Un experimentado especulador de La City, “off the record”, me confirma lo que suponía: “Brexit fue navidad en junio, venta de libras en corto, oro al alza y acciones a la baja que rebotarán” y agrega “el inversor promedio es asustadizo y avaro, vende cuando debería comprar y compra cuando debería vender, se aterran en manada y huyen hacia las perdidas en lo que únicamente pueden ganar los que deciden tan fríamente cuando aciertan como cuando fallan.”
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Un castillo de naipes
Pero el problema no es que los especuladores puedan vender lo que no habían comprado con mercados a la baja, o comprar casi sin efectivo en mercados al alza. Si se equivocan, pierden y les cuesta; y, ganen o pierdan, le dan liquidez a mercados que la necesitan. El problema es el castillo de naipes de nuestro sistema monetario fiduciario.
Desde el 15 de agosto de 1971 el dólar no está anclado al oro. Tras eso, las demás divisas abandonaron el cambio fijo al dólar. Ahora la solidez de una divisa es la confianza, que depende en gran parte de que los bancos centrales no financien los excesos de gasto fiscal emitiendo dinero inflacionario que caerá en el mercado cambiario. La confianza también depende de los efectos cíclicos del exceso de dinero circulante, degradado por la ampliación del crédito, e incluso de cualquier cosa inesperada que asuste a los inversores. Con un castillo de naipes por sistema monetario, no es de extrañar que en la cima teman cualquier soplo inesperado.
El economista y gestor de fondos de inversión Daniel Lacalle mencionó en El Español que “los economistas de consenso defienden la represión financiera olvidando que eso pone en peligro al propio sistema financiero. Se añadieron más de $58 billones de deuda en ocho años, bajaron los intereses hasta desligarlos de la realidad y el sistema es cada día más frágil. Así es como el Brexit se convierte en un tsunami, se han evaporado $2,5 billones en las bolsa de valores y quien piense en bajar aún más los tipos o aumentar la liquidez, está loco.” Por eso agrega “sorprenden ciertos analistas comparando caídas en bolsas con riesgo de solvencia de los bancos” y “aterra que en televisión digan que el capital que le da solvencia a un banco, sería igual al variable precio de sus acciones en la bolsa de valores, pues no lo es. Los bancos no peligran porque bajen en bolsa, pero el mundo que facilitó su expansión desapareció, la época en que una entidad se endeudaba 20 a 25 veces sus activos se acabó, y no entender que de 10 a 12 veces es también insostenible, puede ser un error.”
El asunto del condominio
Si la gran prensa, las altas finanzas y los grandes políticos y burócratas de Occidente no hubieran dado por hecho una derrota del Brexit, los inversores no tendrían tal pánico y los políticos a ambos lados del canal tendrían ciertos acuerdos previos para avanzar con el menor coste posible hacia una salida razonable. No fue así, y algunos altos burócratas y políticos reaccionaron como niños malcriados. Malcriados como los jóvenes británicos que exigen repetir el referéndum sin el voto de los que pagaron en impuestos sus muchos títulos y pocos sesos. A Merkell le tocaría nalguear niños malcriados, porque el problema real de la Unión Europea es que el Reino Unido es una de sus mayores economías, y está entre los principales contribuyentes al presupuesto comunitario.
Imagine que de un condominio de morosos que abusan de lo común se va uno de los pocos vecinos que pagaba puntualmente una de las cuotas más altas y no usaba casi áreas comunes. Eso es lo que pasó en la UE. Ahora decide el que pone más y saca menos, y es Alemania, que tiene relaciones comerciales importantes con el Reino Unido, por lo que una negociación lenta y sensata debería imponerse bajo la dirección de la Canciller germana. Pero ¿quién estará del otro lado de la mesa de negociaciones? No Cameron, tan comprometido con el remain como los laboristas. Boris Johnson es el torie de alto nivel con mayor apoyo popular entre los del Brexit, y la renuncia de Cameron por la derrota del remain dando paso al gobierno de un Osborne que hizo campaña contra al Brexit sería ridículo, un ridículo políticamente viable en Gran Bretaña. Tras el shock del Brexit los mercados soportan cualquier cosa menos la incertidumbre sobre quiénes van a negociar. Pero si algo aprendimos del inesperado Brexit, es lo mucho que es posible, y el historiador escocés Niall Ferguson en su columna del Sunday Times nos dice que entre las posibilidades está que Brexit de hoy diera paso al Breturn de mañana.
