Francia enfrenta una elección histórica como el enfermo de Europa. Las locomotoras económicas del Estado del bienestar transnacional de los eurócratas del consenso socialdemócrata debían ser Alemania, Francia y el Reino Unido. El Reino Unido decidió desengancharse; la locomotora francesa está esclerótica; y los vagones que la imitan le pesan a los alemanes.
Francia enfrenta dos problemas graves. Como herencia del perdido imperio colonial norafricano requiere la asimilación permanente de su numerosa población musulmana. Hace poco parecía una batalla ganada para occidente. La descolonización fue paralela a la occidentalización voluntaria de antiguas colonias. Era común ver jóvenes en minifalda en los años 60 en cualquier capital norafricana. Hoy sería peligroso en todas e ilegal en algunas.
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Todo cambió con la revolución Iraní. El fundamentalismo radical en la rama Chií involuntariamente potenció el fundamentalismo salafista en la rama Suní. La competencia de fundamentalismos desplazó al secularismo musulmán. Francia ha sufrido más atentados de inspiración islamista que cualquier otra nación de Europa occidental. Los franceses temen a la ola de refugiados, entre los que ya ven mentalidades de colonos, y la desasimilación y radicalización de su propia población musulmana de rápido crecimiento demográfico.
Los fundamentalistas son minoría en el mundo musulmán, pero su agenda despierta simpatía en buena parte de las comunidades musulmanas de Europa. Una Europa incapaz de asimilar, cultural y económicamente, los refugiados musulmanes que ISIS arroja a sus costas, y políticamente incapaz de cerrarles la puerta. Su tragedia es la mejor arma del fundamentalismo.
Parte de los políticos e intelectuales Europeos niegan el problema. Temiendo una imaginaria islamofobia niegan que diferencias culturales irreconciliables ocasionen crímenes violentos contra personas inocentes. Negándolo fomentan la islamofobia que temen. Únicamente el número y violencia de los atentados hizo intolerable culpar a las víctimas y victimizar a los asesinos en Francia. Lo vimos en Holanda con el asesinato de Theo van Gogh, y en las primeras reacciones en Alemania con las violaciones masivas de Nochevieja en Colonia. En Francia, es agua al molino electoral de Marine Le Pen, quien sí ve el problema. Y no es que proponga soluciones viables. Sino que socialistas y conservadores imitan al avestruz.
El Penelopegate hundió la candidatura de Filon. ¿Encabezaría realmente Filon una profunda reestructuración del Estado francés para desmontar su sobre regulación intervencionista? ¿Habría reducido el gasto, privatizado, eliminado privilegios gremiales, mercantilistas y burocráticos? ¿Mataría la hidra de los intereses especiales privilegiados? ¿Es posible equilibrar las finanzas públicas francesas reduciendo su desmedida presión fiscal y reestructurando su seguridad social? Pues es indispensable para salvar a Francia y a la UE. Pero dudo que sea posible. Cuando su victoria en segunda vuelta contra Le Pen parecía segura era de dudar que Filon realmente lo intentara. Y aunque Macron califique de esclerótica la economía francesa. Es menos probable que encabezare la revolución de mercado que sacaría a Francia de su esclerosis.
Francia tiene potencial. Hay innovación tecnológica y capital en su sector privado. Filon y Macron en algún grado ven el problema económico real. En el Frente Nacional ven los unicornios que veía Varoufaquis en Grecia.
Le Pen podría ganar la segunda vuelta contra Macron. No es seguro, ni es fácil. Pero es posible. Antes del desastre de Filon era imposible. Y gane quien gane, lo más probable es que el próximo gobierno francés cerrará los ojos e intentará soluciones mágicas ante uno de sus grandes problemas.
David Rachline, del Frente Nacional, hace poco afirmó que “la deuda de Francia es cerca de 2 billones de euros, alrededor de 1,7 emitidos bajo la ley francesa, y eso significa que pueden ser redenominados”. El Frente Nacional cree que puede redenominar de euros a francos la mayor parte de la deuda soberana francesa e inmediatamente “recuperar” la economía devaluando el nuevo Franco para diluir la deuda.
La promesa de mejorar la economía destruyendo la moneda y adelantando el impago de la deuda soberana pasa por dos grandes mentiras:
- Es falso que el impago de deuda no afecte a los ciudadanos. Destruye el valor de sus ahorros y sus pensiones. Los ahorros están cuentas que serían redenominadas o caerían en un corralito. Cuando los ciudadanos reaccionasen tratando de huir a una moneda solida llegaría el control de cambios. Pensiones dependen de inversiones en la deuda soberana que devaluarían sin reformar el insostenible sistema de seguridad social. Sin ahorro no hay crédito y sin respaldo en su economía real el dinero fiduciario pierde tanto o más poder de compra interno que externo. No se puede impagar y devaluar sin inflación.
- Es falso que se pueda administrar ordenadamente una salida de Euro en medio de impagos, devaluación y crisis bancaria. Una salida ordenada del Euro, aunque costosa, exigiría emitir una moneda más solida que el propio Euro en una economía más competitiva que el promedio de la Eurozona. Francia no será Grecia. El Reino Unido puede salir fortalecido con el Brexit no solo porque no entró al Euro, sino porque su propia moneda no es menos solida, tiene baja inflación y la respalda una economía competitiva. El gobierno británico pretende devaluarla para reducir su deuda pública y crear “competitividad” cambiaria que desaparecería por inflación y desconfianza. No es posible financiarse fácilmente después de un gran impago, en medio de la inflación y desconfianza. Y pretender “solucionarlo” imprimiendo dinero sería resucitar los Assignats más que al Franco.
Los políticos franceses que medio entienden que su economía no saldrá de su crisis esclerótica con medidas mágicas cierran los ojos y esperan soluciones mágicas al ascenso del radicalismo entre los musulmanes franceses. Tampoco funcionará. Los que medio entienden que enfrentan un serio problema de división religiosa y cultural interna que amenaza con escalar en violencia, cierran los ojos a la esclerosis de la su economía y confían en la magia del impago y la devaluación soberana.
Lequel des deux est plus stupide?