English En el teatro del absurdo que es la Guerra contra las Drogas, lo racional abre campo a lo irracional — la lógica de lo ilógico.
Vemos a los individuos y y el aparato judicial que conforman la cadena de suministro de narcóticos atrapados en lo que aparenta ser un caso perdido. Por su parte, aquellos que ocupan cargos de poder — gobierno, grandes empresas y bancos — cumplen su papel con las mismas acciones repetitivas y sin sentido. Tranquilizan al público con palabras de consuelo, que en realidad suenan a puros clichés y tonterías. Al final, no hay un significado, es una trama destructiva, cíclica y sin límites.
El arresto de Joaquín “El Chapo” Guzmán encaja en esta narrativa muy bien. Publicitado como uno de los criminales más buscados y peligrosos del planeta, su captura ha ganado muchas palmadas en la espalda a las autoridades mexicanas y estadounidenses. Se dice que el desmontaje de la cara visible del Cártel de Sinaloa ha marcado el fin de una era, y sin embargo, paradójicamente, ha generado muchas más preguntas que respuestas.
Dejando a un lado las incertidumbres del futuro, hay muchas incógnitas en cuanto a la planificación, ejecución y el momento del arresto — ¿cómo, quién o qué permitió que El Chapo cayera?
La captura de Guzmán se produjo sólo tres días después de la “Cumbre de los Tres Amigos” — un encuentro entre el Presidente de México Peña Nieto, el Primer Ministro de Canadá Harper y el Presidente de Estados Unidos Obama para discutir acuerdos comerciales — y sólo una semana después de que se descubriera que la portada de la revista Time en la que apareció Peña Nieto era una publicidad pagada.
El billonario en fuga fue eventualmente capturado en una habitación de hotel bastante común y fotografiado inmediatamente, sin camisa y sin afeitar — la imagen de un hombre vencido y humillado. Guzmán, quien normalmente viajaba con un equipo de seguridad de hasta 300 hombres bien armados, fue atrapado, increíblemente, sin que se haya disparado un sólo tiro Y El “CEO del Crimen” fue presentado a las cámaras mientras caminaba esposado, exhibido como trofeo en la mejor tradición mediática estadounidense, algo que rompía con la tradición que hasta el momento mantenía el gobierno de Peña Nieto en estos casos.
Danny Benavides, en una artículo publicado en Traces of Reality, destaca la inconsistencia: “Fíjense, por ejemplo, la manera en la que Chapo Guzmán fue presentado ante las cámaras después de su arresto: con un soldado mexicano aplicándole un pellizco vulcano en la nuca, manteniéndolo con la cabezahacia abajo y esposado (ver el vídeo aquí). Compárese eso con la forma en que fue capturado el líder de los Zetas Miguel Ángel Treviño Morales (alias “Z-40″): sin esposas, desfilando tranquilamente junto a los soldados mexicanos (ver el vídeo aquí).”
Definitivamente, la captura del capo presenta en sí misma varios elementos teatrales — tanto, que antiguos agentes de la DEA que ahora están retirados y que pueden hablar libremente, se han pronunciado al respecto.
Hector Berrellez, antiguo supervisor de la DEA, recientemente llegó a decir que toda la captura fue “orquestada”. En una entrevista en Narco News, Berrellez dijo que “El Chapo estaba protegido por militares y agentes federales mexicanos, por el gobierno mexicano. Estaba haciendo quedar mal a Peña Nieto, por lo que el gobierno decidió retirarle su servicio de seguridad. Al Chapo le dijeron que o se rendía, o sería asesinado”.
Aunque Berrellez está retirado, sostiene que todavía mantiene contactos con informantes dentro de la fuerza armada y el gobierno mexicano. Según la información recibida de esos informantes, Guzmán fue capturado sin ningún forcejeo.
“Él circulaba con un cordón de seguridad de cientos de hombres que incluían militares y agentes federales mexicanos; sin embargo, al final, fue arrestado como una rata. Mis fuentes me indican que esto fue planificado”.
Otro agente retirado de la DEA, Phil Jordan, también expresó duda con respecto a la trama de la captura de El Chapo. Durante una entrevista con Univision, Jordan dijo que estaba sorprendido por el arresto de Guzmán ahora, mientras México está bajo el control del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sostiene que ha visto reportes de inteligencia que indican cómo Guzmán ha sido un fuerte patrocinador económico del PRI y ha aportado millones de dólares para la campaña de Peña Nieto — supuestamente a cambio de protección continua.
Los comentarios de Jordan apoyan la afirmación de Berrellez de que El Chapo estaba en realidad protegido por el gobierno mexicano a través de la policía y el ejército; pero, por alguna razón, ese arreglo llegó a su fin.
Como con Pablo Escobar en Colombia o Al Capone en los Estados Unidos, las acciones “heroicas” de nuestros “salvadores” del Estado requieren villanos dispuestos a jugar ese rol. Los detalles pueden variar, sus destinos no son siempre los mismos, pero la función que cumplen personajes como El Chapo Guzmán — una y otra vez — es perturbadoramente similar.
Siendo uno de los tantos líderes del Cártel de Sinaloa — que de por sí es uno más de los tantos cárteles de droga en México — el arresto de Joaquín “El Chapo” Guzmán no cambia absolutamente nada de la realidad de México. Las operaciones del día a día del Cártel de Sinaloa continúan sin interrupción, y los problemas causados por la “guerra contra las drogas” que asedia a la población de México y sus regiones adyacentes en los Estados Unidos permanecen sin solución.
El teatro presentado esta semana es el mismo show que nos han pedido aplaudir toda la vida: el mismo problema creado e impuesto por el gobierno, la misma consecuencia y reacción pública tan predecible, y la misma solución aprobada por el Estado. El absurdo continúa mientras nada mejora en la vida de las personas comunes y corrientes, y los intereses de la corrupta élite política de amigotes siguen bien atendidos.
Traducido por Marcela Estrada.