EnglishEl sábado 22 de febrero, el criminal más buscado del mundo y el “peor enemigo público de Chicago”, Joaquín Guzmán Loera, fue arrestado en una operación eficiente, bien organizada y liderada por infantes de marina mexicanos y agentes de la Administración Antidrogas de Estados Unidos. La pregunta sigue siendo, sin embargo, si su detención tendrá algún impacto real en la actual guerra contra las drogas, en la que actualmente se encuentran inmersos el gobierno de México y otros de Latinoamérica.
No lo creo. El que un hombre vaya a la cárcel no va a detener el problema de la droga que se perpetúa en América Latina. El conflicto es tan complejo que su solución supera con creces la captura de uno de los capos de la droga más famosos del mundo, y la élite criminal de México ha demostrado su capacidad para mantener sus posiciones de poder y los funcionarios corruptos que les sirven de aliados, haciendo cómplices a las autoridades.
Por supuesto, “El Chapo” fue uno de los más emblemáticos, si no el más emblemático capo de la droga, pero una hay una larga lista de nombres de personajes muy conocidos que están listos para tomar su lugar.
Hay varios factores que también están en juego por ahora, y juntos van a determinar el futuro que le espera. Si se queda en una prisión mexicana, existe un riesgo de fuga o de que incluso pueda ser liberado por un sistema judicial corrupto e intimidado. Él ya se ha escapado antes y podría volver a intentarlo. También hemos visto cómo el pueblo mexicano trata a los cárteles con reverencia y ha pedido por su liberación. Por otro lado, si es extraditado a Estados Unidos su carrera criminal sin duda llegará a su fin, ya que se enfrentará a múltiples cargos ya iniciados en su contra.
La extradición, sin embargo, desde un punto de vista estrictamente legal, no es tampoco una salida fácil. Guzmán ya ha presentado una demanda de amparo en contra de esta posibilidad, y sus abogados lucharán por todos los medios para evitar su traslado a las autoridades estadounidenses. Aún así, si finalmente es extraditado, se lograría un efecto disuasorio más poderoso que con su encarcelamiento en México.
Pero se quede o no en su país de origen, su arresto marca un punto importante a favor de las instituciones mexicanas. Probablemente no va a cambiar las cosas sobre el terreno, pero la captura de uno de los capos de la droga más famosos del mundo, ofrece una oportunidad para construir una nueva estrategia que haga frente al problema de las drogas en el principal punto de tránsito de cocaína desde la década de 1980 (tras la ofensiva contra los cárteles colombianos). Su arresto es un gran triunfo para el presidente Enrique Peña Nieto, y también podría ser un punto de inflexión histórico para cambios significativos; el fin de una era en la que los cárteles constituyen un poder dentro del estado. Los cárteles han asumido muchas funciones estatales en México, pero también en otros países de América Latina, especialmente en Centroamérica.
Un cambio de rumbo, el fin de la violencia
Si bien la idea de tener un mercado de drogas regulado o legalizado todavía sigue siendo tabú para varios países de la región, no debemos pasar por alto el hecho de que en dos estados de los Estados Unidos, la producción y venta de marihuana tiene casi las mismas restricciones que el tabaco y el alcohol. En otros estados, el cannabis tiene las mismas restricciones que los antibióticos o antidepresivos. El presidente Barack Obama no interfirió con la legalización de la marihuana recreativa en Washington y Colorado, y ha expresado que él no cree que la marihuana “sea más peligrosa que el alcohol”, mostrando una actitud permisiva hacia este tema y abriendo un resquicio legal para extender esta legislación a otros estados. También cabe destacar el ejemplo de Uruguay, donde también se ha llevado a cabo la legalización.
Varios estudios, como el que la revista médica The Lancet publicó en 2010, muestran que la marihuana es tres veces menos nociva que el alcohol y un poco menos perjudicial que el tabaco.
Así que aunque el criminal de la droga más buscado del mundo ha sido encarcelado, en pocos años celebraremos la captura de un nuevo protagonista de esta novela de la guerra contra las drogas. Al menos que durante los próximos años cambien las reglas del negocio de la droga en los países donde es más crudo y visible (como México, Honduras, El Salvador y Guatemala) y se restablezca del imperio de la ley, más balas se dispararán y más sangre se derramará, porque la criminalidad es endémica en los cárteles de la droga.
El ansiado fin de los cárteles de la droga transnacionales, organizados y criminales, no llegará mientras las operaciones policiales y militares sean el foco principal de esta guerra contra las drogas; en cambio, deben discutirse modificaciones agresivas a la legislación vigente que promueve el funcionamiento ilegal de este negocio, e implementarse nuevas y audaces alternativas de política en este sentido.
Traducido por Alan Furth.