EnglishDesde el año pasado, Centroamérica está viviendo una temporada de elecciones, comenzada cuando Honduras concedió a un partido la posibilidad de gobernar por dos períodos presidenciales consecutivos por primera vez en su historia democrática. Así, juró recientemente como presidente de ese país Juan Orlando Hernández del Partido Nacionalista, pro-libre mercado.
El pasado domingo 2 de febrero, Costa Rica y El Salvador tuvieron sus propias elecciones presidenciales — con partidos marxistas y colectivistas dominando las campañas y posicionándose como los favoritos. En El Salvador, el partido del gobierno FMLN, impulsó como candidato a Salvador Sánchez Cerén, y el Frente Amplio de Costa Rica compitió para la presidencia representado por el legislador José María Villalta.
Costa Rica: No confíes en los sondeos
Las encuestas en Costa Rica mostraban a Villalta como el candidato que encabezaba la intención de voto, o directamente como el candidato. Pero los resultados de la elección del domingo evidenciaron cómo la mayor parte de los sondeos se encontraban al servicio de los candidatos y sus campañas, antes que constituir verdaderos estudios científicos e imparciales.
La elección fue un hito en la historia democrática del país: por primera vez, el Partido de Liberación Nacional (PLN) no ganó en primera vuelta, y fue solo la segunda ocasión en que los resultados obligaron a recurrir a una segunda vuelta electoral.
La gran sorpresa la aportó el candidato Luis Guillermo Solís. Las encuestas lo habían relegado al tercer lugar, pero se ubicó primero con el 30,95% de los votos, delante de Johnny Araya del PLN, que obtuvo el 29,6%, y Villalta quedó tercero con el 17,1%. Araya, candidato del partido de gobierno, ni siquiera se acercó al 40% que la ley electoral costarricense requiere para ganar en primer vuelta.
El carisma de Solís definitivamente jugó a su favor. Aumentó su popularidad en las semanas precedentes a las elecciones debido a su encanto y habilidades sociales, y se ganó el corazón de los costarricenses con su reputación de honestidad y transparencia. Esto prueba como, a veces, la imagen del candidato cuenta más que sus propuestas políticas, dado que los electores se inclinan por votar de acuerdo a la personalidad y no a las ideas.
Es decir, Solís jugó bien durante la campaña y prometió que en sus dos primeros años en el cargo controlaría el gasto público, erradicaría la pobreza e implementaría medidas para mejorar la recaudación. Propuso también una “economía social” basada en la solidaridad.
En las elecciones de Costa Rica, el punto a destacar es que es posible una alternativa a los candidatos tradicionales, pero permanece todavía el miedo a propuestas socialistas más radicales. A los costarricenses les gusta la idea de un partido que trabaje de cerca con la ciudadanía y combata la corrupción, como ofreció el Partido de Acción Ciudadana (PAC) que Solís lidera.
Mientras Chinchilla quizás merezca una reflexión en medio de sus bajos niveles de popularidad y escándalos de corrupción, es importante considerar también la apatía y la alta tasa de abstencionismo. Casi un millón de ciudadanos no votó.
Con Solís a la cabeza, quizás Costa Rica continúe implementando las mismas políticas con un dejo de populismo, pero, con un poco de esperanza, permitirá que el país continúe siemdo uno de los más desarrollados de la región, con altas tasas de alfabetización (97%) y un gran crecimiento económico en comparación a los estándares de América Latina.
El Salvador: La victoria de un marxista manifiesto
En el caso de El Salvador, los candidatos en segunda vuelta serán Salvador Sánchez Cerén, un ex guerrillero del ala militar del FMLN, y Norman Quijano, ex alcalde de San Salvador, del partido ARENA. La sorpresa fue que Sánchez Cerén, del FMLN, con el 48,93% de los votos se acercó mucho al cincuenta por ciento más uno necesario para ganar la presidencia en primera vuelta.Esto hace que Quijano posea la difícil tarea de ganarle en segunda vuelta después de obtener el 38,95%.
Lo que probablemente más afectó a ARENA durante la campaña fueron las acusaciones de corrupción contra el ex presidente Francisco Flores, sañalado por malversar fondos enviados por el gobierno taiwanés durante su mandato. Más allá de esto, ningún candidato ofreció propuestas económicas fuertes o planes de seguridad en las campañas, mucho menos una solución a la deteriorada situación fiscal. El riesgo es que Sánchez Cerén sea un radical marxista, mucho más que el actual presidente que también pertenece al FMLN, Mauricio Funes.
De todas formas, como en el caso de Costa Rica, la abstención prevaleció. Solo 2,6 millones de ciudadanos de los 4,9 millones registrados votaron, y eso genera más incertidumbre para la segunda vuelta.
Una región volátil y dividida
¿Que deparará el futuro a estos tres países y a la región en su conjunto? Podemos visualizar en un mismo bloque a los gobiernos de Guatemala y Honduras, más pro-libre mercado, y luego a Nicaragua, Costa Rica y El Salvador en otro bloque orientado más al socialismo.
En estos últimos países, podemos esperar la implementación de aún más programas sociales y subsidios — a pesar de las crisis fiscales — dado que así es como funcionan los populismos. Mientras, esperamos que Guatemala y Honduras puedan ofrecer un balance en la región, con políticas más abiertas y orientadas a la apertura de los mercados.
Traducido por Sofía Ramirez Fionda.