Eliminar la pobreza implica aceptar grandes y pequeñas desigualdades de riqueza. Eso ya lo traté en mi columna de la semana pasada, anticipando las manipulaciones estadísticas y gruesas mentiras que, año a año, Oxfam repite sin importarles las refutaciones.
Manipulaciones estadísticas groseras
Oxfam suma la riqueza de los pobres del mundo y la contrapone a la riqueza de los más ricos para obtener una estadística escandalosa. En 2017 clama que los ocho hombres más ricos del mundo suman la misma riqueza que la mitad de la población combinada.
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Suena impactante, pero es mentira. La estadística la toman de Forbes y Credit Suisse. Las ocho personas más ricas del mundo tienen un patrimonio neto combinado de aproximadamente 426 mil millones de dólares. Apenas 0,16 % de la riqueza sumada del planeta.
¿Otro 0,16 % de la riqueza existente es todo lo que suma el 50 % más pobre de la población mundial? Lo afirma Oxfam pero es mentira. Ese 50 % más pobre comprende cinco deciles. El cuarto tiene el 0,17 % de la riqueza del mundo, el quinto tiene 0,32 %. Es poco, pero es más que 0,16 %.
Oxfam analiza patrimonio neto. De activos resta pasivos. Si los pasivos superan los activos de alguien le asigna valor negativo. Con tal metodología el 10 % más pobre de la población mundial tiene un valor negativo superior al millón de millones de dólares. Mucho a restar del capital agregado de la mitad más pobre de la población.
Oxfam se justifica afirmando en su informe que “Si se ignora la deuda neta, la riqueza del 50 % más pobre es de 1,5 millones de millones de dólares. Todavía se necesitan únicamente 56 de los individuos más ricos para igualar la riqueza de ese grupo”. Mienten. Se limitan ahí a las deudas de personas con patrimonio neto negativo. Ignoran la deuda del segundo, tercero, cuarto y quinto deciles de la población mundial, con deudas mayores a las del decil inferior.
Con la metodología de Oxfam un indigente sin hogar que vive comiendo de la basura en Caracas y suma por toda propiedad un valor de medio dólar, sin deudas, tiene más riqueza que millones de individuos de la población más pobre del planeta. Es ridículo. Cualquiera en el segundo decil de riqueza, con netos de 30 a 248 dólares superaría así al 40 % de población, que incluye individuos con poco más de 600 dólares netos.
El por qué de la manipulación
La mayoría de las personas no tienen el interés en seguir un razonamiento matemático elemental que contradiga lo que desean creer. Y entre los que lo tienen no faltan los que pueden “responderlo” rizando el rizo de la manipulación estadística para tranquilizar al resto. Por eso revelar las manipulaciones y contradecir las mentiras de los informes anuales Oxfam no los desacredita. No buscan la verdad, sino los titulares. Negar la realidad, manipular estadísticas y mentir son sus medios. Su fin no es reducir la pobreza, es excitar el resentimiento, legitimar la envidia y darle soporte moral al socialismo. Y lo logran año a año con sus manipulaciones y mentiras.
Los “amigos” de los pobres los quieren más pobres
Oxfam escandaliza con los impuestos que en sus manipuladas estadísticas no pagarían los ricos. No buscan enriquecer a los pobres, sino empobrecer a los ricos. La envidia, la más antisocial de las pasiones viciosas es lo que justifican año a año. Aumentar impuestos al capital mejor invertido destruye riqueza presente y reduce la creación de nueva riqueza empobreciendo más a los más pobres.
La riqueza de los más ricos no está guardada en bóvedas de monedas de oro que disfruten codiciosamente como Rico Mac Pato. Está invertida en empresas rentables o pronto dejan de ser ricos. Es irrelevante para el consumo personal la diferencia entre una fortuna de 250 millones de dólares y una de 2 mil 500 millones de dólares. No es irrelevante para la capacidad de inversión, ni como medida de resultados de inversiones previas.
Tomemos al mayor de los ocho denostados mil millonarios. Bill Gates y su fortuna son inseparables de lo que los productos de su empresa han permitido a pobres y ricos del mundo. De no haber sido Gates, quizás hubieran sido otros, se puede argumentar aunque no sea del todo cierto. Pero no se puede argumentar sin mentir descaradamente, que sin las ganancias, muy elevadas, que al descubrir y aprovechar esas oportunidades empresariales obtuvieron, alguien lo hubiera hecho.
¿Sería mejor un mundo sin lo que crearon desde Bill Gates hasta Amancio Ortega? Para algunos quizás, pero sería mucho más pobre, y de esa mayor pobreza le habría tocado más a los ya pobres. La riqueza de los más ricos no está “acumulada”, está invertida en la creación de bienes y servicios masivos que satisfacen necesidades, crean nuevas cadenas productivas y permiten crear más riqueza a más personas. Sin eso dejarían de ser ricos en economías de mercado. Su riqueza reduce la pobreza de los más pobres ahí donde se les permite mejorar con su propio esfuerzo. Si se hubiera destruido con impuestos expropiatorios, del socialismo piketiano que justifica la propaganda de Oxfam, los pobres serían más pobres, y los ricos menos ricos. La sociedad no sería menos desigual sino más, pero incluso siendo más igualitaria en la mayor pobreza, sería peor.
Lo peor de Oxfam no es mentir, sino para qué miente. Es propaganda para justificar ideas falsas que excitando resentimientos envidiosos harán a todos más pobres. Así se hace a los más pobres completamente miserables. Con esas ideas mi país, Venezuela, uno de los más ricos del continente a mediados del siglo XX, fue empobrecido al punto que hoy lo que más crece es el número de los sobreviven comiendo de la basura, en la que empiezan a escasear restos comestibles, mientras los niños mueren de hambre. Es lo que producen mentiras como las de Oxfam. Y ellos lo saben.