros rastreros someta una población en la miseria; esa miseria será útil a tiranías cuya inviabilidad económica hunde sus países en el atraso. La rápida destrucción de la economía venezolana es una tragedia humanitaria. Actuales oleadas de refugiados, ya asomaban no hace mucho. Empeorará rápidamente; el socialismo destruyó más a Venezuela que una guerra, las finanzas públicas venezolanas son cada vez más débiles, por consecuencia, son más frágiles las de la tiranía cubana. Pero la extendida corrupción y las grandes fortunas amasadas al amparo del socialismo del siglo XXI, estrechar vínculos políticos y financieros con terroristas narco financiados y lo difícil y costoso de ocultar grandes capitales de dudoso origen son los puntos más débiles del castrochavismo.
Es complejo y costoso aplicar sanciones efectivas a personas y empresas para atacar el soporte financiero de una dictadura corrupta; implica seguir el dinero e identificar socios, testaferros, prestanombres y familiares asociados a las operaciones. Pero es posible. Sanciones a personas y empresas específicas, cuando se extiendan realmente a la red de familiares, dependientes, asociados, intermediaros y testaferros con y través de los que disfrutan los frutos de la corrupción y los privilegios de la tiranía quienes la soportan, pueden ser devastadoras para esa cumbre. El socialismo en el poder ya está causando una tragedia humanitaria irreversible en Venezuela. Un embargo petrolero golpearía críticamente las finanzas de la dictadura. Inevitablemente tocaría una población en la miseria producto de la inviable economía socialista. La parte de la izquierda internacional que encuentra indefendible a Maduro se aferraría al embargo para atribuirle los males del socialismo. Miseria, hambre y aislamiento ocasionó y ocasionará el socialismo, con o sin embargos. Sanciones pueden golpear y debilitar o fortalecer y atornillar la dictadura. Y no depende de que lleguen o no al embargo petrolero, sino de cómo las manejen, ni unilateralmente ni en organizaciones multilaterales, con aliados dispuestos para iniciarlas conjuntamente con terceros. De seguir sumando a más y más gobiernos, combatir la atribución propagandística a las sanciones del daño causado por el socialismo, minimizar efectos negativos en la población, golpear, directa y severamente bolsillos y comodidades de específicos esbirros y negociantes de la dictadura –y sus entornos– dónde estén, dependerá de voluntad, realismo, principios y capacidad diplomática.