El problema fiscal
Estremecer un castillo de naipes sostenido en confianza siempre será arriesgado. Pero si la sensatez se impone entre los políticos al negociar, mañana pudiéramos descubrir que la economía británica era más fuerte y la eurozona más débil: la libra puede terminar fortaleciéndose y el Euro debilitándose. Como aclara el Economista Nicolas Cachanosky, profesor de la Universidad de Denver, “los países miembros de la UE pueden tener serios desequilibrios económicos y serias dificultades para lidiar con ellos. En contraste, no se puede decir que países fuera de la UE como Suiza estén mal. En el índice de libertad económica de la Heritage Foundation Gran Bretaña es el tercer país económicamente más libre de la UE, lo que sugiere que una economía más cerrada no fue el motivo principal del voto, porque no hace falta dejar la UE para tener una economía regulada como la de Croacia y Grecia”; o como explica el economista venezolano Oscar Torrealba, profesor universitario e investigador del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico CEDICE y el Centro de Economía Política Juan de Mariana, “si descartamos una guerra de aranceles proteccionistas porque los intereses económicos prevalecerían, el problema del intercambio comercial es un alza de costos de transacción manejable. De la disciplina fiscal depende la fortaleza o debilidad de las monedas hoy en día, y veo al Reino Unido con más disciplina fiscal que a una Unión Europea sin el Reino Unido, así que a mediano plazo temería la debilidad del Euro más que la de la Libra”.
Concuerdo con ambos, por eso temo que con un Euro muy debilitado ante la Libra las exportaciones británicas a la Eurozona se encarezcan y sus importaciones de aquélla se abaratan al punto de obligar al gobierno británico a devaluar con la inevitable inflación resultante. Por esa vía nos aproximaríamos un poco más al escenario en que de los problemas fiscales de la Unión y la debilidad del Euro surgiría una mayoría de votantes germanos buscando la salida de Alemania, el toque de difuntos por la Unión Europea.
Inversores aterrados
El presidente de la consultora de inversiones británica Kingdom Asset Managemet, Rodney Burns, afirma que aunque “el choque inicial pasará, el daño a largo plazo estaría por verse. Esperamos alguna reducción de exportaciones de empresas pequeñas y eso incrementará el desempleo. Pero el peligro real sería una libra más débil que se traduzca en inflación y tasas de interés altas, desastrosas para el mercado inmobiliario. El gobierno podría seguir un plan de austeridad, aumento de impuestos y reducción de ciertos beneficios fiscales a familias de bajos ingresos. Es duro, pero no es el fin del mundo, Osborne y su gente tendrían dos años para negociar términos comerciales favorables entre el nosotros y la Unión Europea. El problema es que el resultado ha dejado a muchos inversores aterrados, y eso mantendrá la volatilidad por algún tiempo. Los mercados eventualmente se estabilizarán, pero nadie sabe si hacia arriba o hacia abajo.”
El futuro en manos de políticos y burócratas
El economista y director del newsleter financiero, UFM Market Trends, Daniel Fernández, aclara que entre los partidarios del Brexit los aislacionistas son una corriente, no la totalidad, y “la otra corriente busca conservar las ventajas de la UE sin los inconvenientes, como Suiza, Noruega o Islandia, con acceso al mercado único y descentralizados políticamente. Por eso el futuro dependerá de dos factores, que la rama del Brexit que salga triunfante sea la integradora social y económicamente con el resto de Europa; y que las instituciones europeas no impongan sanciones al Reino Unido permitiéndole tomar su posición entre los países que sin ser parte de la UE tienen acceso al mercado único.
Es razonable, pero el temor en Bruselas es que permitir eso suponga el fracaso de la integración política. Hasta ahora, era un club sólo de entrada, y si el país que salga muestra un desempeño económico superior al resto, otros querrían seguirlo.
Todo depende de decisiones políticas, y muchas se tomarán pensando en el bienestar de políticos y burócratas, no de los ciudadanos.” Y claro, si, empeñados en su interés más inmediato, los políticos y burócratas de la Unión no administran bien su derrota, en lugar de mostrar la fortaleza de la Unión Europea desnudarán sus debilidades. Un espectáculo peligroso cuando la parte más socialista, y por ello más ineficiente, inestable y frágil, de la economía global es precisamente el dinero fiduciario emitido por bancos centrales soberanos a la cabeza de un frágil sistema financiero consentido por la liquidez y azotado por la represión regulatoria.