![(Sunoticiero) saqueos](https://es.panampost.com/wp-content/uploads/Maduro-venezuela-diálogo-1-300x148.jpg)
En el metro de Caracas escuché comentar que la navidad ya no llega con los regalos de San Nicolás y sus duendecillos, sino con los saqueos legalizados de “Pran Nicolás” y sus esbirrillos. Algunos asentimos al escucharlo, la mayoría mostraba su molestia. Bajaba yo cuando un idiota intentaba imponerse gritando mantras como “pueblo” y “especulación”. Le respondían quienes conversaban que ni les importaba su opinión, ni le habían invitado a hablar con ellos.
Navidad revolucionaria
Se denomina Pran en Venezuela al líder de cualquiera de las mafias que operan desde cárceles. No funcionarios corruptos, sino delincuentes encarcelados, que entran y salen a voluntad manejando desde ahí sus negocios. Guardan mercancía robada, retienen secuestrados, manejan discotecas y contratan artistas foráneos en dólares para sus fiestas carcelarias. Pran Nicolás saqueando y encarcelando a San Nicolás cuando llega a Venezuela y repartiendo él –con la lista del partido– los juguetes, es humor negro explicando la navidad revolucionaria venezolana.
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La realidad es el empobrecimiento al que nos ha sometido el socialismo. La aceleración de la hiperinflación. La propaganda inventando culpables míticos para lo que el socialismo ocasiona. La desesperada radicalización socialista en que se empeñan mientras más evidentes son la destrucción material y moral que causan. Y el populismo al que recurren para subir su menguando apoyo.
Así, el esbirro a cargo del control de precios atacó a gran escala. La navidad revolucionaria de “Pran Nicolas” es la versión empobrecida del célebre Dakazo que destruyó gran parte del comercio minorista en Venezuela. Funcionarios con escolta militar fijan arbitrariamente precios muy inferiores al costo de reposición. Venta forzosa a una larga fila de felices envidiosos resentidos que disfrutan más el daño ocasionado que su parte del botín del saqueo legalizado. Es un robo que quiebra infinidad de negocios pequeños y medianos. Termina de convencer a las pocas empresas foráneas remanentes que llegó el momento de realizar perdidas y largarse. Pero sobre todo convence a cualquiera del que, invertir y emprender en un país socialista es una estupidez sin futuro.
Las cuentas del esbirro
Amparado en una Ley injusta cuya aplicación sin inflación ya habría sido absurda –pero que en medio de la hiperinflación que la política fiscal y monetaria de la revolución causa es el apocalipsis del comercio– el esbirro a cargo del control de precios pretende que los comerciantes vendan al coste nominal más un 30 % de “ganancia”.
Es simple: si usted compra al mayor para revender al menor –eso es el comercio minorista– la diferencia entre precio de compra y de venta del volumen vendido tendrá que cubrir todos sus costos fijos –como el alquiler y servicios– y variables –como comisiones de venta y reposición de mercancía– Si sus costos fijos y variables suben en medio de la hiperinflación cerca del 1.000 % y vende al costo de compra nominal más un 30 %, quebrará. No podrá reponer mercancía a los nuevos precios al mayor, ni cubrir sus demás costos fijos y variables.
Si vende al precio legal quiebra y si vende al precio real se encuentra sin compradores por el empobrecimiento. Mejor liquide, cierre y lárguese antes de que lo saqueen legalmente y lo encarcelen para extorsionarlo. Cerrar, por cierto, está tipificado como delito de “boicot”.
El esbirro no ignora que la ley que impone es de imposible aplicación y quiebra infinidad de empresas, destruyendo numerosos puestos de trabajo. No es que no le importe por la ganancia política de corto plazo de los millones de idiotas felices en fila para comprar mercancía “a descuento”; encantados por las pérdidas de comerciantes que envidian y odian. Es peor. Mientras más empresas privadas, pequeñas, medianas y grandes quiebre con sus saqueos legalizados más se acerca a imponer un socialismo radical en que tal actividad económica privada bajo control indirecto del Estado ya no exista.
Las consecuencias ya están a la vista
El primer gran saqueo navideño legalizado de “Pran Nicolás” fue de electrodomésticos y tuvo como símbolo a la cadena de tiendas DAKA. Pocos años después los felices cómplices de aquello son los felices cómplices del saqueo legalizado de zapaterías, ropa y juguetes. Demuestra su empobrecimiento. De poco serviría hoy un saqueo legalizado de electrodomésticos, los idiotas están tan empobrecidos que incluso con el “descuento” poco o nada comprarían.
El idiota que antes soñaba un televisor que no podía comprar, ahora sueña con los zapatos que no puede comprar. El esbirro saquea legalmente, se los vende a precio irreal, y el idiota ni entiende, ni quiere entender, ni entenderá jamás que el saqueo legalizado que aplaude, y la justificación de la envidia socialista que comparte, son lo que lo empobreció y lo seguirá empobreciendo. Los saqueadores nada producen.
El saqueo legalizado de infinidad de negocios tuvo a DAKA como símbolo pasado y a Kreisel hoy, porque en un país con control de cambio e hiperinflación, el esbirro a cargo del control de precios y la maquinaria de propaganda grita que les concedieron dólares preferenciales y “acaparan” “vendiendo a dólar ilegal”.
Que guardar por años una mercancía que pasa de moda pueda ser rentable es ridículo. Que tales inventarios fueran la única esperanza de algunas empresas para recuperar parte de sus pérdidas una tragedia.
Sabemos que el dólar racionado está a poco más de 600 devaluados bolívares y no han entregado realmente buena parte de los antes “concedidos” a 2.15, 6.30, 11, etc. Pero es lo que esbirros y propagandistas del saqueo legalizado quieren discutir. No que con o sin dólares preferenciales, no es de ellos la mercancía y no tienen derecho a obligar a nadie a vender su propiedad al precio que no desea venderla. Nadie obliga a los idiotas empobrecidos por su propia estupidez de apoyar al socialismo a comprar nada. Nadie obliga a sicarios y propagandistas a vender sus viviendas y vehículos “al costo más 30 %” porque sería un robo. Como es un robo lo que ellos hacen y los idiotas aplauden.